Eduardo Ortega Socorro / Imagen: Miguel Fernández de Vega. Madrid
Marta Moreno, senior director, Government Affairs & Market Access de Celgene, asegura que su compañía está a favor de nuevos modelos de financiación de medicamentos, y particularmente apuesta por el pago por resultados. En la entrevista concedida a Redacción Médica, afirma: “estoy dispuesta a pagar nuestro producto en los casos en los que la supervivencia global no se alcance y fracase”.
Comienza el curso sanitario. ¿Qué meses cree que le esperan al medicamento innovador, con unas elecciones a finales de año?
Es un momento muy interesante, tanto para la industria farmacéutica innovadora como para los pacientes. Estamos poniendo mucho empeño y dedicación para hacer que nuevas terapias, con un perfil mejor y más adecuado y tolerable, lleguen a los enfermos y al mercado. Los laboratorios estamos colaborando mucho con este fin.
Todo esto supone un gran reto también para las administraciones. Tendremos elecciones generales en breve y entiendo que las personas que lleguen al Gobierno analizarán las mejores fórmulas y vías para responder a este desafío, que al final va a ser de todos, incluida la propia industria.
¿Cree que un posible cambio de colores en el Gobierno puede aparejar también modificaciones en la política farmacéutica?
Esperemos que no. Desde todas las patronales y también desde los laboratorios siempre estamos reclamando más predictibilidad, porque necesitamos saber cuál es la hora de ruta que sigue el Estado en política farmacéutica.
En los últimos años esto no ha sido así. Hemos tenido cuatro reales decreto que nos han sorprendido en muchas de las áreas, y sobre la mesa el de precios y financiación que también va a traer cambios en el futuro. Estamos intentando llegar a acuerdos con el Gobierno en esta materia, y algunas cosas se han conseguido, pero seguimos necesitando más predictibilidad. En eso estamos trabajando todos.
¿Qué productos planea lanzar Celgene en España en los próximos meses?
Lo cierto es que, en este sentido, Celgene es una compañía que está de enhorabuena. En septiembre lanzamos Revlimid, lenalidomida, en pacientes de nuevo diagnóstico de mieloma múltiple. Gracias a este producto abordamos una necesidad no cubierta y nos convertimos en la compañía número uno en mieloma múltiple, dado que tenemos todos los fármacos que son necesarios para cubrir las diferentes líneas: la primera, la segunda y la tercera, que se trata con pomalidomida, que comercializamos el año pasado en España.
Esperamos que todos los pacientes que lo necesiten se puedan beneficiar de lenalidomida en primera línea. También esperamos, el año que viene, poder lanzar apremilast (Otezla), para psoriasis y artritis psoriásica. Esta sería la primera vez que Celgene entra en el área de la inmunología. El fármaco con el que nos estrenamos es la primera alternativa oral a los biológicos que ya existen contra estas enfermedades, con un perfil de seguridad que va a permitir que los pacientes no tengan que ir una vez al mes al hospital a ser monitorizados. Esperamos tener el reembolso público, por el que ya estamos en negociaciones, pronto para poder celebrarlo.
Además, en breve pediremos una nueva indicación para Vidaza (Azacitidina)para el tratamiento del síndrome mielodisplásico en pacientes con más de 30 blastos. Aunque ya muchos pacientes se están beneficiando de nuestro fármaco en este uso, muchos más lo harán si recibe la indicación.
Asimismo, también esperamos recibir en 2016 autorización de nueva indicación para lenalidomida, en linfoma de células de manto. En definitiva, el ‘pipeline' que tenemos es muy potente y con muchas novedades para los pacientes.
Moreno no espera cambios en la política farmacéutica nacional tras las elecciones.
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La directiva de Celgene apuesta por mantener la
inversión en Oncología.
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¿Sigue siendo la investigación en Oncología rentable teniendo en cuenta los elevados costes de la I+D y unos precios financiados decrecientes?
Indiscutiblemente sí. Los expertos ya anuncian que uno de cada dos pacientes va a padecer cáncer en el futuro. Toda la inversión que hagamos es poca y necesaria con el fin de cubrir esta área. Su coste, es cierto, es importante, por la investigación, por el tipo de moléculas que son y porque las autoridades reguladoras nos exigen más resultados y que los productos aporten algo realmente superior a lo que hay disponible.
Sin duda, son muchos los retos sobre la mesa, pero estamos obligados a invertir. Y en cuanto a la administración sanitaria, tiene que ser responsable y responder a las necesidades que va a generar el cáncer. Habrá que dar con las fórmulas adecuadas para poder financiar estas terapias. En ese sentido, Celgene es una compañía que avanza bastante y apostamos por modelos innovadores de precios, de acercamientos a las comunidades autónomas y las administraciones…
En este ámbito tenemos algunos avances prometedores en la compañía. Dentro de la franquicia de hematología hay fármacos en ensayos en fase II que pintan muy bien, como luspatercept, en leucemia mieloide aguda. También estamos logrando avances en inmunoinflamación, que está dando muchas esperanzas porque permite ir mucho más allá del tratamiento tradicional y asociarlo al área de la inmunología.
Aparte de apremilast vamos a tener otro producto con unas expectativas muy buenas para el área del Crohn. Se llama Morgensen y los resultados que tenemos son muy positivos. Además, adquirimos recientemente una empresa llamada Receptos, incluyendo uno de sus fármacos, Ozanimob, que es para enfermedades inflamatorias intestinales y esclerosis múltiple, otra área nueva para nosotros que tendremos que afrontar, pero estamos contentos con todos estos desafíos.
¿Cómo ve la compañía el área de la inmuno-oncología, como una oportunidad o como una amenaza?
Es un reto y una oportunidad. Si fracasamos en ello, que no quede que no hemos hecho todo lo posible para hacer lo mejor por los pacientes. Hay mucho terreno por delante, ya estamos trabajando en él y tenemos mucha ilusión por comenzar a abarcarlo.
Moreno da su visión de la negociación de precios entre la industria farmacéutica y la Administración.
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¿Cree que la financiación de la hepatitis C va a llevar a que falten recursos en otras áreas, generando pacientes de primera y segunda?
Espero que no. Sí que es cierto que, debido a las necesidades que había generado la hepatitis C, las administraciones han tenido que crear un plan específico para poder poner a disposición de los pacientes las nuevas terapias en el menor tiempo posible. Esto es una realidad, pero no tiene por qué significar que vaya a haber pacientes de primera o de segunda. Las autoridades sanitarias son muy conscientes que representa la Oncología, por ejemplo. Lógicamente están muy preocupados por lo que suponen los costes de estos fármacos, pero están viendo el valor que aportan y que los pacientes los necesitan.
Las propias autoridades consideran que lo peor de la crisis ya ha pasado. ¿Es esto así para la industria farmacéutica?
Depende del prisma desde el que se mire. SI hablamos de autorizaciones de nuevos fármacos o del acceso al mercado en sí mismo, todavía estamos en una época en la que se puede mejorar mucho. Se han optimizado los tiempos, pero se han tomado decisiones como no financiar determinados fármacos porque no llegan a una necesidad no cubierta o no se tiene dinero para financiarlo.
Todo esto supone un desafío para la industria que hemos de afrontar, porque tenemos que demostrar todavía más la eficiencia de nuestros fármacos. En el área de lo que es puramente precio y reembolso y acceso al mercado, no estamos mejor que antes o no ha mejorado la situación.
Las autoridades nos siguen poniendo sobre la mesa el control del gasto durante las negociaciones. Ahora bien, creo que es interesante hacer ver que hay muchas fórmulas para llegar a esa financiación: hay acuerdos de riesgo, de partenariado…
Lo que sí hay que reconocer es que se ha mejorado mucho en el área de la deuda. El esfuerzo del gobierno ahí ha sido muy grande. Antes, en estábamos en un periodo medio de pago de casi 900 días, y ahora en 178 días.
Esto entra dentro del área de la predictibilidad. Era muy difícil explicarles a nuestros jefes que no sabíamos cuándo sabríamos sí un fármaco entraba en financiación pública ni cuándo cobraríamos los medicamentos que servíamos al sistema sanitario. Era difícil de entender. Pero, al menos, una de las patas de la mesa de ha abordado. Esto da tranquilidad a nuestros jefes europeos y de Estados Unidos.
¿Cómo valora las nuevas fórmulas de financiación de fármacos, como los techos de gasto firmados por algunos de los proveedores de los nuevos fármacos de hepatitis C?
Depende del tipo de acuerdo al que llegues. En particular algunos de los techos de gasto que se han acordado yo no los habría firmado, aunque depende. No conozco todos los detalles ni el desarrollo de esos pactos. Pero si la pregunta es si Celgene está abierta a nuevos modelos de financiación en los que ambas partes colaboren y que sean diferentes, sí, indiscutiblemente sí.
Pero depende del modelo. Tenemos que ver en qué modelos creemos. Yo, fundamentalmente, creo en el pago por resultados. Ponemos a disposición de los pacientes fármacos muy, muy interesantes que mejoran la calidad de vida y la supervivencia global. Se ha avanzado un montón en esta materia.
Midamos resultados. En los casos en los que la supervivencia global no se alcance y el fármaco fracase, yo estoy dispuesta a pagar ese producto. Podemos hacer un montón de cosas por esta vía.
Viendo esta evolución en la financiación pública de medicamentos, ¿cree que habría que apostar por los AVAC (años de vida ajustados por la calidad, que ya emplea el NICE?
Creo que sería uno de los factores a tener en cuenta dentro de un modelo de financiación. Igual que estamos hablando de pagar por resultados en salud y otros modelos innovadores de precios, tener en cuenta los AVAC es indiscutible. Pero no puede ser el único factor que lleve o conduzca a la financiación del medicamento. Hay que mirar muchas otras cosas y muchos otros factores antes para tomar tal decisión.
Entrevista completa a Marta Moreno, de Celgene.
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¿Cómo se aborda la negociación de precios, tal y como está la situación en España, cuando el laboratorio ya sabe que se va a llevar el ‘no’ a la primera propuesta? Agustín Rivero, director general de Farmacia, lo califica como un regateo…
Yo prefiero no llamarlo así. Lamento no estar de acuerdo con el director general, pero no quiero pensar que los precios de los medicamentos se fijan en función a un regateo. Prefiero creer que esto se hace a través de análisis de coste-efectividad en los que se tienen en cuenta los comparadores, la supervivencia global que se aporta…
Si hay que tener en cuenta otros factores como el riesgo compartido, perfecto, pero que estén fundamentados en la farmacoeconomía de esos productos. Hay que dar un paso adelante en la medición de resultados ya, porque solo estamos viendo los costes directos provocados por el medicamento, pero no los indirectos que evita. ¿Por qué no lo medimos? Vamos a hacerlo, a tener registros del área de Hematología o de Oncohematología, como se está haciendo en el área de la hepatitis C. Vamos a ver cuántos pacientes hay, cuantos ingresos y operaciones se dejan de tener… Estamos hablando de mucho, mucho dinero.
¿Cómo valora la última medida emprendida por Sanidad en esta materia, el borrador dado a conocer del real decreto de precios y financiación de los medicamentos?
Para empezar, no sé si va a salir adelante. Algunos puntos están bien, porque vienen a tratar el tema de la predictibilidad del que hablaba antes. Por ejemplo, ya viene reflejada la revisión anual de precios, que era algo que se hacía pero no estaba reflejado en una normativa pública. Sin embargo, no se especifica en base a qué.
Aunque se ponen muchas cosas en el papel que ya se venían haciendo, no se concretan. Por ejemplo. Se indica que se va a tener en cuenta el coste-efectividad, pero no se indica cómo se va a calcular ni cuáles van a ser los comparadores. El artículo 90 también es problemático. Llega el doble precio, pero solo para los medicamentos hospitalarios, no para los dispensables en oficina de farmacia. Y esto es algo que había pedido la industria farmacéutica
Asimismo, está la cuestión de los informes de posicionamiento terapéutico (IPT).¿Por qué no se aplican en todas las comunidades autónomas? Y tal y como se definen en el real decreto estas herramientas, se abre la puerta a que las regiones hagan sus propias evaluaciones. Al final, a los laboratorios se nos ha añadido una barrera más a la que enfrentarnos, además de a comunidades autónomas y hospitales. Y aunque sea una cuestión de interpretación, de nuevo se pone en duda la predictibilidad del sistema.
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