El primer panel de la segunda jornada del V Encuentro de Altos Cargos de la Administración Sanitaria ha tratado un tema de mucha actualidad en el mundo sanitario: la innovación. Ana Pastor, secretaria general de la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (Facme), ha moderado un cara a cara en el que Germán Seara, asesor científico de la Unidad de Apoyo a la Innovación del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, y Ramón González, secretario general de Investigación, Desarrollo e Innovación en Salud de Andalucía han confrontado posiciones sobre quién debe liderar los procesos de innovación.
Los partícipantes de la mesa en un momento del debate.
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El primero en intervenir ha sido Seara que ha defendido que “la Administración tiene que crear el marco estratégico que permita la innovación, pero las preguntas surgen de la base de los actores del sistema que son los pacientes, profesionales, gestores e incluso quienes hacen la política”.
En este sentido, González se ha mostrado de acuerdo con esto, pero ha señalado que “alguien tiene que decir cuál es la dirección de un año, de un quinquenio para no innovar sin rumbo”. Para ilustrarlo ha puesto como ejemplo la cronicidad: “Sabemos que ahí tenemos un problema, pero nadie dice cuál es el vector por el que se debe ir”.
Germán Seara: "Nuestra labor como profesionales no es la generación de patentes".
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A continuación ha surgido la duda de en qué nivel de gestión debe impulsarse la innovación. Seara ha señalado que, aunque el marco estratégico esté definido desde la macrogestión, este estamento tiene la complicación de “estar alejada de la realidad”. Por eso, ha defendido que “es la microgestión la que tiene la fortaleza de estar pegada a la realidad, aunque tiene el problema de la falta de toma de decisiones y los pocos incentivos”.
González ha respondido a esta última referencia desde su posición de miembro de la Administración y ha apuntado a que “la forma de implicar a los profesionales es reconocer su trabajo”. Para ello, desde Andalucía se ha puesto en marcha un sistema de puntos que premian el trabajo de los profesionales. “Aunque a veces no hay que innovar, con detectar un problema ya se está dando una solución a algo que se hacía mal”, ha señalado.
Innovación usable
En este punto el debate ha mutado hacia el coste de la innovación y la forma de medir los resultados. Para González, el reto radica en saber explicar bien que el beneficio puede que no se vea en el corto plazo y “demostrar que se puede ahorrar en las cuentas públicas en el próximo año o en los próximos años”.
Ramon González: "La Administración tiene los datos para saber cuáles son los retos"
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Esta dificultad de convencer a quienes toman las decisiones también es un problema con el que se ha encontrado Seara que considera que una buena forma de solventarlo es crear “sistemas de información que hagan que cada proceso tenga un control de resultados para conocer el coste oportunidad”.
En este punto, González ha señalado que “hay que dejar ir a la innovación” y que se convierta en un bien que otros puedan utilizar, porque si “no se puede convertir en un coste para la institución”.
Exactamente esa perspectiva de compartir la innovación y ofrecer valor con ella es la que defiende Seara que considera que “ya no se trata de generar patentes” y pone un ejemplo: “El equivalente a un cajero en banca en sanidad es un neurocirujano o un internista”. Con ello quiere apuntar que tiene mucho más valor para la sanidad una innovación que pueda ser usada y ayude a los profesionales que algo que consigue una patente, pero no tiene usabilidad.
Un momento del debate sobre innovación sanitaria.
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