La
depresión dual es un gran desafío por la
mayor gravedad y resistencia terapéutica que implica. Hablamos sobre ello con
Elena Ros, psiquiatra en el Hospital Universitario Vall d’Hebron, tras su participación en el simposio
Lundbeck, con la presentación “Depresión y patología dual”, durante el 46 Congreso Nacional de Semergen, celebrado este mes en Bilbao.
La depresión es una patología compleja e incapacitante, que afecta a todas las esferas del individuo y compromete su capacidad funcional.
“Es el trastorno mental que causa mayor carga de enfermedad en el mundo, suponiendo un coste muy elevado para el sistema sanitario y es capaz de reducir la esperanza de vida en hasta 10 años. El trastorno por consumo de sustancias empeora o agrava la sintomatología y la evolución de los pacientes con depresión (y viceversa), generando una resistencia terapéutica en sí misma. Se trata de pacientes más complejos a todos los niveles. Y esto se correlaciona, como es lógico,
con un empeoramiento en los niveles de calidad de vida”, afirma la Dra. Ros.
Si bien en la depresión comórbida con el trastorno por consumo de sustancias puede haber una mejoría de los síntomas depresivos a corto plazo, la situación cambia a largo plazo, ya que, con un consumo superior a los 28 días, los síntomas empeoran. Así,
a mayor tiempo de uso de una sustancia, peor es la psicopatología, como se ha visto en este encuentro profesional.
¿Qué características presenta el paciente con depresión dual?
Como explica esta profesional, este perfil de paciente
“suele presentar mayor gravedad de los síntomas, mayor inestabilidad emocional, alteraciones cognitivas más marcadas y un mayor riesgo suicida. Así mismo, tiende a presentar una peor respuesta a los tratamientos antidepresivos, una peor tolerabilidad y un mayor potencial de interacción, con el consecuente riesgo de abandono prematuro y mala adherencia.
Se trata de pacientes más complejos a todos los niveles”.
Los principales estudios poblacionales y metaanálisis plantean que el
alcohol es la sustancia principal entre las personas con depresión dual, seguido de las
sustancias ilícitas y el cannabis, tal y como se puso de manifiesto en el simposio.
Los pacientes duales tienen peor calidad de vida en comparación con aquellos con trastorno por consumo de sustancias sin comorbilidad. Además, el trastorno depresivo mayor se relaciona con menor tiempo de abstinencia y, por tanto, con recaídas más tempranas, mientras que quienes cuentan con mayores puntuaciones de depresión abandonan el tratamiento del trastorno por consumo de sustancias de forma más temprana.
A menor edad de inicio del trastorno por consumo de sustancias, mayor riesgo de depresión.
De cara a abordar esta patología dual, se debería seguir un
modelo integrado con el fin de mejorar el pronóstico de ambas patologías, según defienden especialistas como la propia Ros,
“en todo paciente, pero, especialmente en el paciente dual se deben considerar varios factores a la hora de escoger el antidepresivo idóneo; entre otros, la sintomatología predominante, la edad del paciente, la comorbilidad, y el perfil de interacción y de tolerabilidad”.
Durante el simposio también se abordó la evidencia de
vortioxetina en el tratamiento de la depresión dual. Para Ros, “disponemos de datos limitados que evalúen la efectividad de los antidepresivos en pacientes con depresión dual. Los estudios llevados a cabo con vortioxetina objetivan la eficacia de la molécula no sólo sobre el estado de ánimo, las alteraciones de corte cognitivo y el funcionamiento general, sino que los autores hallan una reducción significativa en el consumo de alcohol, cannabis y cocaína, principalmente. Se plantea que, dada su efectividad y perfil de tolerabilidad benévolo,
podría representar un fármaco de utilidad en el abordaje de la depresión dual”.
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