Controlar la
descompensación en insuficiencia cardiaca es uno de los principales retos en el abordaje de esta enfermedad. En España, hay actualmente
800.000 personas con esta patología, que ha aumentado su prevalencia en los últimos años debido a que la mortalidad en muchas otras enfermedades
se ha reducido y ha hecho que los pacientes sean más longevos y acumulen más comorbilidades. Por ejemplo, es el caso de aquellos que tienen algún tipo de
cáncer o enfermedad arterial coronaria. Por todo ello, hay que dar un paso más en su tratamiento y la mejora de los circuitos de derivación así como la
atención ambulatoria se alzan como soluciones para ello.
María Melendo, cardióloga clínica y colaboradora del proyecto Concienciación de la Descompensación de Insuficiencia Cardiaca en España (Códice), explica para
Redacción Médica que la detección de la insuficiencia cardiaca ha avanzado mucho, al mismo tiempo que lo ha hecho su conocimiento. "El diagnóstico es
mucho más detallado y precoz. Además, las terapias están permitiendo que tratemos a los pacientes de forma
muy incipiente y mejor", apunta.
Sin embargo, hay desafíos todavía pendientes como
la descompensación en esta enfermedad. Tal y como relata Melendo, la insuficiencia cardiaca es una
patología crónica que cursa con brotes en los que se incluye la descompensación. "Son momentos que empeoran el pronóstico y agravan la enfermedad. Además, sufrilos hace más probable que se repitan en el futuro y cada vez más cerca unas de otras. Tienen un
30 por ciento más de posibilidades en los siguientes seis meses de reingresar en un hospital por esta causa y un 10 por ciento más de necesitar cualquier otro tipo de atención urgente", asegura la cardióloga.
De hecho, una de las consecuencias de las descompensaciones es que
deteriora la función ventricular y a la larga aumenta mucho la mortalidad: "Cuando el paciente se descompensa es que vamos un escalón por debajo y la
enfermedad sigue progresando". Muchas de estas descompensaciones acaban en hospitalizaciones prolongadas que debilitan a quienes las sufren.
"Las hospitalizaciones debemos tomarlas como
un ‘warning’, un dato de alarma, e intentar incidir en el tratamiento y el manejo de los pacientes
en las fases iniciales. Hay que ser muy agresivos y no dejar que la enfermedad progrese", valora Melendo. Controlar esta situación repercutiría también en las arcas sanitarias, puesto que la insuficiencia cardiaca
supone un 4 por ciento del gasto de salud, unos 2.500.000.000 euros anuales, y de ellos, casi el 80 por ciento se debe a ingresos hospitalarios.
Soluciones para reducir descompensaciones
Reducir los ingresos y las descompensaciones es un objetivo que persiguen los cardiólogos y en el que cobran gran importancia
las Unidades de Día y los circuitos para acceder a ellas. "Son un punto intermedio para el paciente que está entre Urgencias y el ingreso, y pueden evitar la hospitalización. Tratar en estas unidades protocolizadas es
más fácil y homogéneo", explica Melendo. Por este motivo nació también el
proyecto Codice, que aborda cómo tratar las descompensaciones en tres patas, según especifica la colaboradora de esta iniciativa, y ofrece a cualquier médico dedicado a la insuficiencia cardiaca o que tenga un paciente con esta patología
un checklist mental esquematizado y unificado sobre qué hacer.
"Está bien intentar
aunar las distintas caras que tiene la patología de la insuficiencia cardiaca. No es sólo el ingreso, también se puede ver al paciente descompensado en
una consulta de Atención Primaria o en el hospital de día. Está bien tener una hoja de ruta en común de todas estas partes, porque la insuficiencia cardiaca
es un continuo, que no se soluciona solo en el hospital", argumenta.
Primero, hay que saber si el paciente tiene criterios de gravedad
que requieran un ingreso y si algo impide que pueda ser
un paciente ambulatorio, que al final es lo que buscan los profesionales. En esta misma línea, la siguiente fase es
la estabilización, que suele hacerse con diuréticos, e identificar si ha habido algún desencadenante de la descompensación que pueda ser reversible. "Puede que el paciente no haya tomado adecuadamente la medicación y eso genere esa descompensación o, por el contrario, que sea un
empeoramiento de la enfermedad y luego se detecte comorbilidad", comenta Melendo.
Por último, hay que intentar
optimizar la terapia fundacional de la insuficiencia cardiaca, que es la cuádruple terapia de base, y si estamos ante una descompensación, añadir el quinto fármaco.
Aunar los circuitos de derivación
No hay que olvidar que los médicos de Atención Primaria también juega un papel fundamental en el
control de los pacientes con insuficiencia cardiaca. Por un lado, son relevantes en unificar el manejo de la enfermedad y ser la "piedra angular del paciente"; y por otro lado, son los especialistas que más cerca están del entorno social del enfermo y quienes pueden darles una mayor educación al respecto.
"Es perfecto para detectar problemas, por ejemplo de
cumplimiento del tratamiento, de adherencia, de manejo en el domicilio y de registrar si detecta algún problema social que impida que el paciente esté consumiendo la medicación. Asimismo,
ayudan a dotarle del conocimiento educacional que requiere la implementación a nivel ambulatorio", manifiesta la experta.
En definitiva, Melendo apuesta por
mejorar los circuitos de derivación que pivotan en tres puntos: la Atención Primaria, las Urgencias y los sistemas hospitalarios. "Así podremos identificar o detectar precozmente al paciente descompensado o al paciente que está debutando con insuficiencia cardiaca. Debemos mejorar esos circuitos, ya que igual que
el paciente es un continuo, la atención que se le da también debe serlo", concluye.
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