El
presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha presentado una propuesta para rebajar los
precios de algunos medicamentos que requieren receta, un experimento con el que busca hacer frente a lo que considera un "injusto desequilibrio" entre los
costes de los fármacos en su país y en
Europa.
Trump ha anunciado su intención de que la agencia encargada del programa federal de seguros médicos subvencionados para ancianos, llamado
Medicare, pueda
negociar directamente con las farmacéuticas los precios de ciertos medicamentos, basándose en los costes que se pagan por ellos en otras economías industrializadas.
"Este es un cambio
revolucionario", afirmó Trump durante un discurso en el
Departamento de Salud.
El presidente ha asegurado que esa medida permitiría que "las compañías farmacéuticas en el extranjero
rindan por fin cuentas por cómo amañaron el sistema contra los consumidores estadounidenses", para que éstos "
paguen mucho más por el mismo fármaco".
"Los estadounidenses pagan más para que otros países puedan pagar menos. No está bien.
Es injusto", ha subrayado.
EE.UU no regula el coste de medicinas
Al contrario que en la mayoría de los países desarrollados, en Estados Unidos el
Gobierno no regula el coste de la mayoría de los medicamentos, lo que da vía libre a las farmacéuticas para determinar sus precios.
En mayo pasado, Trump adelantó que planeaba
presionar a las farmacéuticas para que abaraten sus productos en el país, con medidas que podrían provocar que los costes suban en el extranjero.
"(La idea es que) cuando una compañía farmacéutica negocie con
Alemania, el descuento que le ofrezcan a Alemania tenga que trasladarse también a Estados Unidos. Así, los precios en el extranjero subirían y los de EE.UU. bajarían", explicó un economista de la
Universidad Northwestern, Craig Garthwaite, al portal
Vox.
El programa piloto delineado el jueves por Trump supone un primer paso en esa estrategia, dado que desarrollaría un índice de precios que Medicare usaría como referencia a la hora de negociar con las farmacéuticas, con la idea de
ahorrar a esa agencia unos 17.200 millones de dólares en
cinco años.
Ese índice solo se aplicaría al 50 por ciento del país y únicamente cubriría los fármacos administrados en oficinas médicas, como aquellos destinados a tratar el
cáncer o los
tratamientos inyectables, sin afectar a los medicamentos con receta que se compran en las farmacias.
Pero la medida
acercaría ligeramente al Gobierno estadounidense al modelo europeo, y se espera que despierte la oposición de las grandes compañías farmacéuticas, lo que podría hundir el programa piloto, cuyo inicio no está previsto hasta
la
primavera de 2020.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.