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La contaminación acústica desencadena infartos y arritmias

Blanco Echeverría explica cómo la polución genera un mayor riesgo vascular

Agustín Blanco Echeverría.

17 dic 2020. 19.20H
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POR MARÍA GARCÍA
Ante una enfermedad infecciosa los profesionales sanitarios hacen preguntas a sus pacientes sobre el entorno en el que viven. Pero en la práctica diaria no suelen preguntar si sus domicilios se encuentran cerca de una autopista o de un aeropuerto, a pesar de que la contaminación acústica está relacionada con enfermedades cardiovasculares. Por lo que la cuestión, según el internista Agustín Blanco Echeverría, "sería pertienente". 

Blanco Echeverría, médico adjunto de Medicina Interna y responsable de la Unidad de Lípidos y  Aterosclerosis del Hospital 12 de Octubre de Madrid, ha abordado esta situación durante la XVI Reunión de Riesgo Vascular de la SEMI, en la que ha resaltado que la contaminación es un "enemigo silencioso". También cuando supone ruido.  "La contaminación acústica genera mucho estrés y descadena vías metabólicas a través de la hipófesis y el hipotálamo que producen descarga de adrenalina. Esto puede desencaderar infartos y arritmias como la fibrilación auricular. También se asocian a obesidad y diabetes en estudios epidemiológicos", explica. 

"Es importante conocer la calidad del aire para que los pacientes usen mascarillas"

Estos ruidos generan una pérdida de la calidad de vida muy importante, por lo que el experto indica que "se debe evitar vivir en entornos urbanos con tráficos rodados muy importantes o con tráfico aéreo".

Otro "factor de riesgo cardiovascular silencioso que promueve un gran número de muertes al año, muchas de ellas evitables", son las altas concentraciones de PM 2.5. Los ayuntamientos y la Agencia Estatal de Meterología disponen de estaciones meteorológicas en las que se puede consultar cuál es la calidad del aire, pero no todos los pacientes lo hacen, como sí miran la radiación ultravioleta después de haber sufrido un carcinoma basocelular, tal y como explica el experto. 

"Es importante conocer la calidad del aire. Aquellos pacientes que tengan una enfermedad cardiovascular y que estén con prevención secundaria por haber padecido un infarto o un ictus, por ejemplo, necesitan conocer la concentración de partículas finas en el aire para ver si deben llevar mascarilla", explica Blanco Echeverría, que añade que es "hora de actuar" y que hay que generar cultura del transporte urbano colectivo. 
 
"La población no tiene conciencia en absoluto de que esto es un enemigo silencioso y que puede producir infartos de miocardio, anginas de pecho o cardiopatía isquémica", asegura. Enfermedades que, a día de hoy, están entre las que provocan un mayor número de muertes en España. 

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