Más de 200 especialistas en Hematología asistieron al simposio, ‘Transformando la realidad. Un nuevo espacio en el tratamiento de neoplasias linfoides’, organizado por Janssen y celebrado recientemente en Madrid, donde se pretendía, entre otros objetivos, analizar y profundizar en los cambios biológicos que ayudan a conocer este tipo de enfermedades.
En la base de este conocimiento se encuentra la investigación genómica, donde España ha sido pionera en el estudio de la secuenciación del genoma de la leucemia linfática crónica, a través de un proyecto, the CLL- ICGC Project. Carlos López- Otín, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad de Oviedo, explica que este proyecto “se inició en 2009, implicando a diez países de todo el mundo. El objetivo era estudiar las diez neoplasias más frecuentes en todo el mundo, y el grupo español nos concentramos en el estudio de la leucemia linfática crónica”.
Para López-Otín, “la investigación básica, y en este caso la investigación genómica, es capital para el abordaje clínico del cáncer y más en concreto de las neoplasias hematológicas, entre ellas la leucemia linfática crónica”.
Ejemplo de resultados de la investigación básica en la consecución de dianas terapéuticas, es ibrutinib, una terapia que fue posible, “después de años de laboratorio”- recuerda el doctor López-Otín- y a partir del descubrimiento de una quinasa, la tirosin quinasa de Bruton o BTK, que forma parte de la ruta bioquímica de señalización del receptor de los linfocitos B (BCR)”.
El especialista explica que en LLC se produce un mecanismo de crecimiento y proliferación de los linfocitos B, que depende del receptor BCR. Ibrutinib actúa inhibiendo la actividad de la BTK, bloqueando la transmisión de señales de supervivencia celular en las células B malignas, a nivel del BCR, y evitando así la proliferación de las células malignas y, por tanto, la progresión del cáncer.
En palabras de López-Otín, la llegada de ibrutinib “va a proporcionar un regalo de vida para muchos pacientes”, no solo de leucemia linfática crónica, sino también de linfoma de células del manto y macroglobulinemia de Waldenström, neoplasias para las que también está indicado y aprobado en España este tratamiento.
Durante el encuentro, los especialistas coincidieron en reconocer la relevancia de estos descubrimientos sobre la biología de las enfermedades neoplásicas para el trabajo de las compañías farmacéuticas en investigación y desarrollo de moléculas dirigidas a atacar dianas moleculares implicadas en la patogenia de las enfermedades, permitiendo así terapias más dirigidas y personalizadas.
Ibrutinib, más eficaz y menos tóxico que las terapias convencionales
El doctor José Antonio García Marco, director de la Unidad de Citogenética Molecular y de la Unidad de Investigación Traslacional sobre Leucemia Crónica Linfoproliferativa y Linfomas, y consultor en el Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Madrid, explica que en los últimos 20 años, el tratamiento convencional para las neoplasias hematológicas se ha basado en la administración de quimioterapia. “Sin embargo- reconoce García Marco- la llegada de nuevos fármacos como ibrutinib, que van a dianas celulares específicas, ha supuesto un cambio de paradigma en el tratamiento de estas enfermedades, porque va directamente dirigido a células tumorales, respetando los tejidos normales del organismo”. A partir de su práctica clínica, el especialista concluye que “se consigue una disminución del efecto tóxico”.
La disminución de la toxicidad es uno de los aspectos de mayor importancia considerado por los especialistas. García Marco precisa que “se trata de enfermedades que se dan en pacientes de edades avanzadas, con otras patologías asociadas a la edad, lo que puede provocar que no toleren el tratamiento quimioterápico, y al no poder recibir tratamientos completos, se pierda eficacia”.
La mejora la calidad de vida del paciente es otra de las características asociada a este tipo de tratamientos, tanto por la disminución de sus efectos tóxicos, como la facilidad de administración, por vía oral, que no obliga al paciente a ir a un centro hospitalario para tratarse durante varias horas. Los expertos, además, aseguran que ibrutinib consigue que la calidad de vida del paciente se equipare a la que tenía antes de que se le diagnosticase la enfermedad.
Primeras evidencias con ibrutinib en la práctica clínica
Entre los asistentes al simposio, el doctor estadounidense Jan Burger, profesor asociado de Medicina en el MD Anderson Cancer Center de Houston, EE.UU., aportó algunos de los datos extraídos de su práctica clínica con ibrutinib. “La gran mayoría de los pacientes reciben tratamiento a largo plazo sin presentar efectos adversos de carácter crónico y se muestran positivos ante su experiencia”, explica Burger, quien destaca que son sobre todo los pacientes que han recaído después de recibir varias líneas de quimioterapia convencional, los que más han apreciado el bajo perfil de toxicidad de los nuevos inhibidores de la quinasa. “Menos del 5% de los pacientes ha experimentado efectos adversos, por los que hayan necesitado la interrupción del tratamiento, su modificación, o suspensión”, precisa el especialista norteamericano.
Burger valora la incursión de ibrutinib en el abordaje de las neoplasias linfoides, “ya que nos proporciona más posibilidades, especialmente con los pacientes de alto riesgo, para quienes estos inhibidores de la BTK supone un gran paso adelante”, reconoce el doctor y asume que estos tratamientos libres de quimioterapia “ya son una realidad para la mayoría de nuestros pacientes. Solo ofrecemos inmuoquimioterapia a un grupo reducido de pacientes de bajo riesgo y que sabemos que la pueden tolerar por su edad y buen estado de salud”.
En este sentido, el doctor José Antonio García Marco anticipa que con la aparición de las dianas terapéuticas “en pocos años se podrá hablar de un fin de la quimioterapia”.
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