Investigadores de la Universidad de California en San Francisco (UCSF) han relacionado por primera vez el tabaquismo de los padres con cambios genéticos específicos en las células tumorales de niños con leucemia linfoblástica aguda, uno de los tumores infantiles más frecuentes.
"Estamos viendo la evidencia de los efectos tóxicos del humo del tabaco en los genes", según ha destacado Adam de Smith, investigador de este trabajo cuyos resultados publica la revista Cancer Research.
Además, han visto que estas deleciones genéticas no son heredadas de los padres sino que son adquiridas en las células inmunes del menor, por lo que podría sugerir que la ventana de exposición más importante es durante el embarazo y después del parto.
Este tipo de leucemia tiene su origen en los linfocitos en la médula ósea y, aunque el riesgo de desarrollar la enfermedad es mayor en niños menores de 5 años, la mayoría de muertes se producen en población adulta.
En este trabajo, los investigadores examinaron muestras de tumores de 559 pacientes antes de ser tratados, en las que querían ver si faltaban alguno de los ocho genes que a menudo se suprimen en estos pacientes, y si alguna de estas supresiones estaban asociadas con el consumo de sus padres.
Las mutaciones, más frecuentes si la madre fumó durante la lactancia
Aproximadamente dos tercios de las muestras tumorales contenían al menos una de estas supresiones, según los datos, y las mutaciones fueron considerablemente más frecuentes en niños cuyas madres habían fumado durante el embarazo y después del parto.
En concreto, por cada cinco cigarrillos fumados diariamente durante el embarazo hubo un aumento del 22 por ciento en el número de mutaciones. Y por cada cinco cigarrillos fumados diariamente durante la lactancia materna, hubo un aumento del 74 por ciento en el número de mutaciones.
Asimismo, el consumo diario de cinco cigarrillos por parte de la madre o el padre antes de la gestación también se asoció a un mayor riesgo de mutaciones, aunque en este caso fue de entre un 7 y 8 por ciento.
De igual modo, se observó que los niños varones eran más sensibles a los efectos del tabaquismo materno, incluyendo el que tenía lugar antes del embarazo, lo que podría deberse a que suelen crecer más rápido que las niñas, lo que conlleva una mayor vulnerabilidad al desarrollo de linfocitos en toxinas que causan daño genético, según los autores.
Una limitación del estudio es que los investigadores no saben cuándo se produjeron las mutaciones genéticas en relación con el desarrollo de la leucemia, ya que se basaron en el testimonio de los padres sobre su consumo de tabaco, por lo que en algunos casos podría ser erróneo.
Sin embargo, las conclusiones deben reforzar la importancia de que los padres dejen de fumar o al menos reduzcan su consumo, ha añadido Marte Reigstad, investigadora del Hospital Universitario de Oslo (Noruega) que no ha participado en el estudio.
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