Los resultados de un estudio reciente delatan que, en la mayoría de las ocasiones, cuando los médicos de Atención Primaria prescriben
antidepresivos a sus enfermos que no están expresamente indicados para la patología que presentan (al no ser de naturaleza psiquiátrica: por ejemplo, para la
menopausia,
la migraña o la
disfunción sexual) recetan fármacos carentes de evidencia científica para ese uso concreto.
De hecho, hasta un 39,6 por ciento de esas prescripciones fuera de protocolo en realidad tienen una
alternativa farmacológica antidepresiva de la que sí existe evidencia científica de su validez para esa indicación concreta.
Tales son algunas de las conclusiones a que llega la investigación,
recién publicada en British Medical Journal (BMJ), tras examinar las
historias clínicas de 29.920 pacientes a quienes les fue prescrito un antidepresivo en el centro de salud fuera de su indicación habitual.
106.850 antidepresivos prescritos por 174 médicos
El trabajo delimita
106.850 medicamentos antidepresivos prescritos por 174 médicos a 20.920 adultos. En cuanto a la muestra, se centra en la base electrónica de datos de prescripciones registradas entre el 1 de enero de 2003 y el 30 de septiembre de 2015 a pacientes mayores de edad que visitaron su centro de salud.
Por tipo de fármaco –explican sus autores– los
antidepresivos tricíclicos fueron, con diferencia, los que más recetaron los
médicos de Atención Primaria sin que estuviesen indicados, de forma protocolaria y específica, a los pacientes que les refirieron su problema (en concreto, un 81,4 por ciento de todos los analizados en el estudio).
Esta prevalencia se debió, según se explica, a un tricíclico determinado, la
amitriptilina, que en efecto se prescribió fuera de su uso prefijado por los manuales de práctica clínica hasta en un 93 por ciento de ocasiones.
Evidencia científica de los medicamentos prescritos 'fuera de protocolo'
La
trazodona, antidepresivo que se utiliza para el insomnio, se ha revelado como el más común de los medicamentos de esta clase prescrito fuera de la indicación aprobada (un 26,2 por ciento de las veces en el recuento del estudio).
Asimismo, éste descubre que, en solo un 15,9 por ciento de todas las prescripciones no aprobadas para ese uso específico, los medicamentos recetados poseían evidencia científica sólida de ser útiles para el problema que presentaba el paciente en el centro de salud. Y en un 39,6 por ciento de las ocasiones, en efecto existía una
alternativa farmacológica de otro antidepresivo que sí tenía esa evidencia para ese uso concreto.
Para los restantes fármacos contabilizados (44,6 por ciento) no había demostración científica de su validez para la patología presentada por el paciente ni tampoco alternativa en el
vademécum que cumpliese ese requisito.
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