Hace dos décadas que la industria farmacéutica inició su andadura en el ámbito de las
buenas prácticas y la transparencia. Consciente de que su tarea se desarrolla en un ámbito "tan delicado y sensible socialmente" como es el del medicamento, las acciones relacionadas con las buenas prácticas dentro de la
industria farmacéutica han ido siempre
"un paso más allá" de lo que recomienda el ordenamiento legal en nuestro país.
"Esta dinámica de buenas prácticas ha dado como resultado un sector cada vez más volcado en la
colaboración con los pacientes, para conocer sus necesidades y tratar de responder a ellas, y con la
formación continuada de los profesionales sanitarios, y a la vez en continuo diálogo con la Administración en busca de soluciones para mejorar el cuidado de la salud y
conciliar el acceso de los pacientes a la innovación y la sostenibilidad financiera del sistema sanitario", explican desde Farmaindustria.
El paso clave en este compromiso fue la
creación en el año 2001 por parte de Farmaindustria del
Sistema de Autorregulación de la Industria Farmacéutica. El sector apostó por la autorregulación porque este sistema "promueve la
mejora continua de normas de comportamiento de forma mucho más ágil", frente a los ritmos lógicos que implica la incorporación de adaptaciones o mejoras vía legislativa. De esta manera, las compañías farmacéuticas quisieron "
anticiparse en esta cultura de las buenas prácticas" y ofrecer de manera voluntaria una respuesta a las demandas de sus grupos de interés y la sociedad en general de establecer criterios y normas de conducta que
garantizaran la confianza y credibilidad en este sector.
De ahí nació esta autorregulación, sustentada sobre seis principios fundamentales:
confianza, integridad, respeto, legalidad, transparencia y prevención. Este último aspecto, el de la prevención, es especialmente relevante, puesto que el objetivo fundamental del Sistema de Autorregulación es generar en el conjunto de las compañías
una conciencia de trabajo a través de una cultura de buenas prácticas, en palabras de Farmaindustria.
Código de Buenas Prácticas de la industria farmacéutica
El compromiso del sector con las buenas prácticas se ha materializado en diversas acciones concretas. La más destacada, como se ha dicho, fue la puesta en marcha y en la continua actualización del
Código de Buenas Prácticas de la Industria Farmacéutica, que es la base del Sistema de Autorregulación. Se trata de un conjunto de normas que tienen el propósito de garantizar que la información que se pone a disposición de los
profesionales de la sanidad en la promoción de los medicamentos sea
completa, inmediata y veraz, así como para asegurar que las relaciones que las compañías y los profesionales sanitarios establecen se desarrollan respetando los más altos estándares éticos.
El código regula principalmente la
promoción de medicamentos de prescripción, la interrelación con organizaciones y profesionales sanitarios y la colaboración con asociaciones de pacientes. Incorpora la regulación legal vigente sobre la materia y la lleva más allá, generando un
marco de comportamiento que a la vez exige y facilita su cumplimiento.
Este código vive en constante evolución. Farmaindustria adoptó en 1991 como Código Español el
Código Europeo de Buenas Prácticas para la Promoción de los Medicamentos, aprobado por la Federación Europea de las Asociaciones e Industria Farmacéutica (Efpia), hasta que
en 2001 definió el propio. Desde entonces ha sido revisado constantemente (la última versión es de septiembre de 2021) para adaptarse y adelantarse a las nuevas exigencias de una sociedad en constante evolución.
Esta evolución continua está motivada por la
necesidad de adaptarlo a modificaciones normativas y nuevas iniciativas en materia de autorregulación, así como para dar cobertura al conjunto de actividades desarrolladas por las compañías farmacéuticas con los grupos de interés con los que interactúa y por la
voluntad de reforzar su cumplimiento y dotar al Código de una mayor credibilidad y transparencia.
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