Solo en España, cerca de
400.000 niños parecen asma bronquial, una patológica crónica motivada, entre otras razones, por la contaminación. Paradójicamente, un dispositivo de uso común entre los menores con
problemas respiratorios puede intensificar este problema: el
inhalador presurizado, cuyo impacto en el medio ambiente contribuye a incrementar y agravar este tipo de enfermedades.
Los síntomas del asma y las alergias suelen aparecer en la infancia temprana, y, según un estudio sobre la prevalencia de estas patologías en la población española, “son desencadenados por la
susceptibilidad genética y los factores ambientales”. Entre estos últimos se encuentran el humo del tabaco, la temperatura y la humedad y la contaminación.
“El asma y la enfermedad atópica afectan al día a día de los niños tanto en calidad de vida como en el rendimiento escolar”, desliza esta
investigación sobre el impacto del asma en la infancia publicada en el portal Science Direct, que apunta a que solo en este país hay 400.000 niños que presentan patologías crónicas del sistema respiratorio, responsables de hasta el 75 por ciento de los casos reportados de
mala calidad de vida.
Otra investigación de la que se hace eco la revista
JAMA incide en que la
polución en los primeros años de vida se asocia con una mayor incidencia de asma en la niñez temprana e intermedia. En concreto, revela que la exposición a contaminación atmosférica por partículas finas y dióxido de nitrógeno en menores de hasta tres años constituye “puede desempeñar un
papel en el desarrollo de asma infantil”, con mayor riesgo entre familias pertenecientes a minorías que viven en comunidades densamente pobladas y “caracterizadas por menos oportunidades y recursos”.
Inhaladores de polvo seco, opción contra el asma
Lo cierto es que lo que comúnmente se considera un aliado contra las enfermedades respiratorias puede, por el contrario,
contribuir a esa contaminación atmosférica. Se trata de los inhaladores presurizados, que representan el 52 por ciento de todos los dispositivos de esta naturaleza que se utilizan en España.
Estos medicamentos se utilizan para el tratamiento de enfermedades respiratorias, fundamentalmente asma y
enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). No obstante, según reconoce la propia Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), en este momento ya se están investigando nuevos propelentes menos contaminantes que podrían producir hasta un
90 por ciento menos de huella de carbono.
“Hasta entonces, cabe la posibilidad de utilizar dispositivos
inhaladores de polvo seco o de nebulización en nuevos pacientes mayores de seis años siempre que estos inhaladores se consideren clínicamente adecuados por sus médicos”, añade el organismo que dirige María Jesús Lamas.
En este escenario, los
inhaladores de polvo seco (DPI) y de
niebla fina (SMI) se presentan como las mejores alternativas para reducir el impacto ambiental sin comprometer el tratamiento de las enfermedades respiratorias. “Los DPI no contienen propulsores, y su diseño permite que el fármaco se libere por acción del flujo inspiratorio del paciente, lo que elimina la necesidad de usar gases contaminantes”.
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