Si bien el impulso de leyes y normas que materialicen la profesionalización de los directivos de la salud, en términos de estandarizar los nombramientos de los mismos en base a la formación y experiencia demostrable y a la evaluación por resultados, es un gran paso, la
Sociedad Española de los Directivos de la Salud (SEDISA) ha reivindicado este martes el desarrollo normativo para que dicha profesionalización sea una realidad.
Asimismo, mientras el desarrollo se lleva a cabo,
“los directivos deben ser elegidos igualmente según los principios que determinan las leyes a desarrollar, a través de procesos de selección públicos que pongan en valor los conocimientos sobre gestión y planificación sanitaria, las habilidades directivas y la experiencia”, afirma
Joaquín Estévez Lucas, presidente de SEDISA.
Es el caso de la Ley 11/2017, de 22 de diciembre, de
Buen Gobierno y Profesionalización de la Gestión de los Centros y Organizaciones Sanitarias del Servicio Madrileño de Salud, aprobada por unanimidad por las principales fuerzas políticas en la Asamblea de Madrid y que se encuentra pendiente del desarrollo de la norma que establezca los procedimientos que deben guiar la designación y funcionamiento de las Juntas de Gobierno de los centros y organizaciones sanitarias, así como el del Código de Transparencia, Ética y Buen Gobierno de las organizaciones del
Servicio Madrileño de Salud.
Reivindican que la despolitización de la gestión y la transparencia deben ser un hecho
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En palabras del presidente de SEDISA, “el reto es conseguir la profesionalización de la gestión sanitaria a través del desarrollo normativo necesario para que vaya más allá de las meras declaraciones de intenciones, desde un punto de vista global y estratégico, enmarcado en cada sistema sanitario autonómico. Para ello,
cada comunidad autónoma debe desarrollar un sistema de profesionalización de los directivos de la salud desde un
punto de vista estratégico, real y adaptado a la idiosincrasia de su actualidad sanitaria, pero siempre desde la despolitización de los nombramientos y ceses y enfocado al que debe ser el objetivo real: la obtención de una gestión sanitaria de calidad, que aporte excelencia a los ciudadanos y sostenibilidad al sistema”.
Así,
los directivos de la salud reivindican que la despolitización de la gestión y la transparencia deben ser un hecho, de forma que el perfil de directivo se establezca como el de un profesional de la gestión, un cargo sometido a una evaluación objetiva basada en resultados asistenciales, económicos, de participación profesional y de liderazgo social, dentro de un código de buena gestión directiva. “Se debe dar un salto cuanti y cualitativo, salvando los factores que hacen de la profesionalización una realidad virtual -explica- como la falta de profesionalización del sistema para la selección y desarrollo de carrera profesional, la desigualdad en cantidad y calidad de las iniciativas autonómicas y los pasos menores dados en la despolitización de los ceses, entre otros”.
Directivos de la salud: profesionales
Profesionalización es el proceso por el que se mejoran las habilidades de una persona para hacerla competitiva en términos de su profesión u oficio y por el que cualquier ocupación se convierte en una verdadera profesión de la más alta integridad y competencia. En este marco, los directivos de la salud profesionalizados es el
motor de la evolución que el modelo sanitario requiere hacia la calidad, la eficiencia y sostenibilidad.
“La profesionalización de los directivos de la salud es más necesaria que nunca, de forma que debe ser el principal arma para hacer frente a los retos más importantes que presenta la actualidad de la sanidad, como la
introducción de la innovación, algo que provocará dificultades desde el punto de vista de la financiación y sostenibilidad, la implantación de la evaluación y los resultados en salud, la puesta en marcha de alianzas estratégicas y compaginar la calidad y eficiencia necesaria con una mayor participación de los ciudadanos y los pacientes en la sanidad”, explica el presidente de
SEDISA.
“Para ello,
necesitamos directivos con conocimientos, habilidades emocionales y de comunicación, liderazgo, creatividad e innovación, adaptación al cambio, visión de futuro, capacidad de síntesis y flexibilidad, con formación específica inicial y continuada y siempre reglada, experiencia por niveles, con competencias y habilidades en torno al liderazgo y siempre con el
compromiso ético de tener al paciente en el centro de la gestión”, concluye.
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