La anemia ferropénica, la más común de las anemias y que se produce por la falta de hierro, puede afectar hasta al 30 por ciento de las mujeres en edad fértil y no haber sido detectada. Es más, la coincidencia de algunos síntomas con la depresión puede llevar a confusión a la hora del diagnóstico y posible tratamiento.
Esta confusión no tiene por qué llevar a problemas serios, según explica Carmen García de Insausti, secretaria general de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH). “Conlleva un riesgo pero este no es severísimo, y lo mismo para las depresiones que son confundidas con anemias, a no ser que se den rasgos suicidas, en cuyo caso el diagnóstico depresivo sería más claro”.
García de Insausti detalla que, aparte de la falta de energía y apatía, hay detalles que permiten diferenciar una y otra cosa: “El anémico está sin energía pero no descuida su apariencia personal, por ejemplo, ni hay riesgo de abuso de sustancias”. Además, la presencia de palpitaciones, uñas quebradizas y caída del pelo puede indicar que estamos ante una anemia ferropénica.
“Desde la Primaria, un profesional debe estar capacitado para notar la diferencia”, prosigue la hematóloga. “A veces el tiempo que pasa el médico con el paciente es muy corto, pero con un interrogatorio básico se puede descubrir lo fundamental, si la persona está deprimida o anémica, sin necesidad de pruebas complementarias”.
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