El elevado coste de los medicamentos que se han venido lanzando en los últimos años es uno de los principales problemas con el que se enfrenta la liquidez de los estados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en materia de gasto farmacéutico. Sin embargo, en el caso de las terapias de hepatitis C la situación es todavía más dramática: la organización considera que “el impacto presupuestario inmediato de tratar a la población entera afectada es inasequible para los miembros de la OCDE”.
¿Las razones? Según un informe de la organización, la alta prevalencia del virus (que se estima que afecta a unos 185 millones de personas en todo el mundo) y el elevado coste de las terapias para tratarlo, que llevará a que el gasto en estos productos supere los 88.302 millones de euros para 2018.
Con todo, el gasto farmacéutico ha crecido en una proporción muy inferior al total destinado a la sanidad
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Sin embargo, la OCDE no carga toda la responsabilidad presupuestaria de las nuevas terapias en la hepatitis C. Cáncer, hipertensión pulmonar y enfermedades raras también son las responsables de que el gasto en medicamentos vaya a seguir creciendo en los próximos años (ha diferencia del "estancamiento" que ha sufrido el último lustro, sobre todo en Europa), lo cual lleva a la organización a avisar de la necesidad de una “reevaluación radical de las prácticas de precios”.
Y es que los medicamentos de alto coste “no siempre traen aparejados altos rendimientos en salud”, particularmente en el caso de enfermedades para las que no hay tratamientos alternativos, haciéndose con ese hueco terapéutico fármacos de precios elevados “desconectados de los beneficios que los productos tienen para los pacientes”, que en muchos casos "no son coste-efectivos”.
De hecho, el modelo de la medicina personalizada basada, en parte, en medicamentos cada vez más específicos tampoco lo es, según la OCDE. “Las empresas están desarrollando terapias cada vez más específicas para tratar a un número menor de pacientes, con precios altos para que los laboratorios puedan recuperar su inversión" y servir a los accionistas. Esto lleva a que el el problema de la eficiencia sea “cada vez más agudo” y a que los países vayan a tener que considerar “si quieren gastar una parte cada vez mayor de sus presupuestos en un menor número de pacientes y en menos beneficios en salud”.
Con todo, el informe reconoce que “el gasto farmacéutico no es un problema en sí mismo”, y que ha perdido peso dentro el incremento del gasto sanitario general. De hecho, entre 2005 y 2013, la inversión en medicamentos de los países de la OCDE creció un 0,7 por ciento, mientras que el gasto en sanidad se incrementó un 2,4 por ciento.
Acceda al informe completo de la OCDE
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