Los grupos de investigación en
Terapia Génica y Celular y el de Diagnóstico y Terapia Molecular, también vinculado al
Banco de Sangre y Tejidos (BST), del
Instituto de Investigación Vall d'Hebron (VHIR) han conseguido modelizar por primera vez la
hemofilia B utilizando la tecnología de las
células madre con pluripotencia inducida (iPSCs). De este modo, han aclarado algunos detalles de esta enfermedad que afectó a un elevado número de descendientes de la reina
Victoria de Inglaterra, y que por este motivo también se ha llamado
Enfermedad Real, y que sufrieron las familias reales europeas hasta la mitad de siglo XX.
Los detalles de la enfermedad eran un absoluto misterio hasta hace pocos años dado que el último descendiente afectado, el príncipe
Waldemar de Prusia, murió en 1945 a los 56 años, y se desconocía si se trataba de una hemofilia A o B, ni su gravedad. De hecho, siempre ha sido un motivo de debate por los
historiadores si la relativamente alta longevidad de los afectados era debida a las mejores condiciones de vida de la realeza en una época en que no había ningún tratamiento efectivo, o si se trataba de una hemofilia moderada. En estudios previos realizados en Rusia, a partir del ADN extraído de los huesos de los miembros de la
familia Romanov, los últimos zares fusilados en 1918, se logró identificar la mutación que originaba la forma de hemofilia que afectaba las casas reales.
En concreto, la mutación se encontró en el
gen del factor IX (FIX) de la
coagulación y consistía en el cambio de un
nucleótido (una única letra de la secuencia del ADN) en una región no codificante, y se predecía que la enfermedad sería grave porque alteraba completamente el patrón de empalme en el proceso de eliminación de los fragmentos no codificantes (
intrones) cuando se forma el
ARN maduro.
La misma mutación en un paciente hemofílico que no es de la realeza
Ahora, el equipo del
VHIR coordinado por
Jordi Barquinero, junto con un grupo del
Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB) y otros dos grupos de
Francia e Italia, ha sido capaz de crear un modelo celular fisiológico de la Enfermedad Real que ha permitido estudiar la
expresión del gen del FIX a nivel del ARN. Los investigadores trabajaban con pacientes hemofílicos con mutaciones que solo se podían estudiar al ARN (como las que afectan al
splicing) y encontraron que uno de ellos tenía la misma mutación que las familias reales sin estar emparentado. "Para el estudio se partió de una pequeña
biopsia de piel tanto del paciente como de su madre (portadora de la mutación) ya partir de ahí se generaron las iPSCs que se diferenciaron en
hepatocitos (células del hígado) para poder analizar el ARN del FIX, dado que es este tipo de tejido lo que produce el FIX de manera fisiológica", explica Barquinero.
El estudio confirmó la predicción de que "la mutación alteraba el
splicing y se demostró que el ARN mutado es degradado por un mecanismo celular de degradación de ARNs mutados, lo que lo hace muy difícil de detectar", destaca
Francisco Vidal, responsable del grupo del Diagnóstico y Terapia Molecular. "Hemos puesto de manifiesto la enorme capacidad de la tecnología basada en reprogramación para crear modelos de enfermedad humana", apunta
Angel Raya, responsable del grupo del CMRB.
Por otra parte, la publicación también ha aportado pistas que podrían ayudar a explicar la aparente discrepancia entre la
severidad de la enfermedad y la longevidad observada en algunos miembros afectados de las familias reales, en demostrar que a pesar de la presencia de la mutación, en las células del hígado se genera una pequeña proporción de ARN mensajero del FIX absolutamente normal. En este tipo de mutaciones se ha descrito que la maquinaria celular del
splicing puede funcionar de forma muy diferente en diferentes personas, por lo que una misma mutación puede resultar en una enfermedad más o menos grave, lo que también sería aplicable los afectados de la Enfermedad Real.
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