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El género ya no marcará el riesgo tromboembólico con fibrilación auricular

La SEMG muestra que el género no debe desempeñar un papel importante en la estratificación del riesgo

La Jornada ‘Unidos en la Salud Cardiometabólica’.

28 sep 2024. 11.20H
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La nueva escala para valorar el riesgo tromboembólico de los pacientes con fibrilación auricular prescinde del género para simplificar la decisión de a quién anticoagular. Un estudio presentado en el último Congreso Europeo de Cardiología -dado a conocer en Toledo durante la Jornada ‘Unidos en la Salud Cardiometabólica’ de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG)-, muestra que el género no debe desempeñar un papel importante en la estratificación del riesgo para la terapia de anticoagulación en pacientes con fibrilación auricular.

Las nuevas Guías para el tratamiento de la fibrilación auricular de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC) proponen una nueva escala que prescinde del género, la CHA2DS2-VA. Los autores consideran que el sexo es un modificador del riesgo tromboembólico asociado a la edad, más que un factor de riesgo en sí mismo. Proponen que el sexo asignado al nacer o el género no se empleen para la toma de decisiones respecto a la necesidad de iniciar anticoagulación para la prevención del ictus en los pacientes con fibrilación auricular.

Durante la Jornada nacional ‘Unidos en la Salud Cardiometabólica’, celebrada los días 27 y 28 de septiembre en Toledo, en la antesala del Día Mundial del Corazón (29 de septiembre), también se analizaron las novedades de las guías de práctica clínica de la Sociedad Europea de Cardiología presentadas en su último congreso de Londres, entre ellas, las referentes a hipertensión arterial (HTA), de la mano de los expertos del Grupo de Trabajo de Cardiovascular de la SEMG.

Entre las novedades está la modificación del sistema clasificatorio de la tensión arterial, simplificándolo. Ahora se define la tensión como no elevada cuando es < 120/70 mmHg (sistólica y diastólica respectivamente), elevada cuando está entre 120-139/70-89 mmHg, e hipertensión cuando es ≥ 140/90 mmHg. Con esta clasificación se pretende incentivar la evaluación del riesgo cardiovascular futuro de los pacientes con presión arterial elevada, fundamental para decidir la estrategia terapéutica más adecuada. Sería una “emergencia hipertensiva” cuando los pacientes tienen cifras tensionales ≥ 180/110 mmHg, y en caso de mujeres embarazadas, cuando las cifras son ≥ 160/110 mmHg (precisando inmediata hospitalización).

Tratamiento dietético en pacientes hipertensos


Los expertos apuestan por el tratamiento dietético en los pacientes hipertensos que incluya el ejercicio de resistencia en combinación con nuevos planes de ejercicio aeróbico. En concreto, recomiendan ejercicio físico aeróbico: 75 minutos de intensidad vigorosa semanal como alternativa a la recomendación de 2,5 horas semanales de intensidad moderada recogido en las anteriores guías de práctica clínica, combinándolo con entrenamiento de resistencia dinámica o isométrica de intensidad baja o moderada, de dos a tres veces por semana.

A nivel dietético recomiendan que los pacientes con una ingesta alta en sodio modifiquen sus hábitos incluyendo una dieta rica en frutas y verduras y/o sustitutos de la sal con potasio (productos con 75 por ciento de cloruro sódico y 25 por ciento  de cloruro potásico), siempre que el paciente no tenga una enfermedad renal crónica moderada o severa.

Prevención, screening y seguimiento de la HTA


En materia de prevención, se recomienda el screening oportunista mediante la toma tensional en consultas para los adolescentes o los niños en última infancia cuyos padres (uno o los dos) presenten hipertensión arterial y la restricción de bebidas azucaradas desde edades tempranas.

En adultos menores 40 años se aconseja screening cada 3 años, anual si tienen más de 40 años o tienen presión alta sin necesidad de terapia farmacológica, en este último caso, con reevaluación del riesgo cardiovascular. Los pacientes con deterioro renal moderado o severo deben ser sometidos, al menos anualmente, a estudios analíticos de función renal: filtrado, creatina en suero y excreción de albumina en orina.

Los pacientes adultos con HTA bien controlada deben ser revisados anualmente con control de cifras tensionales y estimación de factores de riesgo cardiovasculares. Los pacientes menores 40 años con diagnóstico de HTA requieren despistaje de causas secundarias, empezando con el síndrome de apenas del sueño en el caso de pacientes con obesidad.

De igual forma, para un mejor manejo de la HTA las últimas recomendaciones sugieren un abordaje multidisciplinar, entrevista motivacional, implicación del paciente en su control tensional y conocimiento de su patología, toma consensuada de decisiones y todas aquellas medidas que faciliten la adherencia terapéutica.

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