Médicos internistas de la
Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) han debatido sobre cómo ha cambiado, cómo es y hacia dónde debe encaminarse la
relación médico- paciente en la “IV Jornada de Pacientes SEMI: Nuevos patrones en el Siglo XXI”. Se trata de un evento organizado de forma conjunta por SEMI y por el
Instituto de Ética Clínica Francisco Vallés.
Durante el transcurso del encuentro, se ha hablado
de derechos de los pacientes, del respeto a su
autonomía, de
tecno-ética y de cómo la
tecnología ha contribuido a cambiar la relación entre el médico y el paciente, así como de la necesidad de alcanzar una medicina centrada en la persona y humanista. En el actual contexto en el que vivimos se ha puesto de manifiesto que la tecnología es una herramienta “muy útil” que se ha incorporado a la práctica clínica para que los procedimientos diagnósticos y terapéuticos sean más precisos, pero “no debe desplazar a la esencia de la relación médico-paciente que está basada en la comunicación, en la afectividad y en la toma de decisiones compartidas”.
El encuentro ha sido inaugurado por
Jesús Díez Manglano, presidente de la SEMI, y por
Arantzazu Álvarez de Arcaya, coordinadora SEMI de relación con los pacientes y coordinadora de la Unidad de Gestión Clínica de Medicina Hospitalista del Hospital Clínico San Carlos. Díez Manglano ha reiterado en la inauguración que para la profesión médica en general y para los especialistas en Medicina Interna, en particular, “
la voz de los pacientes es y debe ser fundamental” y ha hecho énfasis en la “visión integral y holística que caracteriza la labor del médico internista”. También en que “urge una mayor atención y dedicación desde el ámbito clínico al proceso de final de vida”, y en este sentido, recordó el consenso impulsado por SEMI-SPMI sobre buenas prácticas en el proceso de fin de vida.
En palabras de Arantzazu Álvarez de Arcaya, coordinadora SEMI de relación con los pacientes: “las nuevas tecnologías han cambiado nuestra forma de relacionarnos y esto es algo que debemos aprender todos para seguir haciendo
una medicina de alto valor basada en la afectividad. El reto está en saber cómo integrar las nuevas tecnologías para favorecer una medicina humanista”.
La etapa final de la vida para el paciente
Durante el transcurso de la jornada se ha reflexionado sobre el
proceso de final de vida, una etapa en la que los pacientes se encuentran en una situación de “gran vulnerabilidad”, tanto física como psicológica y hasta moral; “sin olvidar a la familia y los allegados, también muy afectados por la situación desde el punto de vista emocional y vital”.
También se ha puesto de relieve la importancia de la
medicina humanista y en que se debe de huir de una práctica clínica centrada solamente en pruebas y datos. “La relación clínica debe reorientarse a la comunicación efectiva entre dos personas. La tecnología es importante y necesaria, como lo es respetar la autonomía del paciente. Sin embargo, lo óptimo es que alguien esté dirigiendo todo el proceso con sentido común y razonamiento clínico, es decir, un buen médico. En caso contrario, la medicina se reduciría tan solo a datos y pruebas. Quedaría reducida a un bien de consumo alejado de su verdadero fundamento: el mejor cuidado de la salud de los pacientes”.
A lo largo de las
distintas mesas, se puso de manifiesto que la tecnología ha irrumpido en nuestras vidas y ha modificado nuestro
conocimiento, nuestro
comportamiento y nuestra forma de
relacionarnos. Y en el entorno en el que actualmente vivimos, cercano a la tecnolatría, surgen reflexiones como la de si debemos hacer todo lo que podemos hacer, y cómo aplicar la ética a la tecnología (tecno-ética). La tecnología resuelve problemas sociales y, al mismo tiempo, está provocando la necesidad de volver a plantearnos cómo debemos actuar, redefinir conceptos y revisar los principios en los que basamos nuestras acciones. “Se trata de evitar el mal uso de la tecnología para que no interfiera con el bienestar de las personas”.
La evolución de la relación médico-paciente
La relación médico-paciente clásica se fundamentaba en la
beneficencia. Es decir, pensando en aquello que los médicos creían que era lo mejor para el paciente, decidían por el propio enfermo. Esto creó un tipo de relación que se ha llamado
paternalista. En las últimas décadas el cambio ha sido radical, porque se han introducido los
derechos de los pacientes y, muy especialmente, el respeto a su autonomía. Esto ha transformado por completo el patrón de relación clínica. Se ha propuesto un modelo basado en la información (modelo o patrón informativo), en el que médico y paciente intercambian información y el paciente decide. Sin embargo, este modelo tiene carencias, porque muchos pacientes quieren, además de información, el consejo del médico. Una recomendación del médico sobre lo que es mejor para él. A este patrón o modelo se le ha llamado deliberativo. En la relación deliberativa, médico y paciente intercambien información, pero también sus opiniones y valoraciones sobre qué es lo mejor.
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