A medida que se va poniendo en práctica en entornos sanitarios, se descubre los efectos beneficiosos del mindfulness en numerosas patologías. “Está enfocado a mejorar la calidad de vida del paciente” explica Rafael Casquero, médico de Familia y miembro de los Grupos de Trabajo de Comunicación y Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen).
Tras ensayarlo y comprobar sus buenos resultados para tratar la ansiedad, la depresión o las ideas suicidas, se avanzó en otros trastornos psicológicos, como los de la conducta alimentaria y la personalidad.
De ahí, dice Casquero, pasó a demostrar su eficacia en dolor crónico, “fibromialgia inclusive”, enfermedades de la piel como la psoriasis, artritis, lumbalgias, asma, diabetes o síndrome del intestino irritable. Eso sí, como “tratamiento en general coadyuvante, complementario a los pautados por los distintos especialistas”.
Este médico de Familia, conocedor y practicante desde hace años de la técnica, señala que “en los centros de salud se están empezando a formar grupos de mindfulness que son guiados por médicos o enfermeros expertos, que dominan la meditación y lo aplican a grupos de pacientes”.
Se trata de un paso en la implantación de esta práctica, que parte de la meditación oriental para aplicarla, extraído su componente religioso, en personas con enfermedades cada vez más variadas. Eso sí, Casquero advierte que solo servirá para los pacientes “dispuestos a actuar sobre su autoconocimiento, y no todos lo están. Hay pacientes que prefieren que todo se lo den hecho”.
De bibliografías a grupos
Hasta ahora, se motivaba la práctica del mindfulness desde la consulta facilitando al paciente interesado un listado bibliográfico para ponerlo en práctica desde su casa. Con su expansión, se están comenzando a formar los primeros grupos en centros de salud, algo que es “más rentable, económico y gratificante porque las actividades grupales tienen un plus de eficacia”.
Por eso, en Semergen se está empezando a plantear un proyecto que mida el efecto de esta técnica en Primaria. Ya ha habido mediciones en población española, “comprobando que las personas que la practican se estrellan menos contra la realidad y son capaces de reaccionar positivamente”.
Todavía no hay fechas o procedimientos para ponerlo en marcha, pero la expansión de su conocimiento y la puesta en práctica de los propios médicos (lo primero es en uno mismo, explica Casquero), el planteamiento de un proyecto está cogiendo fuerza y no tardará mucho en ver la luz.
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