La
edición genética mediante la técnica
Crispr/CAS9, conocida como ‘corta-pega genético’ por ser relativamente sencilla y barata, “podría tener una aplicación muy amplia e interesante en el diagnóstico del
cáncer hematológico”, en palabras de
Jorge Sierra, presidente de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (
SEHH).
Además, “el
trasplante hematopoyético (denominado genéricamente como
trasplante de médula ósea), las células
CART y las moléculas dirigidas conforman un potente
arsenal terapéutico frente a las hemopatías malignas”.
Sierra ha querido destacar estos avances con motivo de la celebración, el próximo domingo, del
Día Mundial contra el Cáncer. La SEHH ha lanzado un
video con mensajes de hematólogos sobre el futuro abordaje de estas enfermedades, bajo el lema 'Imparables en la lucha contra el cáncer de sangre'. La incidencia anual estimada de los cánceres hematológicos (linfomas, leucemias y mielomas múltiples), es de unos 14.000 casos.
En el caso del linfoma, los avances en su abordaje están siendo numerosos y relevantes, tanto en los aspectos biológicos como en los nuevos tratamientos (medicamentos
anti-PD1, combinaciones de fármacos y formulación subcutánea de rituximab).
Linfoma de manto y linfomas difusos de células grandes son las áreas
donde se han producido más novedades en el último año. El trasplante hematopoyético en linfoma de Hodgkin ha disminuido con el uso de nuevos fármacos dirigidos, pero sigue teniendo relevancia.
Novedades en leucemia
Sobre las leucemias –cuya prevalencia se estima en aproximadamente 11.000 casos– hay también avances significativos. En leucemia mieloide aguda, la aprobación del primer inhibidor de FLT3 (midostaurina) y de daunorrubicina-citarabina liposomal por parte de la FDA de nuevas armas a los hematólogos.
En leucemia aguda linfoblástica,
las células CART están dando muy buenos resultados tanto en niños como en adultos. En leucemia linfática crónica, los tratamientos dirigidos contra dianas biológicas se unen a las células CART como principales esperanzas terapéuticas, y en leucemia mieloide crónica, los especialistas se plantean el reto de la discontinuación del tratamiento con inhibidores de tirosina quinasa para pasar de la cronificación a la curación definitiva de la enfermedad.
En cuanto al mieloma múltiple, la mediana de supervivencia ha pasado de 4 a 8 años en la última década y, de manera indirecta, se ve que la mortalidad se ha reducido significativamente. La
consolidación del mantenimiento post-trasplante con lenalidomida, la combinación múltiple de fármacos nuevos y antiguos, y el tratamiento del mieloma asintomático constituyen los principales avances en su abordaje.
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