La
Federación Internacional de la Industria del Medicamento (Ifpma), de la que forma parte
Farmaindustria, ha hecho público esta semana un informe bajo el nombre Aplicación de las le
cciones aprendidas del Covid-19 para crear un mundo más saludable, seguro y equitativo. El documento, que se basa en la experiencia adquirida por uno de los sectores protagonistas de la pandemia -por haber sido el responsable del desarrollo y fabricación de vacunas y tratamientos que han logrado controlarla-, identifica la
innovación biomédica y la
colaboración público-privada como las dos piedras angulares para hacer frente a la actual y a futuras crisis sanitarias.
La base de cualquier respuesta pandémica -concluye el informe- radica en que los líderes mundiales inviertan en la
vigilancia de los patógenos (esto es, cualquier microorganismo capaz de producir alguna enfermedad) y operar en un entorno de intercambio ágil y sin obstáculos de los datos. Tan pronto como un país identifique un nuevo patógeno, los científicos de todo el mundo necesitan
acceso a su información genética para que puedan comenzar a desarrollar medicamentos y pruebas diagnósticas. Además, las autoridades deben construir y defender
ecosistemas de investigación que permitan a los científicos lograr avances.
La investigación ha sido el eje principal para la
industria farmacéutica en esta crisis. Desde la aparición de la enfermedad, compañías de todo el mundo movilizaron a sus equipos de investigación para la búsqueda de un posible tratamiento. Hoy, el número de investigaciones puestas en marcha para encontrar una solución terapéutica demuestra que estamos ante el mayor esfuerzo investigador de la historia, tanto por el volumen de
ensayos clínicos como por el corto espacio de tiempo en el que se han desarrollado. Este trabajo ha sido fruto de la colaboración histórica entre compañías farmacéuticas de todo el mundo y las instituciones y centros públicos de investigación.
Por tanto, esta investigación es la que ha impulsado el
desarrollo de vacunas y tratamientos seguros y eficaces a una velocidad sin precedentes, que “sólo fueron posibles gracias a décadas de inversión en investigación y un
marco propicio de propiedad intelectual que alentó la rápida y voluntaria colaboración entre los sectores privado, público y académico”, recuerda
Jean Christophe Tellier, presidente de Ifpma y CEO de UCB, a propósito del informe.
Reforzar la capacidad logística en países en desarrollo
Ifpma también subraya la necesidad de
fortalecer los sistemas sanitarios para asegurar que los Estados tengan suficiente capacidad para dar respuesta a estas situaciones de emergencia. “Colectivamente, necesitamos consolidar nuestros éxitos y corregir nuestros fracasos. No estábamos preparados para hacer frente al coronavirus, e incluso muchos de los sistemas de salud más avanzados del mundo se vieron abrumados por la
mayor crisis de salud pública en más de un siglo”, analiza
Thomas Cueni, director general de la Federación.
Otra de las lecciones aprendidas es la necesidad de articular una acción colectiva para mejorar el acceso equitativo a vacunas y fármacos. Como recuerda el informe, Covax, la iniciativa liderada por la
Organización Mundial de la Salud para hacer llegar las
vacunas de Covid-19 a las poblaciones con menos recursos, no ha sido lo suficientemente dinámica como para asegurar el suministro a la par que en los países desarrollados.
En este sentido, la industria farmacéutica se compromete en el informe a contribuir de forma activa a que las personas más vulnerables tengan prioridad para recibirlos sin demora y sin importar su lugar de residencia. No obstante, esto requerirá cierta
anticipación en los acuerdos de mercado para la toma de decisiones tempranas sobre adquisiciones de productos, así como la eliminación de las barreras comerciales y regulatorias a la exportación.
Acceso equitativo y recursos sanitarios
Desde mayo de 2021, cuando ya se calculaba que la fabricación de vacunas contra el coronavirus alcanzaría a final de año los 11.000 millones de dosis, la
industria biofarmacéutica viene pidiendo medidas urgentes para aumentar el acceso equitativo a las vacunas, incluido el aumento de la distribución responsable de dosis o el
apoyo a las estructuras sanitarias de todos los países. “Una solución para construir un mejor acceso a vacunas y tratamientos para futuras pandemias es
reservar parte de la producción para las poblaciones de países menos desarrollados. Éste sería un verdadero cambio en las reglas del juego”, propone Cueni.
Sin embargo, se ha demostrado que la disponibilidad de dosis no resuelve por sí sola la vacunación en países en desarrollo. Las medidas para hacer llegar vacunas deben acompañarse de recursos para su administración. Así, el principal reto para la vacunación en África, como reconocían hace unos meses los
Centros Africanos para el Control de Enfermedades, ya no es la escasez de producto, sino los problemas logísticos y la información errónea de la población sobre la utilidad y la confianza en dichas vacunas.
Por otro lado, interrupciones en las cadenas de suministro global pusieron la producción y distribución en riesgo. Como se recuerda en el informe, la
escasez de materias primas y otros productos, agravada por las restricciones al comercio y la competencia entre los suministradores, incidió en la fabricación y entrega de vacunas y
terapias para el Covid-19, lo que lo convierte en otro punto que se debe corregir para el futuro.
“El Covid-19 nos ha enseñado lecciones incalculables. Usémoslas para hacer que nuestras defensas contra la próxima pandemia sean
más ágiles, más robustas y, sobre todo, más equitativas. Esto sólo es posible con todas las partes interesadas trabajando juntas”, concluye Cueni.
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