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Primer consenso para atajar la hiperprolactinemia por antipsicóticos

La hormona eleva su concentración en pacientes tratados con estos fármacos

Luis Montejo, profesor titular de Psiquiatría de la Universidad de Salamanca.

14 abr 2016. 17.40H
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Entre el 30 y el 70 por ciento de los pacientes que reciben tratamientos antipsicóticos durante un largo periodo de tiempo padece hiperprolactinemia, un trastorno que consiste en un aumento anormal de los niveles en sangre de prolactina (la hormona encargada de la producción de leche durante la lactancia).

Cuando esto sucede, los pacientes psiquiátricos, tanto hombres como mujeres, padecen repercusiones clínicas importantes a corto y largo plazo, que abarcan desde problemas sexuales (disfunción eréctil, amenorrea, infertilidad…) hasta osteoporosis, problemas cardiovasculares, o incluso mayor riesgo de padecer algunos tipos de cáncer.

Además, el 36 por ciento de los hombres y el 20 por ciento de las mujeres se hallan en riesgo de abandonar el tratamiento antipsicótico debido a la disfunción sexual, una de las posibles consecuencias de padecer hiperprolactinemia, con las consecuencias negativas para su salud mental.

Para lograr un correcto manejo del trastorno, expertos en Psiquiatría, Endocrinología, Medicina Interna, Reumatología y Oncología han presentado el primer Consenso Español sobre Riesgos y Detección de Hiperprolactinemia por Antipsicóticos, un documento que describe por primera vez las recomendaciones clínicas para el abordaje de esta dolencia.

El documento ha sido auspiciado por la Asociación Española de Sexualidad y Salud Mental con el patrocinio científico de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB) y el apoyo de la alianza Otsuka-Lundbeck.

Como ha explicado Luis Montejo, profesor titular de Psiquiatría de la Universidad de Salamanca y coordinador del consenso, “hasta hace poco, una parte de los psiquiatras pensaba que la hiperprolactinemia no era importante, ya que consideraban que el único problema que causaba era la amenorrea, a la que tampoco se otorgaba demasiada importancia. Sin embargo, con el tiempo se han ido acumulando evidencias de que puede provocar también hipogonadismo, infertilidad, disfunciones sexuales así como consecuencias a largo plazo, como el aumento del riesgo cardiovascular y de la osteoporosis”.

El consenso recomienda a los psiquiatras realizar una historia clínica del paciente que incluya siempre su vida sexual y satisfacción emocional. “No nos olvidemos en la práctica clínica de preguntar de manera activa sobre síntomas que puedan estar relacionados con la elevación de prolactina”, ha precisado Teresa Mories, endocrinóloga del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario de Salamanca.

“No debemos centrarnos solo en lo que los pacientes nos cuentan espontáneamente, sino preguntarles, por ejemplo, sobre su función sexual”, ha insistido.

Medición de los niveles de prolactina

Otra de las principales recomendaciones que recoge el consenso es que los psiquiatras comiencen a medir de manera rutinaria los niveles de prolactina en todos los pacientes que toman antipsicóticos, antes incluso del comienzo del tratamiento.

“Debemos mentalizarnos de que, igual que se hacen otras pruebas analíticas como las hepáticas, las de glucosa, etc., es necesario incluir también la prolactina dentro de la analítica que se hace periódicamente a estos pacientes”, ha explicado Mories. La endocrinóloga asegura que “lo ideal sería hacer una analítica de la prolactina antes de indicar el tratamiento y luego, a los tres meses, vigilar la posible elevación de estos niveles. Esto ayudará a saber el estado en que se encuentra el paciente, ya que no es lo mismo tener una elevación leve de la prolactina que una intensa”.

En caso de que existan niveles de prolactina elevados (superiores a 50 ng/ml) o con repercusión clínica, el documento de consenso recomienda una intervención en el tratamiento personalizada para cada paciente, que puede consistir en una disminución de la dosis, cambio de la terapia, o adición de fármacos con demostrada capacidad para disminuir los niveles de esta hormona, como el aripiprazol, “que por sí mismo no produce hiperprolactinemia ni se asocia a disfunción sexual”, ha incidido Montejo.

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