La llegada como residente a un centro de salud debería ser muy distinta a lo que se están encontrando: unas
plantillas a la mitad por las vacaciones, profesionales de Atención Primaria que no dan abasto para atender a sus pacientes, y la quinta ola recayendo principalmente sobre este nivel asistencial. Por eso, muchos médicos han optado por no ser tutores. Pero los que sí han seguido con esta labor tienen ahora una
doble función: ejercer un "sobreesfuerzo" para poder formar y hacerlo bien. De otra manera se podría "matar vocaciones".
Lo habitual es que al residente, cuando llega a un centro de salud, se le
encomienden tareas de gestión de pacientes, entre ellas el
tratamiento informático de la historia. Poco a poco se les va introduciendo en la práctica clínica, se les enseña exploraciones y se les hace una "tutorización en sentido literal", para "ir adquiriendo
responsabilidades paralelas a la formación que se le va dando".
"Cuando el incremento de la actividad hace que se reduzca el tiempo de dediciación con estos residentes, creo que tenemos un deber étio de hacer un esfuerzo adicional con ellos. Es nuestra responsabilidad intentar que se sientan bien independientemente de que el entorno sea el que vivimos.
Deben sentir que tienen todo el respaldo y el apoyo de los tutores", opina
Lorenzo Armenteros, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y tutor MIR, que considera que "deben formar bien".
La buena formación, un "esfuerzo agotador"
Sin embargo, "la tensión por el
exceso de trabajo puede hacer que no se cumplan con las expectativas con las que un residente llega a un centro de salud". "Es una dualidad: por un lado hay un
exceso de trabajo y actividad que nos come diariamente, a lo que se le añaden las tareas burocáticas. La llegada de un residente incrementa nuestro trabajo, pero para hacerlo responsablemente nos exige un esfuerzo suplementario para que no se sientan mal y reciban la formación que merecen. Este tiene que ser ahora todavía mayor porque es necesario tener muchos médicos de Familia formados. Pero se basa en un
esfuerzo personal agotador".
"Cuanto menos tutores haya, menos residentes formados va a haber y más tardío será el recargo generacional"
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De no hacer este esfurzo, y como "especialidad que es una hermana pobre del Sistema Nacional de Salud", si "la doncencia no es la más adecuada matamos vocaciones". "No de los que ya vienen, sino de las generaciones futuras".
"El encuentro con el sistema sanitario exige un
esfuerzo para estimular al residente que llega con toda la ilusión del mundo. A veces frustrante que en estas condiciones se difuminen las vocaciones o que se transmita hacia las próximas oleadas de residentes una senación de deterioro de la Atención Primaria".
No todos están dispuestos a ser tutores
Armenteros es uno de esos médicos de Familia que no ha dejado de serlo "por una
decisión personal",que le requiere un "sobreesfuerzo", a veces sacrificando su propio ocio. Pero entiende que
haya compañeros que este año hayan renunciado.
Considera que, con "el
verdadero desprecio que se hace a la Atención Primaria y la sobrecarga laboral que tienen", muchos de los tutores no cojan residentes si no tienen posibildiad de compaginar la formación de MIR con su trabajo. "Pero eso a la vez es un círculo vicioso: cuantos menos tutores haya,
menos residentes formados va a haber y más tardío será el recargo generacional".
"Primaria está mal en todos los aspectos. El trabajo que genera la quinta ola hace que
la llegada de los nuevos residentes no haya sido la más idónea. Se encuentran con tutores muy cargados de demanda inmediata, con lo que la receptividad que se pueda tener con esos MIR, que llegan por primera vez a un centro de salud y necesitan tiempo, sea complicada".
Los residentes 'mayores', por su parte, lo viven de una manera diferente porque conocen ya la situación de la pandemia, tanto en estos centros de salud como en los hospitales, por lo que lo asimilan mejor. "Peor los residentes nuevos necesitan más tiempo de dedicación en esa primera etapa", señala Armenteros. Y no siempre lo encuentran.
"Eso obliga desde un aspecto responsable a
exigirnos un mayor tiempo y esuferzo suplementario a todo lo que estamos haciendo como consecuencia del Covid-19 y a esta quinta ola que está centrada en la Atención Primaria. Como siempre, el esfuerzo de la tutorización es altruista, está basado en la voacación. Eso hace que muchos no lo queramos dejar, pero para que se pueda hacer de forma correcta nos obliga a un sacrificio mucho mayor", concluye.
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