El
consumo de drogas y la depresión han ido adquiriendo una gran relevancia dentro de la Psiquiatría, estableciendo una
relación bidireccional que ha sido explicada en el XXI seminario ‘
La depresión ¿nace o se hace?’, organizado por Lundbeck. La unión de estos dos factores ha aumentado el riesgo de suicidio, y el ponente
Adrián Neyra, psiquiatra del
Hospital de Gran Canaria Dr. Negrín, ha defendido que el abordaje terapéutico del
trastorno mental y adictivo debe integrarse en España por un
mismo equipo terapéutico. De esta manera, se puede conseguir una
intervención precoz y coordinada a la hora de regular ambas patologías.
Después de analizar numerosos trabajos y estudios publicados por la
comunidad científica, el especialista ha afirmado que “la presencia del consumo de sustancias se asocia a
cuadros más graves de depresión, menos respuestas a los tratamientos antidepresivos y a una
menor recuperación a largo plazo”.
La edad a la que empiezan a aparecer los
trastornos mentales se centra en dos franjas concretas, como son los
14 y los
30, tal y como ha recordado el especialista: “El estudio más potente hasta la fecha fue con
700.000 pacientes y expuso que la gran mayoría de enfermedades mentales suceden en las
30 primeros años de vida. Los trastornos adictivos y la depresión coinciden con el tiempo y no es casualidad”.
Neyra: "El cannabis es consumido por más de 200 millones de personas cuatro veces a la semana"
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Hay una gran cantidad de
drogas ilegales consumidas a nivel mundial, y Neyra ha remarcado los datos publicados por
Naciones Unidas del 2020, situando a lo alto del podio el
cannabis, “consumido por más de 200 millones de personas cuatro veces a la semana. En segundo puesto están los derivados del
opio y en tercer lugar la
anfetamina. La
cocaína no se encuentra en el podio debido a su alto precio”.
Alcohol, depresión y suicidio
El
alcohol es otro de los principales factores estrechamente ligado a la depresión, y el especialista ha expuesto que “si se sufre adicción, existe
dos veces mayor riesgo de sufrir la enfermedad y viceversa. Cuando se dan ambas situaciones a la vez es un problema. Además, hay un
mayor riesgo de suicidio en este tipo de personas que los que sufren depresión y no beben alcohol”.
En relación al suicidio, el psiquiatra ha destacado que un estudio italiano publicó
el riesgo suicida según diagnóstico en 6.000 pacientes: “Los pacientes que más lo intentaban eran los que sufrían un
trastorno bipolar, mientras que los segundos consumían
drogas. Estos últimos llegan a provocar un
cortocircuito suicida, por impulso y sin saber lo que hacen deciden quitarse la vida”.
Los primeros síntomas de depresión que se generan cuando una persona bebe alcohol son completamente distintos dependiendo del
género, y el especialista ha concluido que “
son mucho más agudizados en las mujeres. Además, la persona que consume alcohol y recibe un tratamiento antidepresivo reduce su respuesta”.
Los rasgos de personalidad unidos a depresión
La influencia de los
factores psicológicos y sociales en la depresión es clave y
Alba Babot, especialista en
Medicina Familiar en el Área Básica de Salud de
La Garriga, ha afirmado que “en Atención Primaria viene mucha gente por
problemas de salud mental. Las dificultades psicosociales ligadas a la depresión son las que con mayor frecuencia se encuentran y están relacionadas con la presión social y económica dentro del ámbito laboral y los problemas de pareja”.
Determinados
rasgos de personalidad son para Babot un pilar fundamental que puede derivar a la
depresión, ya que “influyen en la manera de comportarnos, nuestro estilo de vida y cómo se reacciona ante el estrés. El autoconcepto negativo, la sensibilidad al rechazo, el neuroticismo o la rumiación son factores psicológicos que también contribuyen a sufrir la enfermedad”.
Babot: "Cualquier trauma infantil multiplica por dos o hasta por cinco el riesgo de suicidio infantil, adolescente o en adulto"
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El
trauma infantil se convierte, según la especialista, en un factor de riesgo para desarrollar depresión en la edad adulta: “Los abusos, la pérdida de un progenitor, etc. Llega a
multiplicar por cuatro el riesgo de depresión. Cuando más crónico es el abuso, mayor es la prevalencia de depresión de por vida. Además, cualquier trauma infantil multiplica por dos o hasta por cinco
el riesgo de suicidio infantil, adolescente o en adulto. Los
traumas infantiles antes de los siete años llegan a generar una menor respuesta a tratamientos”.
En caso de que el paciente haya sufrido una
historia traumática y que haya derivado a trastornos depresivos, la especialista ha considerado necesario el uso de “tratamientos adyuvantes. Presumiblemente la investigación debe promover la atención clínica optimizada y ayudar a
prevenir los resultados adversos del trauma infantil”.
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