Lo que empezó siendo una carrera en busca de la
solución frente a una pandemia de índole mundial camina ahora hacia una guerra judicial entre dos potencias farmacéuticas. La
demanda interpuesta por Moderna contra Pfizer y Biontech por un supuesto plagio de la patente de su vacuna de ARNm contra el Covid-19 ha sido, sin lugar a dudas, la noticia de este verano en el ámbito de la industria farmacéutica internacional. Aún parece complicado predecir el alcance de este choque previsiblemente largo, lleno de datos técnicos e informes periciales y que cuyo final, a día de hoy, resulta difícil imaginar sin un claro vencedor y un gran derrotado.
Preguntada por el proceso que se abre a partir de ahora,
Diana Garrido, abogada especialista en propiedad industrial e intelectual y directora del despacho Garrido y Doñaque, ha señalado en declaraciones a
Redacción Médica que Pfizer y Biontech tienen que demostrar que su tecnología ARNm en las vacunas contra el Covid-19 es novedosa. En ese sentido, destaca como lo más importante "presentar
informes periciales elaborados por expertos en la materia que investiguen las diferencias entre la tecnología de Pfizer-Biontech y la de Moderna”.
Demostrar la innovación
En este sentido, ha subrayado que los datos que recojan la compañía demandante deben probar que la patente no es
totalmente innovadora y carece de la
actividad inventiva suficiente para alegar que es “original”, de modo que únicamente pueda emplearla Moderna. “Los juicios de este tipo se ganan porque la patente no es novedosa o no tiene actividad inventiva”, ha comentado. De hecho, ha puntualizado que
“todo es discutible en un procedimiento judicial” y, por esta razón, cobran especial relevancia los informes técnicos.
Posibles desenlaces al conflicto
Respecto al desenlace del conflicto, Garrido ha destacado que si las acusaciones de Moderna se consideran ciertas, las farmacéuticas afectadas tendrán que pagar una
indemnización por daños y perjuicios de “cantidades multimillonarias”. “No podemos pensar en el número de ceros que podría contener, más aún si estamos hablando de las vacunas contra el Covid-19”, ha insistido.
Igualmente, se podría
pagar por los daños que esta infracción ha supuesto para la empresa denunciante, así como por el coste que habrían tenido que abonar por la licencia de
uso de la patente o royalty. Sumas que también serían calculadas por expertos en contabilidad y en auditoría de cuentas y que podrían ser superiores en el ámbito americano porque es “más sancionador”.
Sin embargo, ha trasladado que, antes de todas estas repercusiones económicas, la primera medida cautelar que se llevaría a cabo es la
retirada de la mercancía y el
cese del uso del producto.
Si sucede todo lo contrario y Pfizer y Biontech demuestran que las acusaciones son falsas, las actuaciones contra Moderna dependerán de la
estrategia procesal. “Si solo se limitan a defenderse, se desestima la demanda y Moderna tendría que pagar los gastos del juicio”, ha explicado. En cambio, si deciden recurrir a una
demanda reconvencional porque alegan que este pleito les ha ocasionado daños pueden “atacar”. En este punto, la abogada pone como ejemplo
pedir la nulidad de la patente y alegar competencia desleal porque “la demanda es infundada y ha supuesto pérdidas en la compañía”.
Pfizer y Biontech defienden su patente
Fuentes de Pfizer han indicado a este medio que “aún no han revisado completamente la demanda” pero se muestran
“sorprendidos” por el litigio que ha iniciado Moderna. “Confiamos en nuestra propiedad intelectual y
nos defenderemos enérgicamente contra las acusaciones en la demanda”, han determinado.
Así, han concluido que “la vacuna de Pfizer y Biontech contra el Covid-19 se basó en la tecnología de ARNm patentada de Biontech y fue desarrollada tanto por Biontech como por Pfizer”.
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