Migraña y depresión mantienen una
relación bidireccional. Ambas, con elevada prevalencia entre mujeres jóvenes, laboralmente activas y en una de las etapas vitales con mayor repercusión familiar y social. Hablamos con dos profesionales del Hospital Clínic,
la neuróloga Neus Fabregat y la enfermera de práctica avanzada en cefalea Teresa Marco, sobre esta realidad y su correcto abordaje, tras su participación en el encuentro “Conversaciones en migraña”, organizado por Lundbeck, en el que se ha abordado la
conexión entre migraña y salud mental.
Depresión y migraña tienen una elevada prevalencia sobre la población general, con un claro predominio en mujeres entre los 25 y 45 años. Además,
“la prevalencia de sintomatología depresiva en las personas con migraña es del 51,7%, la cifra más elevada entre las diversas enfermedades neurológicas”, señala Fabregat.
Como advierte esta especialista,
“un 26% de los pacientes diagnosticados de migraña tenían como antecedente haber presentado sintomatología depresiva previamente. Los pacientes con migraña presentan mayores porcentajes de depresión, y en ello se ha visto que influyen una serie de factores. En el sentido opuesto, el estrés generado por la ansiedad o sintomatología depresiva es uno de los factores que contribuye a convertir una migraña episódica en migraña crónica”.
Ante esta situación, cabe preguntarse por los principales factores de riesgo para el desarrollo de depresión en personas con migraña y viceversa. Fabregat alude a un estudio realizado sobre más de 5.000 pacientes con migraña, donde se vio que tener entre 25 y 44 años, presentar una cefalea moderada-severa con interferencia en las actividades de la vida diaria, baja actividad física, percepción de contar con mala salud, tener tres o más enfermedades crónicas, sufrir un proceso de separación o divorcio, o no tener empleo, figuran entre ellos. Por otro lado, “
se ha visto que la ansiedad tiene más probabilidad de aparecer por encima de tres días de cefalea al mes y la depresión de 19”, matiza esta experta.
En cuanto a los síntomas depresivos que suelen predominar entre las personas con migraña,
“más del 60 % tendrán problemas de atención y concentración, así como trastornos del sueño, apatía, anhedonia y ansiedad anticipatoria”, recalca la neuróloga del Clínic.
¿Hasta qué punto se puede prevenir la comorbilidad psiquiátrica en personas con migraña? Para Fabregat es importante tenerla presente y detectarla de forma proactiva en la visita médica mediante una anamnesis dirigida o bien a través de escalas breves de screening autocumplimentadas por el propio paciente. Una vez detectada, es importante aportar los recursos necesarios para su resolución.
Abordaje de migraña comórbida con depresión
¿Cómo se lleva a cabo el abordaje de ambas entidades en un mismo paciente? ¿Qué papel juega Psiquiatría? Según Fabregat,
“en las unidades o consultas especializadas en cefalea, como es nuestro caso, es necesario establecer circuitos ágiles de derivación a Psiquiatría para un abordaje conjunto de los pacientes que lo precisen. Por otro lado, es importante que haya sesiones conjuntas donde abordar de forma multidisciplinar los casos complejos”.
En su caso, independientemente del circuito de derivación a Psiquiatría para los pacientes en los que se diagnostica ansiedad o depresión,
disponen de una psicóloga a tiempo parcial, cuya función es facilitar a los pacientes con migraña discapacitante, herramientas para el abordaje y manejo del dolor crónico desde el punto de vista psicológico.
Según esta experta,
“a nivel farmacológico, la depresión en pacientes con migraña debe tratarse mediante el fármaco antidepresivo que mejor se adapte al perfil del paciente, buscando facilitar el sueño, una mejor combinación con preventivos para la cefalea, con menos efectos adversos y mejor perfil en dolor. Respecto al péptido relacionado con el gen de la calcitonina (CGRP), se ha visto que los síntomas depresivos aumentan los niveles de CGRP en saliva por encima de los pacientes que tienen sólo migraña sin síntomas depresivos. Los pacientes tratados con anticuerpos monoclonales contra el CGRP que mejoran de su cefalea, presentan, asimismo, mejoría en las escalas de ansiedad/ depresión, y esta mejoría es especialmente visible en el primer trimestre”.
El papel de la enfermería en migraña y depresión comórbida
Como explica Teresa Marco, enfermera del servicio de Neurología del Hospital Clínic, las enfermeras de cefaleas desempeñan un papel crucial en el manejo y seguimiento de las personas con migraña y depresión comórbida.
“Dentro de las intervenciones que realizamos se incluye la educación al paciente, el control de las crisis, se proporciona apoyo y empatía, lo cual es esencial para mejorar la calidad de vida del paciente y reducir el estigma asociado con ambas condiciones, y, finalmente, se trabaja de manera coordinada con neurólogos y psicólogos para asegurar un enfoque integral en el tratamiento”.
Igualmente,
la enfermería especializada en cefaleas juega un papel esencial en la detección temprana de perfiles potencialmente depresivos, tanto en la evaluación inicial -donde puede identificar factores de riesgo y estresantes, así como síntomas de depresión a través de la entrevista estructurada y los cuestionarios específicos-, como en el seguimiento, pudiendo derivar al paciente a servicios de salud mental para una evaluación más profunda y tratamiento adecuado.
Las personas con migraña y depresión reciben apoyo integral de profesionales de enfermería de cefaleas a través de diversas estrategias. En palabras de Teresa Marco,
“se les educa sobre el manejo de desencadenantes y se les enseña técnicas de relajación y manejo del estrés, como la meditación, el mindfulness y la respiración profunda. También se les asesora sobre una dieta equilibrada, un buen descanso nocturno y la importancia de la actividad física moderada.
Además, realizamos un monitoreo constante de las crisis, ajustando el tratamiento según sea necesario.
Proporcionamos apoyo emocional mediante la escucha activa y facilitamos grupos de apoyo para compartir experiencias. Finalmente, coordinamos el cuidado con otros profesionales de la salud, garantizando un enfoque integral y mejorando la calidad de vida de los pacientes”.
En este proceso,
una buena relación terapéutica entre enfermería de cefalea y paciente es clave, ya que “influye positivamente en la evolución y pronóstico de la migraña y la depresión. Esta relación se basa en la confianza, la empatía y la comunicación efectiva, lo que fomenta la adherencia al tratamiento y el seguimiento de las recomendaciones de autocuidado. Además, facilita la detección temprana de cambios en los síntomas, permitiendo ajustes oportunos en el manejo”. También es una relación basada en el respeto, reconociendo la autonomía del paciente y sus decisiones sobre su propio cuidado, y la colaboración entre profesional y afectado para desarrollar un plan de cuidado personalizado y participativo.
Sin embargo, todavía existen necesidades médicas no cubiertas en el abordaje de la migraña y depresión comórbida desde el nivel asistencial de la enfermería.
Esta profesional destaca que “se requiere formación especializada continua para manejar ambas condiciones y su interrelación, contar con recursos de apoyo para el seguimiento de los síntomas y disponer de tiempo suficiente en las consultas para ofrecer una atención integral y personalizada. Además, la colaboración interdisciplinaria debe mejorarse para asegurar un enfoque más completo, y se necesita una mayor integración de servicios de salud mental para proporcionar un tratamiento conjunto y coherente”.
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