Investigadores españoles de un proyecto europeo 'Eurofancolen', coordinado por el investigador del Ciemat y el Ciberer
Juan Bueren, han logrado infundir
células madre modificadas genéticamente a
pacientes de anemia de Fanconi que han proliferado y estabilizado esta enfermedad de baja frecuencia pero punta de lanza de la investigación en
terapia génica en España y en el mundo.
El equipo de Bueren ha reparado la mutación en el gen FANCA, responsable de la mayoría de casos de Fanconi en España, de las células madre del paciente y las ha reintroducido en su cuerpo con tal éxito que han proliferado y superado a aquellas con el gen defectuoso,
sin ningún problema de rechazo, lo que abre la puerta a ensayos comerciales del tratamiento.
¿Qué porcentaje de pacientes tienen el gen FANCA alterado?
A nivel mundial, aproximadamente entre el 60 y el 70 por ciento. En España, este porcentaje sube un poco más y es, aproximadamente, el 80 por ciento.
Hay
descritos 22 genes cuya mutación puede producir anemia de Fanconi. El más frecuente es Fanconi A (FANCA), le sigue Fanconi C y Fanconi G, que suponen aproximadamente entre el 10 y el 20 por ciento. En los demás, disminuye la frecuencia.
La terapia estándar es el trasplante de células madre de donante sano, pero hay una parte de pacientes que no tienen donante compatible.
Efectivamente. Esos, hasta el momento, no tienen un tratamiento de elección. La probabilidad de tener un donante familiar que sea compatible puede ser del orden del 20 por ciento.
Solamente uno de cada cuatro lo puede tener.
"En el caso de la terapia génica, no hace falta ningún tratamiento de acondicionamiento con quimioterapia"
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Luego, hay una probabilidad, que aumenta significativamente, de encontrar un donante que no sea familiar. Sin embargo, los riesgos de rechazo también aumentan, al tener más disparidad.
Además de no necesitar un donante compatible, ¿qué otras ventajas ofrece esta nueva terapia?
A diferencia de lo que ocurre con los trasplantes de un donante, en los cuales hay que hacer un tratamiento con quimioterapia para inhibir al sistema inmune y, por tanto, las reacciones de rechazo, y para facilitar que las células del donante se implanten en la médula ósea, en el caso de la terapia génica tal y como la estamos aplicando en los ensayos clínicos en marcha, no se hace ningún tratamiento de acondicionamiento con quimioterapia.
El paciente,
a los dos días de haberle infundido sus propias células, puede irse del hospital.
Solo necesita una infusión.
Solamente, es una infusión única.
Tras este ensayo con cuatro pacientes, ¿cuál es el siguiente paso de esta terapia?
Tanto en España como en Estados Unidos tenemos aprobado un ensayo en fase II con un número superior de pacientes. Así como el primer ensayo lo hemos hecho a través de un contexto académico, con subvenciones del Ministerio de Sanidad o de la Comisión Europea, en
el siguiente ensayo lo vamos a hacer esponsorizado por una empresa farmacéutica (Rocket Pharmaceuticals) y con fondos privados.
Va a ser más grande, porque el objetivo es ver si los resultados que tenemos son suficientemente satisfactorios como para que se obtenga el registro tanto en Europa como en Estados Unidos.
¿Qué posibilidades abre este ensayo para mostrar ese avance en terapias génicas que parecía que nunca terminaba de llegar?
Nosotros estamos donde estamos por lo bien que han marchado los otros ensayos, aquellos con inmunodeficiencias congénitas que mostraron inicialmente buenos resultados clínico pero luego dieron problemas de seguridad cuando se utilizaban los vectores de primera generación.
"Estamos dejando de discutir si la terapia génica es segura para hacerlo sobre si su coste es asumible para las instituciones sanitarias"
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Con la nueva generación de vectores de transferencia de genes se ha observado que
no se han producido reacciones adversas graves, como las que ocurrían con los vectores de primera generación. No ha ocurrido una sola leucemia asociada al proceso de modificación genética de las células.
Esto quiere decir que, cada vez más, la terapia génica se está instalando como una terapia para enfermedades monogénicas cada vez más prevalentes (talasemias, hemofilia).
Ya estamos dejando de discutir si la terapia génica es segura o no, y las discusiones de ahora se basan en si su coste es asumible para las instituciones sanitarias de cada país.
Supone, además, un gran paso para la investigación española. ¿Este ensayo apuntala esa promesa del importante papel de nuestro país en el desarrollo de las terapias avanzadas?
España, sin duda, juega un papel importante en el desarrollo de terapias avanzadas.
Todo el desarrollo del único tratamiento de terapia celular registrado en Europa se hizo en España, por cirujanos españoles, y con una empresa farmacéutica creada en España, como fue Cellerix. El investigador clínico principal fue Damián García Olmo, y hoy, eso es una terapia registrada, ahora forma parte de Takeda y su distribución es mundial.
Que en España se está haciendo la mejor de las terapias avanzadas a nivel mundial, día a día, está quedando cada vez más patente, y se están poniendo en marcha cada vez más ensayos de terapia génica que, en poco tiempo, mostrarán seguridad y eficacia. Sin duda.
¿Qué es lo que falta en la investigación española para impulsar el I+D en terapias avanzadas?
Primero, nos falta convicción por parte de los gobiernos de que es necesario hacer investigación, desde la básica hasta la más aplicada.
Hacen falta ayudas a las empresas para que se animen a hacer investigación en España, hace falta dinero y agilidad en la gestión.
Ahora mismo, el dinero es siempre es una necesidad pero, más allá de los problemas de dinero, tenemos problemas para gestionar el dinero que tenemos porque la lentitud, por ejemplo, para contratar personal, es garrafal para la Administración Pública en este momento. Con todos los problemas presupuestarios que hay, los recortes… es muy difícil trabajar.
La creación de un Ministerio de Ciencia, bajo la responsabilidad de Pedro Duque, ¿ha supuesto un avance?
Las intenciones eran muy buenas, pero la realidad es que
seguimos con unas trabas administrativas que son muy parecidas a las que teníamos antes, de manera que, desde el punto de vista práctico, nosotros no hemos notado grandes diferencias en las trabas tan enormes que tenemos en la gestión de la investigación. Es terrible.
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