La industria farmacéutica impulsó más de
770 ensayos clínicos en España en 2022, según el Registro Español de Estudios Clínicos (REEC) de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS)1; y casi 1 de cada 10 de estos fueron llevados a cabo por Sanofi. Concretamente,
72 estudios clínicos de fases I, II y III, en los cuales participaron 800 pacientes nacionales y se involucraron
325 centros sanitarios españoles. Todo ello, con el fin de apoyar el desarrollo clínico de 40 de las 78 líneas de investigación que actualmente conforman el portafolio de I+D de Sanofi.
A tal efecto, la compañía está haciendo un gran esfuerzo. El año pasado se destinaron casi
50 millones de euros (49,4M €) en ensayos clínicos; siendo la inversión acumulada en investigación y desarrollo de los últimos cinco años de
206 millones.
Estos datos no sólo ponen de manifiesto la apuesta de
Sanofi por la I+D en nuestro país, sino también el rol estratégico que España ha adquirido en este ámbito. Tanto es así, que el año pasado fue el estado europeo en el que la compañía llevó a cabo más ensayos clínicos. Además, la mitad de esta actividad se centró en las fases más tempranas del desarrollo clínico (I y II).
"Un claro ejemplo de compromiso"
“Los ensayos clínicos fase I y II son un
claro ejemplo del compromiso en investigar moléculas innovadoras para cubrir necesidades médicas todavía no resueltas a día de hoy. Son más complejos, requieren mayores inversiones y presentan más riesgo de fracaso; pero nuestra aspiración es crear un portafolio con medicamentos first o best in class, es decir, primeros o mejores en su clase", explica
Bibiana Figueres ,responsable de la Unidad de Estudios Clínicos (CSU) en Iberia.
"Por ejemplo, estamos llevando a cabo el desarrollo de una nano-molécula y una nueva terápia génica que podrían suponer un cambio de
paradigma para el paciente o incluso la curación de enfermedades que actualmente no disponen de alternativas terapéuticas”, añade.
El equipo de estudios clínicos de Sanofi España está centrado en patologías inmuno inflamatorias, neurodegenerativas, oncológicas y
oncohematológicas, además de trastornos minoritarios y discrasias sanguíneas. Incorpora en su estrategia tanto la visión y conocimiento de investigadores y centros sanitarios estatales de referencia internacional, como las necesidades de los pacientes. Todo ello utilizando los procesos y las tecnologías más innovadoras.
En este sentido, para dar forma a la I+D y, en consecuencia, a los ensayos clínicos, la compañía está aplicando la inteligencia artificial (IA). Para ello, cuenta con un grupo de personas que trabaja de forma simultánea desde los tres Global Innovation Center de Sanofi ubicados en Barcelona, Toronto (Canadá) y Cambridge (Estados Unidos): el equipo de Ciencias Computacionales y Análisis de Datos del departamento de Digital R&D.
La IA, en pro de la eficacia y seguridad
Este grupo -formado por casi
25 científicos de datos y biólogos y científicos computacionales-, utiliza métodos de inteligencia artificial y análisis de datos para optimizar todo el proceso de I+D e intentar acelerar el descubrimiento científico. Su propósito final es acortar el ciclo de investigación de un medicamento en un
40 por ciento (de los aproximadamente 10 años actuales a seis) y, para ello, trabajan en base a tres objetivos.
El primero, reducir entre un
20 y un 30 por ciento el tiempo dedicado a identificar una diana terapéutica. Para este fin, combinan la inteligencia artificial, la imagen de microscopio y datos genéticos para entender mejor las células que están involucradas en una enfermedad y los genes que son potenciales blancos moleculares; lo que permite comprender mejor el mecanismo que gobierna las enfermedades en determinados grupos de pacientes y acelerar el desarrollo de fármacos.
La segunda meta es rebajar el número de experimentos necesarios para desarrollar un nuevo medicamento en un 40 por ciento. Para ello, desarrollan técnicas y
algoritmos de IA que permiten analizar las características de las dianas terapéuticas identificadas y las propiedades deseadas de la molécula para determinar las entidades moleculares a estudiar en laboratorio. Se trata de investigar más
rápido los tratamientos y de desarrollar terapias mejores: por ejemplo, prediciendo cómo los anticuerpos y los antígenos se mantienen unidos o persiguiendo que un medicamento pueda administrarse de forma mensual en lugar de semanal.
Tercera ambición: aumentar I+D
La tercera ambición es la de aumentar la probabilidad de éxito de los proyectos de I+D mejorando la eficacia y seguridad de los ensayos clínicos. Ya
sea identificando el perfil de paciente ideal para un tratamiento y su ensayo clínico correspondiente, anticipando la aparición de efectos adversos para mejorar la seguridad de las personas afectadas por una patología o analizando la viabilidad y probabilidades de éxito del propio ensayo.
“Utilizamos inteligencia artificial y data science en todo el proceso de I+D para contribuir a identificar dianas terapéuticas desconocidas y a encontrar nuevas moléculas para tratamientos inéditos y/o nuevas indicaciones para el portafolio de medicamentos ya existentes.
También para ayudar a reducir posibles efectos adversos. Abarcamos desde la investigación básica para identificar la raíz de una patología a la puesta en marcha de ensayos clínicos, pasando por el desarrollo de moléculas y fases pre clínicas de laboratorio”, sentencia
Albert Pla Planas, responsable de nuevas tecnologías en el equipo de Ciencias Computacionales y Análisis de Datos del departamento de Digital R&D.
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