Investigadores del Clínic-Idibaps han coordinado un estudio, publicado en la revista
Gastroenterology, que demuestra que la
cirrosis se caracteriza por la existencia de
alteraciones marcadas en la composición del microbioma intestinal y que hay un enriquecimiento en el intestino de especies microbianas patógenas, que no son las habituales.
Estos cambios aumentan a medida que la enfermedad progresa y son máximos en su forma más severa, el fallo hepático agudo-sobre-crónico (
ACLF). Esto tiene un impacto directo en el pronóstico y la supervivencia de los pacientes.
El estudio lo ha coordinado
Pere Ginés, jefe del Servicio de Hepatología y del grupo Enfermedades crónicas del hígado: mecanismos moleculares y consecuencias clínicas e investigador del Ciberehd y la primera firmante del trabajo es
Cristina Solé, hepatóloga e investigadora del mismo grupo.
En la
cirrosis, y en particular en los
estadios avanzados de la enfermedad, hay una importante
pérdida de masa bacteriana intestinal debida al crecimiento de bacterias potencialmente patogénicas junto con la reducción de la cantidad de bacterias beneficiosas autóctonas. Una de las principales consecuencias de estas
alteraciones es el tránsito de bacterias o
productos patogénicos producidos por las bacterias desde el intestino a los nódulos linfáticos. "Esta translocación aumentada es un factor importante en la aparición de la
inflamación sistémica característica de la cirrosis avanzada y es clave en el desarrollo de infecciones bacterianas que son una de las principales causas de
morbilidad y mortalidad asociadas a la enfermedad", señala Pere Ginés.
El conocimiento sobre las
alteraciones en el microbioma intestinal en la
cirrosis ha mejorado en los últimos años gracias al uso de técnicas que permiten
identificar y cuantificar la microbiota, o conjunto de microorganismos que se encuentran en el intestino.
Utilización de análisis de metagenómica cuantitativa
En el artículo publicado en la revista Gastroenterology se ha estudiado el microbioma intestinal utilizando un análisis de metagenómica cuantitativa, es decir, un
análisis del genoma de los microorganismos que conforman la microbiota intestinal mediante técnicas de secuenciación masiva. Los pacientes seleccionados conforman una muestra representativa de los diferentes estadios de la enfermedad: desde la
cirrosis compensada hasta la descompensada y el
fallo hepático agudo sobre crónico (ACLF, de sus siglas en inglés), la forma más grave.
El estudio, que por primera vez evalúa pacientes con ACLF mediante esta
técnica de análisis de alto rendimiento y precisión, demuestra que el microbioma de las personas con cirrosis está profundamente alterado, respecto al de las personas sanas, y que esta alteración es aún más importante en los pacientes con ACLF. Además, se han caracterizado las alteraciones metagenómicas a lo largo de la evolución de la enfermedad y su correlación con la progresión de la enfermedad y la mortalidad asociada.
"Otro allazgo es que esta disfunción del microbioma intestinal no se debe al tratamiento con antibióticos"
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Por otra parte, a medida que avanza la enfermedad, y particularmente en su forma más grave, la ACLF, estas alteraciones son progresivamente más marcadas. "Estas alteraciones consisten en una
marcada reducción en la riqueza genómica y metagenómica del microbioma y en la aparición progresiva de bacterias no habituales en la microbiota intestinal, en concierto varias especies de
Enterococcus, algunas de ellas de la
flora oral", señala Cristina Solé. "La alteración del microbioma intestinal, además, se asocia con complicaciones de la enfermedad y un peor pronóstico", añade.
"Otro hallazgo del estudio es que esta disfunción del microbioma intestinal no se debe al tratamiento con antibióticos, ya que las diferencias entre los grupos se mantienen tanto si toman este tipo de tratamiento como si no lo toman", explica
Elsa Solà, hepatóloga del Clínic-IDIBAPS y co-autora del estudio.
"Estos resultados han permitido conocer con más profundidad las alteraciones del microbioma intestinal de los pacientes con cirrosis y ACLF, un paso que
resulta imprescindible para investigar estrategias para modificar la composición y funcionalidad de la microbiota intestinal de estos pacientes y así,
mejorar su pronóstico", concluyen los autores.
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