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Primaria ya sufre la "carga asistencial" por los autodiagnósticos con IA

Dos médicos de Atención Primaria analizan los riesgos de uso de esta tecnología por parte de los pacientes

Jorge Pérez, miembro de la Junta de SoMaMFyC y Carlos Durán, responsable del grupo de trabajo de Salud Digital de SEMG.


28 dic 2025. 14.00H
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Dos de cada tres personas acuden a la Inteligencia Artificial (IA) para buscar respuestas sobre un tema de salud. En muchos casos, es después de la consulta cuando recurren a su médico de Familia, lo que repercute no solo en su bienestar, sino también en la relación médico-paciente y en el tiempo necesario para cada consulta. “Puede hacer que los pacientes a veces tengan la sensación de tener algo más grave de lo que realmente tienen o, al revés, que le den poca importancia a algo que sí la tiene”, explica a Redacción Médica Jorge Pérez, miembro de la Junta de la Sociedad Madrileña de Medicina Familiar y Comunitaria (SoMaMFyC). Además, junto a Carlos Durán, responsable del grupo de trabajo de Salud Digital de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), analiza los riesgos que entrañan este tipo de comportamientos.


Los riesgos del uso de la IA para la salud del paciente


Durán explica que, en muchas ocasiones, se ve obligado a realizar un trabajo de contención durante el tiempo de consulta. “En Atención Primaria vemos más miedo en consulta que patologías”, afirma. Asegura que el uso de estas herramientas está generando un miedo exacerbado entre los pacientes, lo que afecta también al trabajo de los profesionales. “En el facultativo lo que hace es generar dudas. En lugar de ser objetivos y entender la ansiedad del paciente y su contexto, nos centramos en el miedo a la patología por la que viene. De alguna forma, empeoramos esa ansiedad”, cuenta. “Creo que puede generar más pruebas innecesarias, más derivaciones, más presión asistencial y un aumento del tiempo en las consultas”, agrega.

Para él, la Inteligencia Artificial debe encuadrarse en la relación médico-paciente solo en lo que refiere al plano administrativo. “Me enfocaría más en poder hacer una nota clínica de manera efectiva, en la que yo pueda charlar con mi paciente, explorarlo y explicarle las cosas. También convendría que la petición de la prueba se gestione de manera automática y lo mismo con la receta, sin necesidad de estar tecleando delante del ordenador y perdiendo la atención del paciente”, sostiene. En este punto, Pérez, que realizó un máster en inteligencia artificial y salud, destaca que actualmente las IA solo funcionan para tareas muy específicas. “Hay muchas pequeñas IA que se utilizan para cada cosa porque es para lo que son eficientes, pero no hay una general. Entonces, estas generales, que son inteligencias artificiales de lenguaje, venden que muchas veces pueden interpretar radiografías, pero como no están entrenadas concretamente para esas radiografías o concretamente para esos TAC, realmente no son útiles”, asegura.


La importancia de la formación en IA


En este sentido, insiste en la necesidad de ser conscientes de que las inteligencias artificiales en salud tienen sesgos. “Se equivocan y funcionan en función de cómo se las haya entrenado. Si yo a la inteligencia artificial, sobre todo en el caso médico, la entreno con población de entre 20 y 60 años, me va a contestar con lo que suele pasarle a esa población y, a lo mejor, no me va a responder bien si le pregunto por un niño de 5 o 10 años”, ejemplifica. “También influyen la procedencia de la persona u otra serie de factores”, añade. Además, incide en la cuestión de la privacidad: muchas de estas inteligencias artificiales tienen sus bases de datos fuera del país o incluso en otros continentes, por lo que los datos de salud acaban en países con legislaciones de protección distintas a las europeas.

Ante este panorama, ambos profesionales coinciden en la importancia de que el médico asuma un rol de educación sanitaria con sus pacientes, teniendo en cuenta las limitaciones de la inteligencia artificial. Para ello, la formación es clave. “Tenemos que empezar por la formación en competencias digitales, lo que incluye explicar las características de la inteligencia artificial e incidir en que deben ser herramientas contrastadas, validadas, sostenibles y situadas en un marco ético”, concluyen. Además, subrayan que, en este escenario, la IA debe ser una herramienta más al servicio del profesional sanitario, que sigue siendo el responsable último del paciente. Por tanto, como médicos tienen el deber de trasladar esta idea a sus pacientes.
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