La literatura científica ha demostrado a lo largo de los últimos 30 años que hay una
relación causal entre la demencia y la diabetes. Sin embargo, según alerta Medicina Interna, es muy frecuente que e
l deterioro cognitivo no esté diagnosticado entre estos pacientes y, por ello, reclaman que todos los profesionales de la especialidad deberían
aumentar su alerta ante estos posibles casos.
“Los internistas deben
evaluar de manera específica la cognición en aquellas personas con diabetes y que
fallen en tomar el tratamiento de forma correcta, tengan frecuentes
episodios de hipoglucemia o registren
malos controles glicémicos sin una explicación plausible”, reivindica Francesc Formiga Pérez, adjunto al Servicio de Medicina Interna en el Hospital Universitario de Bellvitge, donde también coordina la Unidad Funcional Interdisciplinaria Sociosanitaria (UFISS) de Geriatría.
Una recomendación de práctica clínica que ha realizado durante la celebración de la mesa ‘Diabetes y Deterioro Cognitivo’ de la
XVII reunión del Grupo de Trabajo de Diabetes, Obesidad y Nutrición de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI). La cual ha sido moderada por Luis Miguel Pérez Belmonte, adjunto al Servicio de Medicina Interna del Hospital Regional Universitario de Málaga.
Además, según Formiga Pérez, los especialistas en Medicina Interna son los que deben
realizar los mini-mental test -una prueba sencilla que permite detectar la presencia de deterioro cognitivo, es decir, de una demencia- porque si no, no lo realizará
"ningún otro especialista".
¿Un buen control metabólico genera mejor rendimiento cognitivo?
Tras realizar un repaso a la literatura científica, el experto ha dejado fuera de toda duda la relación causal existente entre la demencia y la diabetes. “El r
iesgo de un paciente diabético de tener demencia es el doble que el de una persona no diabética. Mientras que el riesgo de
tener diabetes de una paciente con demencia también es el doble. Además, cuanto más joven sea la persona a la que se le diagnostican hipoglucemias, peor será el desarrollo de ambas patologías”, asegura Formiga Pérez.
Ante esto, el especialista augura cómo debe actuar el médico ante tales situaciones. “Se ha descrito que
un buen control glicémico a corto plazo favorece la cognición en el paciente anciano diabético. Y también se ha demostrado una
mejora moderada en la memoria de aprendizaje y parcial en habilidades complejas motoras a las tres semanas de control de glicemas con ADOs (escala de observación para el diagnóstico del autismo) o insulinas”, detalla el internista.
¿Cómo debe ser el control metabólico?
Según Formiga Pérez, el internista tiene que tener claro que
a valores glicémicos más altos peor rendimiento cognitivo y, por lo tanto, tiene que lograr bajarlos hasta alcanzar un punto medio.
“Los valores intermedios son los mejores, ya que un tratamiento intensivo para lograr valores bajos es dañino debido a las hipoglucemias”, resalta el especialista.
Para acometer este control, las principales recomendaciones son la
dieta mediterránea y el ejercicio físico. “Sabemos que ambos son las mejores soluciones”, detalla Formiga Pérez, quien en cuanto al tratamiento farmacológico apunta a aquellos que no produzca hipoglucemias. En ese sentido, abre el espectro a
varias familias de fármacos como metforminas, gilitazonas, incretinas, SGLT2 o insulina intranasal.
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