María Victoria Mateos, especialista en Hematología y responsable de la Unidad de Mieloma del Hospital Universitario de Salamanca, defiende la “buena salud” de la que goza la
investigación clínica española y el tratamiento de
pacientes oncohematólogos. En el encuentro
‘Boston Research 360º Experience in Oncohematology’, organizado por
Takeda, expertos internacionales de prestigio como
Paul G. Richardson, director de Investigación Clínica en el Instituto de Oncología Dana Farber de Boston o
Antonio Palumbo, quien desarrolló su carrera como director de área de oncohematología en la Universidad de Turín (Italia) y se acaba de unir a Takeda.
“Los pacientes tienen la posibilidad de recibir las últimas novedades en
tratamientos, casi al mismo tiempo que en Estados Unidos, gracias a la Investigación Clínica”, ha destacado Mateos, quien ha valorado positivamente que todos los grupos cooperativos “trabajen juntos en ensayos para ofrecer lo mejor a los pacientes e innovar creando
estudios biológicos” y ha indicado que “vamos hacia una
medicina individualizada para adaptar los tratamientos a cada paciente”. Paul G. Richardson también ha piropeado a la comunidad científica española especializada en Oncohemapatología, sobre todo en la investigación del mieloma múltiple.
De izquierda a derecha: Carmen Montoto, Paul G. Richardson, José Antonio Pérez Simón , María Victoria Mateos y Antonio Palumbo.
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“En los últimos 15 ó 20 años se han producido avances extraordinarios colaboración de las distintas naciones. El impacto está en el desenlace de la
calidad de vida de los pacientes. Ahora podemos individualizar los tratamientos, algo que no podíamos plantearnos antes”, coincide el especialista, que se congratula de que los “tratamientos sean menos tóxicos tanto en pacientes agudos como a largo plazo”.
Para mejorar la investigación clínica, ha declarado Mateos, es “clave poner en conjunto a todas las partes de la investigación, desde los pagadores, las agencias reguladoras, las universidades, los institutos de investigación, hasta los propios pacientes, que tienen un papel muy importante”. Su compañero,
José Antonio Pérez Simón, jefe del Servicio de Hematología del Hospital Virgen del Rocío en Sevilla, ha hecho hincapié en la necesidad de colaboración entre la investigación básica y la trasnacional para la creación de nuevos tratamientos y que “los avances se traduzcan en la mejora del pronóstico”, con modelos preclínicos en los laboratorios para crear dianas terapéuticas a las que dirigir los nuevos fármacos.
Intercambio de conocimientos
También ha destacado la necesidad de
colaboración entre los distintos niveles para seguir innovando. Hay un “margen de mejora importante a nivel nacional. El porcentaje económico que se destina a investigación está por debajo de la Unión Europea”, ha indicado el profesor, quien ha instado a crear una cultura que favorezca “el intercambio de conocimientos para una aplicación rápida”. De ese trabajo conjunto también ha hablado Palumbo, quien ha detallado cómo mejorar la innovación en los tiempos que corren: “La
Biotecnología da muchas oportunidades pero también tiene mucha complejidad”, explica el experto, quien aboga por una mayor integración: “La industria tiene la capacidad de aplicar las ideas del mundo académico”.
Todos han destacado los avances en los tratamientos como las
terapias génicas y la
inmunoterapia o la
investigación de células CAR-T. “Garantizo que el acceso a esta tecnología, al menos a medio plazos, está ya abierto porque se van a desarrollar ensayos clínicos”, ha prometido Pérez Simón, a lo que su compañera Mateos ha añadido que “se van a poner en marcha ensayos por varias compañías farmacéuticas y academias, por ejemplo la Universidad de Barcelona. Lo que hace que más pacientes puedan recibirlo”. Los expertos advierten que los ensayos con células CAR-T no son definitivos
Antonio Palumbo, Paul G. Richardson, Carmen Montoto, María Victoria Mateos, José Antonio Pérez Simón.
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