Ramón García Sanz es desde esta semana presidente en activo de la
Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH). Tras un periodo como presidente electo (y con Jorge Sierra al frente de la sociedad científica), el hematólogo del
Hospital Universitario de Salamanca se incorpora al puesto para desarrollar distintas líneas estratégicas.
Desde
redefinir la especialidad, seguir luchando por un
quinto año de formación MIR y potenciar los registros hasta las tan populares últimamente
terapias CART, el hematólogo quiere continuar con el impulso que está viviendo la sociedad científica, que estos días celebra en Valencia su congreso nacional.
¿Con qué objetivos asume la presidencia formal de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia?
Hay muchísimos objetivos. El primero es seguir
consolidando el proyecto que tenemos. La
SEHH es una sociedad fuerte, con mucha actividad, es como un barco que tiene un rumbo formidable y mi primera opción será mantener este rumbo; fundamentalmente en la parte que se inició hace ahora unos siete u ocho años, en los que
se profesionalizó la parte ejecutiva de la sociedad y se dejó a los profesionales sanitarios la parte, digamos, política.
Ramón García Sanz, sobre la necesidad de más centros que administren CART.
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Dentro de ese rumbo, tengo la convicción para finalizar varios proyectos e intentar resucitar algunos que languidecen como, por ejemplo, el de los cinco años para la especialidad, a lo que el fracaso de la troncalidad, por desgracia, afectó mucho.
Otros que están en marcha son la
expansión a Sudamérica y la mejora de las relaciones con otras sociedades de Hematología, como la americana y la europea, así como la portuguesa y otras cercanas.
También me gustaría empezar algunos proyectos nuevos como lanzamiento de ideas de registro, de nuevos grupos cooperativos, de unificar los objetivos y coordinarnos lo mejor posible con otras sociedades, como las de
Transfusión Sanguínea y la Sociedad de
Trombosis y Hemostasia.
Además, planteamos
renovar la definición de la especialidad, puesto que está yendo más allá de la transfusión y tenemos que intentar entrar en todo lo que es terapia celular con componentes sanguíneos, no solamente la transfusión convencional sino las nuevas terapias como las CART, que deberían estar incluidas en el ámbito de la especialidad.
¿Esa renovación de la definición de la especialidad es algo a nivel formal o tendría consecuencias a nivel más de gestión y profesional?
"Los hematólogos tienen que mantener su formación de forma muy intensiva durante los primeros años de su ejercicio profesional"
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Ya está en marcha, es decir, la especialidad ya está haciendo muchas cosas nuevas y
sería cuestión de formalizarlo, solo hay que darle un aspecto formal.
Hay una propuesta en la mesa, que es cambiar el nombre de la especialidad: en vez de Hematología y Hemoterapia, llamarla Hematología y Terapia Celular, es una opción que tenemos que discutir y es algo que tenemos que plantearnos para el futuro.
¿Está el hematólogo reconocido como el profesional más familiarizado, más experimentado, con este tipo de nuevas terapias?
Creo que desde el punto de vista operativo sí lo está. Es decir,
cuando tenemos que hablar de nuevos tratamientos de terapia celular, otros especialistas vienen a consultarnos. Hablo de especialidades como Cardiología, Traumatología o Neurología, cuando quieren hacer apartados de terapia celular ya contactan con nosotros.
En muchos grupos en España el hematólogo –junto con otros especialistas a los que no hay que quitarles su protagonismo– es uno de los principales baluartes para las nuevas terapias, terapias con células madre que generalmente se obtienen de la médula ósea o de la propia sangre. Ese es un apartado en el cual
los hematólogos estamos siempre dispuestos a colaborar y siempre vamos a ir con otros especialistas.
Esto implicaría además un aumento de las competencias que le da la especialidad a través de su programa formativo, y aquí entraríamos de nuevo en los cinco años que llevan pidiendo los hematólogos desde hace tiempo.
Los cinco años vienen pidiéndose desde hace mucho tiempo, independientemente de que haya nuevas estrategias terapéuticas, porque para una especialidad que tiene un aspecto clínico y un aspecto biológico, realmente cuatro años se quedan muy escasos.
De hecho, prácticamente todos los hematólogos tienen que mantener su formación de forma muy intensiva durante los primeros años de su ejercicio profesional por eso, porque gran parte de la formación ha quedado un poquito escasa por la falta de ese quinto año.
¿Haría falta un área de capacitación específica relativa a terapia celular y terapia génica para que se pudiera acceder no solamente desde Hematología sino desde otras especializadas?
Las áreas de capacitación son algo que llevamos viendo mucho tiempo, con otras especialidades también lo podemos discutir. Ahora mismo
estamos hablando de tres áreas de capacitación que había pedido Hematología. Primero, el área de trasplante clínico y en banco de sangre, en servicio de transfusión. Hablamos también de diagnóstico genético y de diagnóstico por citometría de flujo.
Tanto desde el punto de vista clínico en la parte de trasplante como en el laboratorio, esos apartados necesitan de una gran formación específica para todos estos profesionales y evidentemente lo ideal sería hacerlo a través de las áreas de capacitación.
Dentro del trasplante
podemos discutir si las nuevas terapias y las CART pueden formar parte o no de esa área de capacitación, puesto que al fin y al cabo estamos trasplantando células.
Un momento de la entrevista con Ramón García Sanz.
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Hablando de terapias CART, ¿es partidario de extender estos centros a todo aquel que esté especializado en trasplante hematopoyético?
Con las terapias CART, y con las células hematopoyéticas en general, la previsión es que acaben yendo para muchísimos pacientes, no solamente para linfomas y leucemias linfoides.
A los hematólogos nos gustaría mantener un protagonismo en este apartado, y dar el servicio a otra especialidad como lo estamos haciendo desde los servicios de transfusión.
Obviamente, los ocho centros que hay ahora mismo para todo el país se está viendo que son insuficientes. En este momento ya hay varios centros que están haciendo un CART por semana, lo que puede empezar a exceder de la capacidad de los distintos centros. Esto hace que sean muy probable que necesitemos más en el futuro.
Incluso puede llegar a extenderse tanto como que cada centro que en este momento es capaz de hacer trasplante pueda llevar acabo este tipo de terapias. Eso dependerá fundamentalmente del número final de indicaciones que tengamos, del número de terapias. Ahora mismo tenemos terapias CART para leucemia mieloide y para linfoma difuso. Cuántos pacientes y cuántas metodologías hacen falta habrá que revisarlo en el futuro junto con la Administración, para dar respuesta a esa necesidad.
A nivel general, ¿qué recursos, tanto humanos como materiales, son los más acuciantes para Hematología en la actualidad?
Son muchos. Aquí cada hospital va a tener sus necesidades. Por ejemplo, hemos visto que en Vall d’Hebron hace poco han creado una Unidad entera para este tipo de terapias. Pero también son necesarios los recursos humanos.
Nuestro hospital es uno de los centros que administran CART,
estamos pidiendo ahora mismo un hematólogo y una enfermera más. Necesitamos también más recursos materiales, más espacio, más camas, quizá para unidades específicas, muchos centros pueden intentar aumentar su capacidad de camas simplemente instaurando programas de trasplante ambulatorio, de modo que pacientes que ahora mismo están en un trasplante hematopoyético, ingresados, puedan hacerlo de forma ambulatoria. Eso liberaría camas para hacer este otro tipo de tratamientos.
"[El registro] es la única forma de saber si estamos tratando bien a nuestros pacientes"
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Y también es necesario acordarse de las otras especialidades porque también las necesitamos y seguramente este tipo de terapias sobrecargarán a estas unidades. Hablo de Farmacia, Neurología, de UVI, etc.
Usted hablaba antes de la importancia de los registros. ¿Qué queda por hacer en este campo?
Está todo por hacer. Hay varios registros hechos; por ejemplo, Geltamo ha hecho uno que se llama Relinf, que es el registro de linfomas, pero hasta ahora han sido muy dispersos.
La SEHH intentó hacer uno centralizado, que por desgracia no tuvo mucho éxito, es un proyecto que se ha quedado en el cajón e intentaré revisar en el futuro, aunque lo más probable es que haya que hacerla a través de la grupos cooperativos que tiene la sociedad: intentar, más que hacer un registro, coordinar todos los registros para hacer uno único.
Lo que pasa es que ahí necesitaríamos el apoyo de la Administración, estableciendo apartados de obligatoriedad, como sucedió con las enfermedades de comunicación obligatoria. A lo mejor la Administración se tiene que plantear en un futuro establecer mecanismos de este tipo en los hospitales para que todas las enfermedades, no solamente las hematológicas y no solamente las tumorales, tengan un registro adecuado y sepamos en nuestro país hasta dónde vamos a llegar, cuántos pacientes tenemos de cada enfermedad.
¿Entonces abogaría por que sea la Administración la que impulse la creación de estos recursos?
La Administración puede intentar hacerlo pero yo creo que fracasaría. Lo ideal es que la Administración dé el impulso inicial y lo ponga en manos de las sociedades científicas y que luego las dote de recursos no económicos, administrativos, esto es tener la potestad para decir: "Oye, es obligatorio que cada vez que haya un linfoma de Hodgkin se reporte".
En España, hablando del linfoma, se calcula que habrá unos 1.200 casos anuales. Registrar estos casos no es difícil. Lo mismo se puede decir después con mieloma: tres mil, cuatro mil casos anuales. Intentar registrar todo eso tampoco sería demasiado difícil.
La Administración debería dar el impulso, dejarlo en manos de las sociedades y luego entre todos resolver los problemas puntuales que vayan saliendo durante el camino.
Es algo en que las sociedades científicas, sobre todo a través de Facme, han exigido: que se sepa qué es lo que se hace en los centros españoles, y establecer indicadores de resultados en salud.
Para García Sanz, la SEHH está a la altura de las sociedades más desarrolladas.
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Yo creo que es algo esencial, es la única forma de saber si estamos tratando bien a nuestros pacientes. Si no sabemos cuántos mielomas hay, cómo vamos a poder decir cuántos tenemos que tratar.
También es ideal para la propia Administración, para poder calcular mejor cómo destinar los recursos en cada una de las patologías. A mí me da mucha envidia, por ejemplo, el sistema americano, que tiene una cosa que se llama cancer.org, donde
puedes encontrar estadísticas de todos los tumores en el país. Las estamos utilizando nosotros para después tratar de hacer nuestras estimaciones, sabiendo que luego vamos a tener diferencias notables porque, por ejemplo, tenemos diferencias en el tipo de población, aquí no hay tanto afroamericano como en Estados Unidos, ni tanta población latina.
Las sociedades científicas han evolucionado mucho en los últimos años. ¿Están adaptadas a su tiempo o necesitan dar un paso adelante?
Hay varias sociedades que sí que están ahí:
Cardiología, Oncología Médica, Separ… La Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia creo que es una de ellas, tenemos ya un tamaño francamente grande, tenemos un buen servicio para nuestros asociados, unos grupos de trabajo que son un orgullo para nosotros y que son capaces de desarrollar una investigación francamente buena, ahí están los resultados en publicaciones, proyectos, etc.
Creo que la SEHH sí que está adaptada, aunque sigue habiendo muchas cosas por hacer:
mejorar los sistemas de registro, los sistemas de comunicación, el apartado de lo que denominamos CRO académicas, es algo que echamos de menos en nuestro país, poder tener una organización clínica de investigación meramente académica, que sea capaz de ayudar en la investigación desde el punto de vista académico.
Son muchos los retos todavía, aunque repito: creo que nuestra Sociedad está bastante bien posicionada en ese aspecto en el día de hoy.
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