El aumento de la
incidencia de la diabetes es una de las principales preocupaciones de los profesionales sanitarios. Según el estudio di@bet.es,
el 13,8 por ciento de la población (alrededor de 4,5 millones de personas) tiene diabetes tipo 2, lo que hace necesaria una mejor prevención, diagnóstico y manejo de la enfermedad. En aras de alcanzar estos objetivos, los expertos reunidos en
Madrid en la 3ª edición de
‘Meet the Expert’, organizada por
Área Científica Menarini, proponen aumentar la concienciación y la inversión sanitaria.
“Si queremos evitar la diabetes o prevenirla, tenemos que
concienciar a la sociedad en todos los niveles, especialmente, a los propios pacientes”, explica
Josep Franch, médico de Atención Primaria en el Área Básica de Salud Raval Sud-Barcelona. “El ciudadano tiene que conocer qué situaciones,
factores de riesgo y hábitos favorecen la aparición de la enfermedad para evitarlos. Por tanto, la educación sanitaria, que debería empezar en las escuelas cuando se están formando los hábitos, es imprescindible”, afirma.
En un segundo nivel, subraya el especialista, “se debe involucrar a los
profesionales, la
gestión y la
administración sanitaria porque, si no hay recursos, pocas cosas podremos hacer”. Aunque, añade, los medios de comunicación también tienen un papel importante a la hora de “crear esta conciencia social”.
Envejecimiento y sobrepeso, causas del aumento de diabetes
La incidencia de la diabetes en España ha
crecido progresivamente en las últimas décadas debido, principalmente, al envejecimiento poblacional y el creciente número de casos de sobrepeso y obesidad. Por esta razón, los expertos consideran que la mejor motivación es que los
pacientes visualicen los beneficios de adoptar hábitos más saludables.
“Tener
buenos hábitos de vida conduce a un mejor estado de salud y una mayor calidad de vida”, expone
Fernando González-Peralta, jefe de la Unidad de Endocrinología y Nutrición del Hospital General de Segovia. De la misma forma, destaca que, por ejemplo, “practicar actividad física impacta en el estado anímico y emocional de forma inmediata; y encontrarse con un mejor peso corporal hace que
mejoren desde las digestiones hasta el sueño”.
Según manifiesta
Ricardo Gómez Huelgas, jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Regional Universitario de Málaga, la pandemia también ha influido en un peor control y una mayor incidencia de la diabetes. “Existen
evidencias epidemiológicas de que los pacientes con
Covid 19 tienen mayor riesgo de desarrollarla en los meses siguientes a la infección, y también se sabe que este riesgo es mayor en sujetos no vacunados”. “Aunque los
mecanismos patogénicos aún no son claros, se especula que la existencia de un estado inflamatorio persistente y de resistencia a la insulina podrían justificar esta mayor incidencia de diabetes post-COVID-19”, manifiesta.
Mejorar el control de la diabetes, un reto pendiente
Sin embargo, todavía existe un bajo control de la diabetes debido a que frecuentemente presenta
complicaciones y exige un óptimo control metabólico, “lo que implica una importante carga asistencial para el sistema de salud, además de elevados costes económicos”, expone Franch, que reconoce que en algunos casos también existe la implicación de un componente genético difícilmente modificable.
Un mayor control de la enfermedad evitaría, en esta línea, el desarrollo de complicaciones asociadas a la diabetes, como afecciones microvasculares
(retinopatía, nefropatía o neuropatía) y el aumento de riesgo cardiovascular. Además, “supondría una reducción de los casos de cáncer; de los síndromes geriátricos —en los pacientes de mayor edad—, como la fragilidad, la demencia vascular, alzhéimer, depresión o dolor crónico; y una mejora de la supervivencia”, considera Gómez.
Por último, llevar a cabo un abordaje individualizado de la diabetes, en el que se ajusten los
objetivos de control glucémico y la estrategia farmacológica a las características del paciente y sus comorbilidades asociadas; realizar un tratamiento intensivo de la hiperglucemia en las fases iniciales; usar
fármacos modificadores de la enfermedad (inhibidores de la SGLT-2 y agonistas del receptor del GLP-1); y evitar el sobretratamiento en pacientes mayores con fragilidad o demencia son otros de los aspectos a tener en cuenta en el manejo de la enfermedad, según los especialistas.
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