El
Servicio Galego de Saúde (Sergas) apuesta por priorizar el uso de
inhaladores de polvo seco (DPI) y de niebla fina (SMI) en sustitución de los tradicionales
inhaladores de cartucho presurizado (pMDI). Se trata de una medida que busca
reducir la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), con una disminución estimada del entre un 95 y un 98 por ciento de la huella de carbono emitida por estos productos. En el documento titulado ‘Terapia inhalada y emisión de gases de efecto invernadero’, el Sergas destaca que los inhaladores de cartucho presurizado, que emplean gases hidrofluorocarbonados (HFC) como propelentes, son responsables de una importante parte de la
huella de carbono, similar a la contaminación emitida por
400.000 coches anuales en España.
Para combatir esta situación, este organismo propone
priorizar el uso de inhaladores de polvo seco y niebla fina, dos alternativas que
no utilizan gases contaminantes y que pueden reducir hasta un 98 por ciento las emisiones de carbono en comparación, con los inhaladores presurizados. Según el informe, esta medida, además de ser
respetuosa con el medio ambiente, no compromete la eficacia del tratamiento en pacientes con enfermedades respiratorias como el asma o la EPOC, siempre que la transición a estos nuevos dispositivos se realice de manera adecuada y
consensuada entre el médico y el paciente.
“Todas las actuaciones encaminadas a
reducir la huella de carbono de los inhaladores pMDI deberán realizarse de forma individual y de acuerdo con el paciente, sin poner en riesgo el control de su enfermedad”, señala el informe.
Huella de carbono de los inhaladores
Los
inhaladores de cartucho presurizado utilizan gases hidrofluorocarbonados para facilitar la llegada del medicamento a los pulmones del paciente. Estos gases, sin embargo, tienen un
alto potencial de calentamiento global. Según el informe, el cambio climático ha agravado las patologías respiratorias, que son especialmente sensibles a las condiciones ambientales, como el aumento de temperaturas, la contaminación y el incremento de los niveles de polen.
En concreto, enfermedades como el
asma y la
EPOC se ven afectadas por estos factores, por lo que resulta imperativo minimizar las
emisiones derivadas de los tratamientos inhalados.
En España, aproximadamente el 52 por ciento de los inhaladores utilizados son
presurizados, lo que se traduce en una emisión de
400.000 toneladas de CO2 equivalentes al año. Si bien esta cifra representa un 1 por ciento de las emisiones totales del país, en términos absolutos, el impacto es equivalente al de
400.000 automóviles durante un año.
En este sentido, el
Sergas advierte de que, si bien el uso de los pMDI está justificado en algunos casos debido a las necesidades clínicas del paciente, la
transición a alternativas más sostenibles debe ser una prioridad para reducir la huella de carbono.
Ventajas de los inhaladores en polvo seco
Los
inhaladores de polvo seco (DPI) y de niebla fina (SMI) se presentan como las mejores alternativas para
reducir el impacto ambiental sin comprometer el tratamiento de las enfermedades respiratorias. Los DPI no
contienen propulsores, y su diseño permite que el fármaco se libere por acción del flujo inspiratorio del paciente, lo que elimina la necesidad de usar gases contaminantes.
Los inhaladores de niebla fina, por su parte, generan una
nube de vapor suave sin necesidad de propulsores, situándose como una opción híbrida entre los pMDI y los nebulizadores.
Además, el informe recalca que los inhaladores en polvo seco tienen una
huella de carbono hasta 18 veces menor que los inhaladores presurizados y son igualmente efectivos para el tratamiento de enfermedades respiratorias.
En términos de seguridad y eficacia clínica, tanto los DPI como los SMI ofrecen
resultados comparables a los pMDI, siempre que se seleccionen de acuerdo con las
necesidades individuales de cada paciente.
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