Ramón García Sanz, vicepresidente segundo de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH).

12 dic 2016. 10.10H
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POR @JAVIERBARBADO
Un ensayo de 110 pacientes con linfoma no Hodgkin –uno de los cánceres de sangre más frecuentes– ha puesto en jaque los prejuicios de los hematólogos acerca del pronóstico de la enfermedad, por lo general nada bueno.

La nueva línea de investigación se ha presentado en la reunión anual de la Sociedad Americana de Hematología (ASH) y repara en el uso de las Car T-Cells, una clase de células muy especial por cuanto proceden del paciente, de donde se extraen, se manipulan en el laboratorio y, acto seguido, se infunden al enfermo programadas para atacar el cáncer.

El método consiste en extraer linfocitos T del enfermo (una clase de glóbulos blancos) y añadirles, en el laboratorio, una proteína que atrae a un antígeno específico que posee la célula tumoral causante de la enfermedad, y que se llama CD19.

Los linfocitos con un receptor CD19 en su membrana se introducen en el paciente de forma que son capaces de atacar, de manera directa, las células cancerosas portadoras del antígeno.

“Acostumbrados a ver morir a estos pacientes sin poder hacer nada para evitarlo, llama la atención de forma muy poderosa conseguir un 75 por ciento de respuestas globales con el empleo de las Car-T-Cells, e incluso un 36 por ciento de respuestas completas”, ha declarado a Redacción Médica Ramón García Sanz, vicepresidente segundo de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH).

“No hablamos de curación, pero es una posibilidad real, hoy día, que una respuesta parcial al tratamiento pase a ser completa si se persiste en infundir células de este tipo al enfermo a lo largo del tiempo”, destaca.

Existen buenos resultados –añade– con las famosas Car-T­-Cells en leucemias agudas linfoblásticas infantiles, pero ésta es una enfermedad poco frecuente, es decir, no resulta fácil dar con una cohorte válida para varios ensayos y, por eso, ahora se ha empezado a aplicar la nueva estrategia terapéutica a patologías de la sangre más habituales, como el linfoma difuso de células grandes conocido como No Hodgkin, que, con los tratamientos convencionales, presentan resistencias de hasta el 30 por ciento.

Terapia génica en hemofilia con el VIH: ¿curado de por vida?

Pero el foro anual americano ha dado a conocer cientos de avances tan llamativos como éste, entre otros la terapia génica aplicada a una enfermedad hereditaria como la hemofilia.

“Es impresionante porque consiste en introducir el gen que le falta al paciente en sus células, que luego se desplazan al hígado y se muestran capaces de fabricar el factor IX de la coagulación –ausente en la hemofilia– y, por lo tanto, curar al enfermo de forma estable por lo menos durante un año, que es el tiempo en que ha podido comprobarse”, ha revelado García Sanz.

Otra peculiaridad llamativa de esta terapia reside en la manera de introducir el gen que falta en la célula del enfermo, ya que se utiliza para ello el virus del sida (VIH) atenuado (es decir, incapaz de producir enfermedad), que actúa como vector que transporta aquél al interior del núcleo celular y consigue que se integre entre su material genético.

“Aquí los resultados son de un 30 por ciento del factor de coagulación IX durante más de un año y eso equivale a decir que se ha curado al paciente”, anuncia el hematólogo, quien advierte de que, así las cosas para la hemofilia B (el tipo más frecuente en el que se ha aplicado este ensayo), “no descartamos una remisión del problema de por vida”.

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