Las
compañías farmacéuticas innovadoras proporcionan a la sociedad uno de los bienes más preciados y que más contribuye al bienestar y la salud de la población: el medicamento. El principal objetivo de este sector es por tanto mejorar la vida de las personas a través de la
innovación biofarmacéutica. Además, conscientes de que actualmente nos encontramos ante una salud sin fronteras, cada vez más interconectada con el cuidado del medio ambiente, la industria farmacéutica lleva desde hace tiempo integrando los principios de sostenibilidad en su labor diaria, con el objetivo de tener un
impacto positivo en la salud y bienestar de las personas, pero también en el planeta. Para reflejar este compromiso y los retos que tiene por delante el sector en esta materia, Farmaindustria ha elaborado el
informe Sostenibilidad en cifras: impacto social y medioambiental de la industria farmacéutica, el primero de sus características en España.
El documento recoge las acciones que están llevando a cabo las compañías farmacéuticas en España tres grandes materias:
medioambiente, impacto social y gobernanza, lo que se conoce como criterios ESG (Environmental, Social and Governance, por sus siglas en inglés. Los principales resultados del informe fueron presentados en un evento en Madrid, al que asistieron más de 100 personas y en el que
participaron compañías farmacéuticas nacionales e internacionales y profesionales en materias de sostenibilidad, y que contó con la intervención del responsable de Salud y Cambio Climático del Ministerio de Sanidad, Héctor Tejero.
La jornada fue inaugurada por la recién elegida
nueva presidenta de Farmaindustria, Fina Lladós, que hizo un llamamiento al sector para que lidere la apuesta por la sostenibilidad en la cultura empresarial. "En Farmaindustria creemos que como
sector podemos jugar un rol crucial en los cambios que está viviendo nuestro mundo actualmente. Implantar la cultura de la sostenibilidad nos plantea el reto de intentar satisfacer las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer por ello los recursos de las generaciones futuras. Por eso, es nuestro deber garantizar al mismo tiempo el equilibrio entre el crecimiento de la economía, el respeto al medioambiente y el bienestar social, y todo desde las
buenas prácticas y la transparencia. Y, en ese sentido, puedo decir con total convencimiento, que la industria farmacéutica lleva mucha ventaja", aseguró.
Esta posición de ventaja fue analizada en una mesa de debate donde participaron los máximos responsables de
tres compañías farmacéuticas, Albert Cortada, director general de Ferrer; Inmaculada Gil Rabadán, directora general de Daiichi Sankyo en España; y
Carlos Murillo, presidente de Pfizer España; y que fue moderada por la socia líder de Sustainability & Climate de Deloitte España, Concha Iglesias.
Por su parte, en la clausura de la jornada, el director general de Farmaindustria, Juan Yermo, destacó que este primer informe supone un punto de partida para comprobar en
sucesivos análisis la evolución del impacto que tiene el sector en la sociedad y en el entorno que le rodea. "Sabemos que nuestro sector está ya desempeñando un papel fundamental en la
construcción de un futuro más sostenible y saludable para todos. Nuestro liderazgo en innovación y nuestra capacidad de impulsar el crecimiento económico y social del país nos sitúan como sector estratégico. Por eso tenemos que mejorar y seguir adelante. La sociedad nos lo exige. Y es nuestra responsabilidad contribuir a que sea posible", afirmó.
A la cabeza en compromisos medioambientales
En concreto, en
materia medioambiental -según se refleja en el informe- las compañías farmacéuticas están liderando los objetivos de
reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Así, actualmente el 80 por ciento de las grandes compañías farmacéuticas en todo el mundo han firmado compromisos de tener cero emisiones de gases de efecto invernadero antes de 2040, adelantándose a lo comprometido en los Acuerdos de París. En España, son muchas las grandes compañías que tienen objetivos de
emisiones neutras o cero en los próximos años, algunas ya con metas fijadas para 2030.
La
eficiencia energética de las plantas de producción ha sido también una prioridad del sector en los últimos años. Como resultado, dicha eficiencia ha ido aumentando año tras año y actualmente el 70 por ciento de la energía consumida en las plantas de producción de medicamentos en España tiene garantía de origen renovable. Este esfuerzo ha conseguido que la generación de residuos se haya
reducido hasta un 15 por ciento en los últimos tres años y la ratio de consumo de energía por empleado se haya reducido más de un 8 por ciento en ese periodo.
Aparte de estos compromisos, la
industria farmacéutica fue pionera en España al impulsar desde hace más de 20 años la iniciativa Sigre, un sistema de gestión por el que -gracias a la colaboración entre las compañías farmacéuticas, los distribuidores de medicamentos y las oficinas de farmacia- es posible cerrar el
ciclo de vida de los medicamentos mediante el aprovechamiento de los residuos generados y la minimización de su impacto ambiental.
Desde entonces, la recogida de los residuos de medicamentos y sus envases se realiza a través de los llamados
Puntos Sigre existentes en las farmacias, donde la población cuenta con un sistema accesible -ya hay cerca de 22.000 puntos en toda España- que contribuye de manera vita al adecuado tratamiento medioambiental de este tipo de residuos. Desde su puesta en marcha en 2001, los ciudadanos que han depositado tanto los restos de medicamentos como las cajas vacías en los Puntos Sigre han conseguido, gracias a este gesto,
evitar la tala de al menos 212.000 árboles (equivalente a 12 parques de El Retiro madrileño) y la emisión de 90.000 toneladas de CO2.
Referencia en I+D y en igualdad de género
Además, la innovación biomédica que
generan las compañías farmacéuticas produce una indudable contribución al desarrollo social. Así, como refleja el informe, la inversión en medicamentos innovadores ha demostrado ser el mayor responsable del aumento de la esperanza de vida del ser humano. Así, en los últimos 20 años se han producido grandes logros en la medicina que se han traducido en importantes incrementos de la esperanza media de vida. Sólo en la primera década de este siglo
se ganaron 1,74 años de vida en los países desarrollados, de los que el 73 por ciento se puede atribuir directamente al efecto positivo de los nuevos medicamentos sobre la salud de la población.
De igual manera, el
VIH, el asma, la hepatitis C, la esclerosis múltiple o las enfermedades raras destacan en los últimos años como receptoras de importantes beneficios en supervivencia y calidad de vida.
Por otro lado, la industria farmacéutica se ha posicionado como uno de los principales sectores generadores de
valor añadido, empleo de calidad y competitividad de las economías desarrolladas. Es un sector líder en I+D, con más de 150.000 millones de euros de inversión anual en todo el mundo, una inversión que no ha dejado de crecer en los últimos 25 años. En España, el
19 por ciento de toda la inversión industrial en I+D procede la industria farmacéutica. Fruto de esa inversión es la posición de liderazgo alcanzada por España en la realización de ensayos clínicos con nuevos medicamentos. Actualmente unas
170.000 personas en nuestro país participan en alguno de estos ensayos, lo que supone una esperanza para muchos de ellos.
Asimismo, es una fuente de empleo de calidad:
indefinido, cualificado e igualitario. En nuestro país, la industria farmacéutica dio empleo directo a más de 56.000 personas en 2023, que sumados a indirectos e inducidos superan los 270.000 puestos de trabajo en toda España. Además, el
96,4 por ciento de los contratos son indefinidos –frente al 82,8 por ciento de la economía nacional— y casi el 70 por ciento son para titulados superiores, frente al 46,3 por ciento de la media nacional.
Y es un referente en igualdad en nuestro país, siendo actualmente el sector con menor brecha salarial entre hombres y mujeres. En la
industria farmacéutica innovadora, las mujeres suponen ya el 56,1 por ciento de las plantillas, más del doble que la media de los sectores industriales;
representan el 45,2 por ciento en los comités de dirección, y casi el 25 por ciento en las direcciones generales. En los puestos directivos, estas cifras superan en más del doble y el triple a las de las compañías que conforman el IBEX 35.
Un Código de buenas prácticas desde 2002
Por último, el informe destaca como el compromiso de las compañías farmacéuticas con la sociedad se materializa también en la decidida apuesta que este sector inició hace tres décadas en el
ámbito de las buenas prácticas y la transparencia. Consciente de que su tarea se desarrolla en un ámbito tan regulado y sensible socialmente como es el del medicamento, las acciones relacionadas con las buenas prácticas dentro de la industria farmacéutica han ido siempre un paso más allá de lo que recomendaba el ordenamiento legal en nuestro país.
El paso clave en este compromiso fue la creación en el año 2002 por parte de Farmaindustria del Sistema de Autorregulación de la Industria Farmacéutica. La base de esta autorregulación es el
Código de Buenas Prácticas de la Industria Farmacéutica, un conjunto de normas que tienen el propósito de garantizar que la información que se pone a disposición de los profesionales de la sanidad en la promoción de los medicamentos sea completa, inmediata y veraz, así como asegurar que las relaciones que las compañías y los profesionales sanitarios establecen se desarrollan respetando los más altos estándares éticos.
Esta
apuesta por las buenas prácticas y la transparencia, de referencia para otros sectores, ha sido reconocida y avalada por instituciones públicas, como el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno y la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, y privadas, como Transparencia Internacional España y el Consejo de la Abogacía Española.
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