Bajo la premisa de que la
duda vacunal está aumentando en los últimos años, especialmente en países con vacunación obligatoria, el Grupo de Trabajo en Bioética de la
Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC) ha analizado qué deben hacer los profesionales e instituciones. Su principal conclusión ha sido que "la imposición de programas de
vacunación obligatoria contribuye a aumentar la duda vacunal, además de debilitar la confianza de la sociedad en los profesionales sanitarios".
Según un estudio impulsado por
The Vaccine Confidence -programa en el que colaboran la OMS y Unicef-, en España la población escéptica respecto a la seguridad de las vacunas -el 8,93 por ciento- y a su efectividad -el 7,11 por ciento- es
inferior a la media europea, donde un 17 por ciento de la población desconfía de la seguridad de las vacunas y un 11,3 por ciento lo hace de su efectividad.
Entre los motivos del
aumento de la desconfianza sobre las vacunas están "la creciente cientificación de la sociedad, las estrategias de empoderamiento en salud de los ciudadanos, las evidencias reveladas sobre la influencia de los intereses comerciales en el conocimiento biomédico o los daños producidos por la progresiva medicalización de la vida", según destaca
Abel Novoa, coordinador del Grupo de Trabajo sobre Bioética de la semFYC.
Argumentos respetuosos
La respuesta que los profesionales deben dar ante esta situación ha de basarse en "explorar la duda vacunal de manera sistemática, aunque no se hayan expresado explícitamente en la consulta de modo que, ante posiciones contrarias a las vacunas o de duda vacunal, se aporten
argumentos en términos razonables y respetuosos. Este es el único camino para fortalecer la confianza", señala Novoa.
Esta situación puede seguir complicándose, ya que ante una sociedad cada vez más informada y un conocimiento científico siempre provisional, "es previsible que la
duda vacunal siga aumentando".
En este sentido, los expertos defienden que "no es productivo para la búsqueda de soluciones [...] interpretar la duda vacunal y las posiciones contrarias a las vacunas como un problema de ignorancia, de maltrato parental o de daño grave para la salud pública y el bien común".
La propia semFYC ha defendido siempre que las vacunas que han demostrado ser eficaces y que gozan de consenso científico deben
implantarse a través de la recomendación, que no obligación, de forma simultánea y homogénea".
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