Un
análisis de sangre puede predecir qué
pacientes con un tipo de cáncer llamado linfoma difuso de células B grandes responderán positivamente a la terapia inicial y
cuáles necesitarán un tratamiento más agresivo, según un estudio multicéntrico dirigido por investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford (Estados Unidos).
El estudio valida la utilidad clínica de rastrear el aumento y la caída del ADN tumoral circulante (ctDNA) en la sangre de los pacientes antes y después de la terapia. Sugiere, de esta forma, que
los médicos pronto podrán determinar cómo responde el paciente al tratamiento dentro de los días o semanas posteriores al inicio de la terapia, en lugar de esperar hasta que la terapia se complete entre cinco y seis meses después.
"Aunque la terapia convencional puede curar a la mayoría de los pacientes con linfomas de linfocitos B incluso avanzados, algunos no responden al tratamiento inicial.
Pero no sabemos cuáles hasta que hayan transcurrido varios meses. Ahora podemos predecir los que no responden dentro de los 21 días posteriores al inicio del tratamiento al rastrear los niveles de ctDNA en la sangre de un paciente. Podemos mirar antes y hacer una predicción confiable sobre el resultado", explica Ash Alizadeh, profesor asociado de Medicina, en un artículo en la revista 'Journal of Clinical Oncology'.
El linfoma difuso de células B grandes es el tipo más común de linfoma no Hodgkin. Debido a que es altamente variable biológicamente hablando, los pacientes responder de formas muy diversas al tratamiento. El ADN circulante del tumor se libera en la sangre al morir las células cancerosas. Aprender a elegir y leer estas secuencias de ADN entre los miles o incluso millones de otras secuencias no cancerosas en la sangre puede proporcionar "información valiosa" sobre el curso de la enfermedad y la efectividad de la terapia.
"En combinación con nuestro estudio reciente sobre el cáncer de pulmón, nuestros nuevos hallazgos hablan sobre el poder y la posible utilidad de usar ctDNA para evaluar qué tan bien funcionan los tratamientos contra el cáncer en un paciente individual.
Tenemos muchas esperanzas de que el enfoque sea extensible a la mayoría si no todos los tipos de cáncer", añade Maximilian Diehn, profesor asociado de Radiación Oncológica.
Detalles del estudio
En este estudio, los investigadores rastrearon los niveles de ctDNA en 217 personas con linfoma difuso de células B grandes que fueron tratados en seis centros médicos, tres en Estados Unidos y tres en Europa. Para cada paciente,
compararon los niveles de ctDNA antes de comenzar el tratamiento con los niveles después de la primera y segunda ronda de quimioterapia convencional. Luego, correlacionaron esos cambios con el resultado de cada paciente.
Descubrieron que el ctDNA era detectable antes del inicio de la terapia en el 98 por ciento de las personas estudiadas. Y, como era de esperar,
la cantidad de ctDNA en la sangre disminuyó en todos los pacientes una vez que comenzó el tratamiento. Pero, sin embargo, las personas cuyos niveles de ctDNA cayeron cien veces después de la primera ronda o trescientas en la segunda ronda tenían muchas más probabilidades de vivir 24 meses o más sin experimentar una recurrencia de la enfermedad que aquellos cuyos niveles de ctDNA disminuyeron más lentamente.
Ahora, los investigadores están planificando un ensayo clínico basado en los resultados, y están "ansiosos" por saber si pueden hacer predicciones similares sobre el pronóstico de los pacientes que no sean aquellos con linfomas difusos de células B grandes. "Estos hallazgos confirman el valor de rastrear la genética del cáncer en la sangre en tiempo real. Estamos pensando en cómo usar las herramientas para el mejor beneficio de los pacientes, y estamos muy entusiasmados de probar este enfoque en otros tipos de cáncer", concluye el investigador.
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