La edad media del paciente de
VIH en 2003 no llegaba a los 30 años. Hoy día es de 45. La mitad de las personas con el virus que atiende el
Hospital Gregorio Marañón de Madrid ha superado la cincuentena. Estos datos dan cuenta de una realidad bien conocida: el paciente de VIH envejece. Ahora bien, ¿cómo lo hace?
Juan Carlos López, de la Unidad de Enfermedades Infecciosas/VIH del citado centro madrileño, ha puesto un ejemplo esclarecedor: “En 2010, el 29 por ciento de la población con VIH tenía al menos una
comorbilidad. En 2030, serán el 84 por ciento”.
Manejo de la fragilidad
La cuestión es que el paciente de VIH envejece “en el carné de identidad, en la historia clínica y en la fragilidad”, lo cual supone un reto en el manejo del virus, advierte López.
Y este manejo pasa por cambiar el modelo actual de atención, “fundamentalmente hospitalario”, por un
“modelo de cuidados crónicos” en el que la Primaria (y la continuidad asistencial) juega un papel fundamental, porque “tienen que llevar todo el
tratamiento de las comorbilidades: hipertensión arterial, diabetes, polifarmacia… pero también la prevención, la vacunación, la promoción del autocuidado y el diagnóstico de la infección oculta”.
En la actualidad, el paciente es diagnosticado en distintos sitios (centro de salud, centro comunitario, urgencias médicas…) pero, a partir de ahí, se deriva al especialista de VIH, que es el que le seguirá los episodios agudos y crónicos.
“Es un modelo especialmente fijado en el hospital: los
médicos de Atención Primaria podían pasar años sin saber que un paciente suyo tiene VIH”, comenta, puntualizando también la importancia fundamental de la
enfermera de cuidados crónicos.
La
implicación de los profesionales del primer nivel asistencial en el manejo del VIH ha sobrevolado durante toda la jornada.
Javier de la Torre, director del Plan Andaluz del VIH/sida, apunta que este paciente, “cuando tiene un problema, está acostumbrado a venir a nosotros, no a Primaria. Esto tiene una parte positiva y negativa, porque se están desaprovechando todas las posibilidades que ofrece este nivel”. Y pone un ejemplo: en el manejo de la diabetes, “que se ha complicado muchísimo, es clave”.
Formación en Primaria
Sin embargo, este importante papel contrasta con la
escasa formación que se le da para su manejo. “No saben abordar el tema de la sexualidad, de las ITS, identificar las situaciones de riesgo del paciente que tiene delante”, lamenta
Domingo Núñez, jefe de Epidemiología y Prevención del Servicio Canario de Salud.
Núñez no le echa la ‘culpa’ al profesional de Primaria, al contrario: “Somos conscientes de la carga asistencial del médico, que no puede ‘entretenerse’ en el mundo de la
sexualidad del paciente. Para llenar este vacío, hemos desarrollado cursos
online sobre salud sexual: ya hemos realizado seis ediciones, y tres más monográficas sobre las ITS”.
A este respecto,
Joan Colom, director del Programa de Prevención, Control y Atención al VIH, las ITS y las Hepatitis Víricas de la Generalitat de Catalunya, considera, al igual que López, que la
incorporación de Enfermería es fundamental.
“Hemos creado la
figura del referente para ITS y VIH, para cada Centro de Atención Primaria de Cataluña. Lo formamos
online y presencialmente, y luego él organiza sesiones clínicas con sus compañeros”, prosigue. “Reconocemos esta figura contractualmente, con unos objetivos de salud concretos y con un estatus diferenciado”.
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