La urticaria crónica espontánea (UCE) permanece en un 11,3 por ciento de los enfermos durante más de cinco años, y, en un 8,7 por ciento, entre un año y un lustro. Esta persistencia de las lesiones da pie a complicaciones que atañen a diversas especialidades médicas, según han destacado los especialistas durante el primer foro nacional exclusivo de esta patología organizado por Novartis: el Urticaria Xperts Meeting.
Otro aspecto resaltado en la jornada ha sido el hecho de que los antihistamínicos no resuelven todos los casos de urticaria, una enfermedad que se complica y que persiste, a veces durante años. De modo que los especialistas buscan alternativas terapéuticas para los pacientes que no responden a tales fármacos, según ha precisado Ana María Giménez-Arnau, especialista de Dermatología y responsable de Inmunoalergia Cutánea del Servicio Dermatología del Hospital del Mar de Barcelona e Instituto de Mar de Investigaciones Médicas.
“Aunque el tratamiento de elección suele ser el uso de antihistamínicos H1 no sedantes, en las dosis recomendadas, e incluso incrementadas, a veces la respuesta no es aceptable, y existe un grupo de pacientes que continúa manifestando síntomas y signos de la enfermedad”, ha revelado. Por tanto –ha incidido– “es una tarea de los especialistas facilitarles nuevas alternativas de tratamiento a estos pacientes”.
En este contexto, ha precisado que, “aunque la prevalencia de la urticaria crónica espontánea en España se estima entre un 0,5 y 1 por ciento de la población general, alrededor de un 20 por ciento de la población ha padecido en algún momento algún episodio de urticaria”.
“En este sentido, resulta importante garantizar una estrategia de control de la patología, ya que afecta considerablemente a la calidad de vida de los pacientes “siendo muy invalidante, especialmente en los casos de larga duración, y un gasto sanitario importante (tanto en costes directos como indirectos)”, ha añadido.
La importancia de la relación médico-enfermo
Para Serra, no hay duda de la importancia de hacer hincapié en un aspecto que marca tanto el diagnóstico como el abordaje de la patología: una buena comunicación médico-paciente que, en palabras de la especialista, “es esencial, tanto para poder facilitar un acceso rápido al especialista adecuado para el diagnóstico y control de los síntomas, como para poder establecer una pauta de tratamiento efectiva para los pacientes que manifiestan una urticaria más rebelde”.
En este sentido, el carácter multidisciplinar de la patología desempeña un rol fundamental, ya que, tal y como ha respaldado Giménez-Arnau, “aunque tiene una base inmunológica, para la cual disponemos de tratamientos biológicos muy eficaces de tipo anti-IgE, la enfermedad tiene comorbilidades asociadas que hacen que el propio paciente sea multidisciplinar, es decir, traslacional a varias especialidades médicas. El paciente no solo es la urticaria, sino la urticaria más su entorno”.
Para concluir, al hilo del fuerte impacto de la patología en la calidad de vida del paciente, Ferrer ha incidido en la relevancia de hacer un ejercicio de sensibilización. “Tenemos que pensar que hay personas que llevan 10 o 20 años levantándose con ronchas, y a veces se les inflaman los labios y los ojos. Es una patología muy deformante. Por todo ello, realizar awareness es muy importante”, ha señalado.
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