El 22 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Leucemia Mieloide Crónica (LMC), una fecha en la que los expertos aprovechan para recordar la necesidad de introducir el concepto de “curación” en los esquemas terapéuticos y estudiar más a fondo los efectos adversos de los tratamientos. “A pesar de que hemos llegado a controlar la enfermedad en cerca del 95 por ciento de los pacientes, con una supervivencia similar a la de población sana en menores de 60 años, no hemos conseguido los mismos resultados en mayores de esta edad”, explica Juan Luis Steegmann Olmedillas, presidente del Grupo Español de LMC (GELMC), de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH).
“La LMC, que representa hasta el 20 por ciento de todas las leucemias, constituye un paradigma en el tratamiento del cáncer puesto que, a día de hoy, en España, un 56 por ciento de los pacientes presenta una respuesta molecular completa al tratamiento. No obstante, para pensar en una curación total de la enfermedad, debemos conseguir el cien por cien de estas respuestas”, comenta Steegmann.
Por el momento, la discontinuación del tratamiento no es una práctica clínica habitual. No obstante, hay miles de pacientes que, tras una respuesta completa duradera durante años, han detenido el tratamiento, la mayoría en el marco de ensayos clínicos o en centros en los que el estándar de calidad es muy alto. “Un 50 por ciento de estos pacientes no han recaído, pero el tiempo de seguimiento es corto a día de hoy”, asegura Steegmann.
En palabras de Steegmann, “la LMC fue el primer tipo de cáncer tratado con un inhibidor específico de tirosina quinasa, el imatinib. Ahora existen cientos de fármacos de este tipo que se emplean con éxito en otras neoplasias, aunque es en la LMC, donde se obtienen los mejores resultados. Además, este tipo de leucemia ha sido pionera en incorporar los estudios genéticos y moleculares en las rutinas de tratamiento. De hecho, llevamos una década de adelanto en la estandarización de esta clase de estudios, respecto a otros tipos de cáncer”.
Entre los avances más significativos del último año destacan la aprobación, por parte de la Agencia Estadounidense de Medicamentos (FDA, por sus siglas inglesas), de bosutinib 400 en primera línea, la consolidación de ponatinib como tratamiento de rescate y la inclusión, por parte de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas inglesas), de nilotinib como terapia a la que recurrir si se planea la discontinuidad del tratamiento.
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