Se ha demostrado en varios estudios que los
incentivos en la
gestión sanitaria incrementan el profesionalismo médico, incluso la eficiencia. Por el contrario, hay estudios que demuestran que la desincetivación produce todo lo contrario. Sin embargo, no todo vale como incentivo. Y hay algo que es fundamental en este sentido: que
no pongan el riesgo el bienestar del paciente.
La importancia de la ética en la gestión sanitaria
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Así lo ha expuesto
Eduardo Pacios, miembro del Instituto de Ética Clínica Francisco Vallé y especialista en Oncología, ha puesto sobre la mesa los problemas éticos que rodean los objetivos de la gestión sanitaria en la primera mesa de la
V Jornada de los Grupos de Trabajo de Bioética, organizada por la Sociedad Españaola de Medicina Interna.
Pacios, en esta mesa denominada 'Ética de la gestión: la hoguera de las vanidades', moderada por Joan Bertrán, miembro de la SEMI, ha dado las pautas sobre cómo deben ser estos incentivos en la gestión sanitaria. Por ejemplo, deben suponer una
motivación moral para los profesionales. También una mejoría en la salud de los pacientes y de la comunidad al tiempo que sean un modelo flexible, justo y participativo, que incentive a quien lo merece. Asimismo, considera que los incentivos directos al ahorro no son éticamente aceptables, sobre todo porque suelen chocar con el principio de no beneficencia.
Los mejores gestores, los médicos
"¿Qué gestores tenemos y qué gestores quenemos?" ha sido el título de la segunda ponencia. "Es polémico", reconoce la segunda ponente de la mesa,
Cristina Guijarro, vocal del Comité de Ética de Investigación del Instituto Carlos III de Madrid y Secretaria del Grupo de Humanidades e Historia de la Neurología de la SEN.
"Los mejores gerentes son médicos con formación específica, no lo digo yo, lo dice Harvard. Pero desgraciadamente en España se eligen por simpatía política", ha criticado Guijarro.
La neuróloga ha explicado algunos de los puntos necesarios para trabajar como gerente del Servicio de Salud -tendrá que adaptarse a diferentes situaciones, resolver problemas y entregar resultados, trabjar bien bajo presión y gestionar contactos, recursos y proyectos, entre otros-. "Lo que necesitamos es lo que tenemos los médicos", ha asegurado. Y ha insistido en que, con el paciente situado en el centro, es necesario ser críticos con lo que les rodea y acabar con el "siempre lo he hecho así".
La miembro de la SEN también ha sido crítica con lo que ella llama "
techos de hormigón". "Siendo el sector sanitario más feminizado la brecha sigue siendo de 9.000 euros en el sector público por las guardias".
Los buenos médicos
Y con otra pregunta ha continuado la mesa: "¿Qué es un buen médico para la administración?" La ponente
Belén Alonso, miembro de la SEMI, responde: "Un
buen médico para la administración creo que es un
3.0. Estamos en el siglo XXI. Un buen médico tiene que tener capacidades, estar bien formado, tener destreza y ser experto en muchas cosas, no solo en las artes de la medicina. También debe saber de gestión, de bioética, de técnicas nuevas, así como de nuevas tecnologías, comunicación e inteligencia artificial. Todo eso redunda en una mejor atención al paciente y al propio sistema".
Alonso ha ido exponiendo la situación de los médicos -y de las
OPEs- a raíz de películas. Si los personajes de Los Increíbles le han servido para mostrar qué personaje es del R1 al R5, otras películas le han servido para mostrar cómo es un buen médico o cómo se siente quien está empezando. Con humor, y mucho cine, ha ido explicando las destrezas -y los sentimientos- de los médicos.
Un momento de la mesa 'Ética de la gestión: la hoguera de las vanidades'.
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