Redacción. Madrid
Saltarse las normas del juego puede salir barato y resultar rentable. Esa es la principal lectura que se puede sacar de la minimulta que se llevará Grifols por ocultar a Competencia una compra de 1.240 millones de euros con la que, además, se hace con la hegemonía en el mercado español de activos de diagnósticos de transmisiones sanguíneas.
Según publica este lunes el diario ‘El Mundo’, la compañía catalana, solo tendrá que pagar 106.500 euros por no informar a la Comisión Nacional de Mercados de la Competencia (CNMC) de la operación. Este importe, que significa el 0,05 por ciento del volumen de negocios de Grifols en España durante el último ejercicio completo previo a la operación, es el máximo que la cúpula de la CNMC ha podido aplicar amparándose en la actual Ley de Defensa de la Competencia, que desde este organismo tachan de imprecisa.
La controvertida sanción llega como consecuencia de la de una operación llevada a cabo en 2013 y ante la que Competencia abrió un expediente de oficio al enterarse de la misma a través de la prensa. Finalmente éste se ha cerrado con una multa bastante escueta para lo que, sin embargo, se considera una “infracción grave”. Incluso pudo ser inferior si se hubieran cumplido las pretensiones de dos de los cinco miembros de la Sala de la Competencia que preside José María Marín.
Por su parte, Grifols asegura que notificó a la CNMC la operación en cuanto fue requerido, y que tampoco la ocultó a ni a la Comisión Nacional del Mercado de Valores ni a las autoridades de Estados Unidos, Brasil o Alemania.
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