El riesgo general de
muerte después de un
trasplante de médula ósea cayó un 34 por ciento entre 2003-2007 y 2013-2017, según un análisis publicado en la revista
Annals of Internal Medicine.
Un trasplante de médula ósea puede ser un tratamiento que salva vidas, pero puede presentar
riesgos que la ponen en peligro. La noticia alentadora para los pacientes es que estos riesgos se han desplomado durante años.
Estos beneficios provienen de una fuerte disminución en las complicaciones relacionadas con el trasplante, explica George McDonald, miembro emérito del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson.
Complicaciones del trasplante
El riesgo de morir por esas complicaciones, principalmente debido a
infecciones y enfermedades que afectan al hígado, los riñones y los pulmones, ha disminuido del 30 al 11 por ciento en los últimos 25 años.
Otros hallazgos no fueron tan drásticos, admite McDonald.
El riesgo de muerte por recaída del cáncer disminuyó, pero ni de lejos tan abruptamente como el de complicaciones. La recurrencia del cáncer sigue siendo un desafío importante para el campo del trasplante, añade.
Aún así, los resultados deberían tranquilizar a los investigadores que han trabajado para mejorar la práctica durante décadas, destaca McDonald, quien también dirigió un análisis anterior en 2010 que muestra mejoras sorprendentes similares para los receptores de trasplante de médula ósea desde la década de 1990 hasta principios de la década de los 2000.
Pequeños y constantes avances
"Este documento refleja 25 años de investigación clínica", según McDonald
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El último análisis muestra que la tendencia ha continuado. McDonald atribuye los resultados mejorados a los pequeños y constantes avances realizados en los centros de trasplantes por
un elenco diverso de médicos, enfermeras y especialistas en todas las disciplinas médicas.
"Cada uno de nosotros ha estado trabajando duro, tratando de hacer que nuestro pequeño rincón del problema sea menos grave –explica McDonald, quien vio a su primer paciente de trasplante en 1972–. Acumulativamente, esas pequeñas mejoras se resumen en grandes mejoras en los resultados. Este documento refleja 25 años de investigación clínica".
Para el estudio actual, McDonald y sus colegas revisaron los resultados de 1.148 pacientes que se sometieron a un trasplante en un centro asociado al Fred Hutchinson, el Seattle Cancer Care Alliance, entre 2003-2007. Luego los compararon con 1.131 pacientes que se sometieron a los procedimientos entre 2013 y 2017.
La cohorte más reciente era mayor y más enferma cuando tuvieron su trasplante, puntualiza McDonald. Sin embargo, les fue todavía mejor que el grupo anterior.
En términos absolutos, la frecuencia de mortalidad general durante 2013-2017 fue del 40 por ciento, y esta proporción obviamente aumentará con un mayor seguimiento, asegura McDonald.
Prevenir la recaída
"En otros 10 años, la tasa de recaída debería disminuir y disminuirá"
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McDonald señala que el estudio fue un análisis retrospectivo de datos recopilados previamente y, por lo tanto, no puede decir con certeza qué causó los mejores resultados. "Pero podemos hacer conjeturas realmente educadas sobre por qué estamos mejorando", añade.
Mirando hacia el futuro, McDonald cree que una mayor investigación clínica realizada por expertos en enfermedades infecciosas y especialistas médicos en enfermedades hepáticas, renales y pulmonares
ayudará a reducir el riesgo de muerte por complicaciones relacionadas con el trasplante en un solo dígito.
El desafío más difícil será prevenir la recaída. Pero hay motivos para el optimismo, asegura la oncóloga del Fred Hutchinson Brenda Sandmaier, autora del estudio.
"Ahora que hemos reducido significativamente la mortalidad por no recaída, tenemos una plataforma para implementar diferentes tratamientos para prevenir la recaída o tratar la evidencia temprana de enfermedad recurrente –señala–. En otros 10 años, (la tasa de recaída) debería disminuir y disminuirá".
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