La infección de
citomegalovirus (CMV) ha generado
complicaciones en pacientes sometidos a un
trasplante hematopoyético o de
órganos sólidos. Con el surgimiento de las
terapias CAR-T, un grupo de investigadores del
Instituto de Investigación Sanitaria Incliva ha realizado un estudio observacional a
51 pacientes sometidos a CAR-T para conocer cómo responde CMV. La principal conclusión es que el propio paciente controla al virus, por lo que no sería necesario monitorizarlo, excepto en personas con mucho riego. No hay un criterio establecido a la hora de abordar esta realidad, por lo que
David Navarro, jefe del Servicio de Microbiología del
Hospital Clínico de Valencia, es partidario de que el
Grupo Español de Trasplante Hematopoyético defina un d
ocumento de consenso para homogenizar el abordaje.
Aunque el tratamiento con células CAR-T ha producido respuestas clínicas notables con ciertos subconjuntos de
leucemia o
linfoma, hay aún muchos desafíos que limitan su eficacia en
tumores sólidos y
neoplasias malignas hematológicas. Uno de ellos es la infección por una amplia variedad de virus, siendo especialmente relevante la infección por CMV, complicación común en pacientes sometidos a un trasplante hematopoyético. Ante la
falta de información de su posible peligrosidad tras recibir terapia CAR-T, los investigadores han realizado un estudio publicado en la revista
Clinical Microbiology and Infection.
Hasta ahora no existía ninguna referencia sobre
cómo reaccionan los pacientes con CAR-T y con CMV, por lo que Navarro afirma en
Redacción Médica que “la investigación certificó que
el virus se reactiva, pero acaba siendo controlado por el paciente. No es necesario ofrecer antivirales para tratarlo antes de que se genere una enfermedad. La
inmunosupresión creada en los tratamientos CAR-T no es tan profunda como la que se crea con un trasplante”.
"La inmunosupresión creada en los tratamientos CAR-T no es tan profunda como la que se crea con un trasplante"
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El método utilizado para poder cuantificar la peligrosidad del CMV ha sido, en palabras del especialista, “detectar la presencia del virus en la
sangre del paciente, monitorizándolo, tal y como se realiza en un paciente trasplantado”. Después de
90 días tras la infusión de CAR-T, el investigador concluye que “existía CMV en la sangre, pero no condujo en ningún caso a enfermedad de órgano diana. No parece que sea un problema serio”.
Monitorizar e identificar al paciente de algo riesgo
Tras los resultados logrados, Navarro considera que “
no es necesario monitorizar el virus a los pacientes, excepto a las personas con mucho riesgo. La mayoría de pacientes, pero no todos, responden bien a la reactivación del virus. Identificar a
las personas que puedan tener problemas es clave y el camino es coleccionar información de los distintos grupos de investigación”.
"No es necesario monitorizar, excepto a las personas con mucho riesgo"
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Pese a que el virus no representa una seria amenaza para la mayoría de pacientes, Navarro considera que delimitar cuándo se debe realizar una
monitorización sistemática de CMV y distinguir
qué pacientes podrían sufrir problemas tras recibir CAR-T debe “quedar plasmada en un documento de consenso".
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