La
Unión Europea prepara la aprobación de
la vacuna de AstraZeneca y Oxford contra el Covid-19 para finales del mes de enero. Con el visto bueno de la Comisión, esta nueva vacuna se uniría a la de Pfizer y Moderna en la lucha contra la
pandemia de coronavirus.
Conocer la
inmunidad que confieren estas vacunas ha sido una de las grandes cuestiones que se han planteado los gobiernos y organismos reguladores, sobre todo, al tener que depender de la
aplicación de dos dosis en todas ellas.
Andrew Pollard, presidente del Comité Conjunto de Vacunación e Inmunización del Reino Unido y del grupo asesor científico sobre vacunas de la Agencia Europea de Medicamentos, ha explicado al medio científico
The Bmj que, en el caso de la vacuna de Astrazeneca,
la respuesta inmune madura después de la primera dosis.
Respuesta inmunitaria frente al Covid-19 en la primera dosis
Como detalla el científico, el periodo que separa entre la primera administración y la segunda es fundamental para el
mantenimiento de la inmunidad futura porque esta necesita madurar después de la primera dosis: “La respuesta inmune madura después de administrar la primera dosis y, si se administra con el tiempo suficiente para madurar, se obtiene una
buena respuesta de refuerzo de la memoria inmune en la segunda dosis”.
Por el contrario, Pollard explica que,
si se aplica la segunda dosis demasiado pronto, la respuesta inmune no habrá madurado por lo que se producirá “una respuesta mucho menor a la segunda dosis”.
Unos resultados que han podido corroborar durante sus ensayos clínicos: “Aquellos pacientes que fueron vacunados en un intervalo más largo de tiempo de la segunda dosis, tuvieron
respuestas inmunes mucho mejores después de la segunda”. Una realidad que también se cumple en otras vacunas como la del cáncer de cuello de útero.
El por qué de las dos dosis de la vacuna de AstraZeneca
En esta entrevista, el científico también explica el motivo por el que en un primer momento quisieron desarrollar una
vacuna monodosis y luego pasaron a dos dosis. Pollard explica que, durante la investigación, descubrieron que en
el subgrupo que recibía dos dosis tenían respuestas inmunitarias mejores, algo que los llevó a cambiar de estrategia con la idea de que “los ciudadanos obtendrían algo de protección con la primera dosis pero con la segunda tendrían una mayor protección y esta sería más duradera”.
Andrew Pollard también ha destacado que
los dos brotes de coronavirus de 2002 y de 2013 han permitido avanzar rápidamente hacia una vacuna. Antes de la irrupción del Covid-19, ya se habían realizaron numerosos estudios que permitieron descubrir que
“generar respuestas inmunitarias contra la proteína de pico podría generar protección frente a la enfermedad. Mi compañera Sarah Gilbert ya estaba trabajando en una vacuna contra el coronavirus MERS (síndrome respiratorio de Oriente Medio) justo antes de la pandemia que estamos viviendo actualmente. Básicamente,
cambió la proteína de pico del coronavirus MERS a la proteína de pico de SARS-CoV-2”.
Nuevas vacunas contra las mutaciones del Covid-19
Sobre la posibilidad de la que las actuales vacunas no sean efectivas contra
las nuevas cepas del Covid-19 que se han descubierto en Sudáfrica y Reino Unido, Pollard señala que no cree que esto suceda de forma inmediata, pero mantiene que
se debe hacer una vigilancia estricta para saber “en qué punto de inmunidad está la población”, para actuar en el caso de que la mutación del virus impida esta inmunidad.
Aún así, destaca que
la producción de una nueva vacuna no sería difícil pues “solo se tiene que sintetizar un nuevo fragmento de ADN en nuestro caso, o ARN en los casos de Pfizer y Moderna y luego insertarlo en la nueva vacuna”.
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