Hasta la fecha, la felicidad como noción filosófica no entra en los parámetros de medida de los gestores de la sanidad. Pero algo cambia a ritmo acelerado para que el bienestar del ciudadano forme parte de su perfil estadístico como un elemento de utilidad médica y asistencial.
Por lo pronto, los médicos consultados ven la felicidad o sufrimiento del paciente como un dato casi imposible de materializar si no es en términos de ausencia, por ejemplo, de patología psiquiátrica, según da a entender la especialista Beatriz Rodríguez de Vega, del Hospital La Paz de Madrid.
“Hablaríamos, en todo caso, de un indicador que midiera el grado de sintomatología de ansiedad, depresión o de todo lo contrario; en definitiva, de la sensación de bienestar o de calidad de vida, y, en este sentido, desde luego está descrita la comorbilidad de los trastornos psiquiátricos con la patología somática y su influencia en un mal pronóstico ya que, a fin de cuentas, no hay una separación tan clara entre cuerpo y mente”, reflexiona.
Los países escandinavos, a la cabeza en las mediciones
Tal vez en esa dirección, la de medir la felicidad como calidad de vida, los países escandinavos lideran el uso de la variable en personas de edad avanzada. “Se usa como indicador, en este sentido, los años de vida libres de discapacidad en mayores de 65 años (con divisiones como leve o severa)”, ha matizado a este periódico el gerente del Área IX Vega Alta del Segura en el Servicio Murciano de Salud y vocal de la Sociedad Española de Directivos de la Salud (Sedisa) Carlos Alberto Arenas.
Para el neurocirujano y exvicepresidente de la Federación Europea de Médicos Asalariados, Carlos Amaya, “el sufrimiento humano no se puede medir por su naturaleza subjetiva y su grado de variación en función de circunstancias muy diversas que van desde el estado de ánimo hasta el entorno familiar”.
“Echo en falta, en este sentido, un trato más humanitario y afable en el Sistema Nacional de Salud en los últimos años y no me refiero solamente al papel que haya podido desempeñar la tecnología en el distanciamiento entre médico y paciente”, concluye.
Y es que nadie duda de que el grado de sufrimiento del paciente o, a la inversa, su nivel de bienestar, equivalen a tratar de medir algo que todo el mundo sabe qué es pero nadie puede delimitar con precisión; pero, al mismo tiempo, “hoy no se puede concebir no disponer de información directa acerca de la percepción subjetiva del paciente con respecto a su vida”, asevera para Redacción Médica el director general de Coordinación de la Atención Sanitaria al Ciudadano y Humanización de la Asistencia Sanitaria de la Comunidad de Madrid, Julio Zarco.
Tras ese abultado nombre se esconde, de hecho, una iniciativa pionera en la sanidad española que prioriza el uso de métodos cualitativos para conocer cómo se encuentra el paciente más allá de la enfermedad que motiva su consulta.
“Hasta ahora se habían utilizado escalas muy genéricas, la mayoría no validadas en España, para medir la calidad de vida; ahora, un Observatorio específico de la Comunidad de Madrid monitoriza el plan estratégico de humanización utilizando encuestas de calidad vida muy diversas que sirven para conocer el grado de satisfacción del individuo con su entorno (desde la ciudad hasta su familia o trabajo) y que se emplean tanto en personas enfermas como sanas”, ratifica Zarco, quien añade que también se trabaja en hacer lo propio para conocer la calidad de vida de los profesionales sanitarios.
¿Influye el número de especialistas?
En este contexto, hace poco se ha difundido como noticia en la sanidad canaria la supuesta relación entre el número de especialistas per cápita y el sufrimiento de los enfermos.
En concreto, la dimisión de la única oncóloga que atendía en la isla de Fuerteventura y la creación de una unidad de Radioterapia dieron pie a que la parlamentaria de Podemos, Natividad Arnáiz, respondiera al consejero de Sanidad del archipiélago, el socialista Jesús Morera, “que no es el momento de hablar de ratios sino del sufrimiento de la gente”.
Este último justificó que solo haya un oncólogo para la isla y que no se implante una unidad de Radioterapia adicional en el hecho de que tales medidas “solo son recomendables para poblaciones entre 170.000 y 200.000 habitantes”.
Sin embargo, tanto Zarco como Arenas, entre otros expertos, descartan toda relación conocida entre la ratio de especialistas sanitarios por habitante y la calidad de vida del enfermo: “Es una variable más a tener en cuenta, la sanitaria, pero hay muchísimos otros criterios mucho más influyentes en el bienestar del paciente”, zanja el directivo de la Comunidad de Madrid.
Aunque pueda contener afirmaciones, datos o apuntes procedentes de instituciones o profesionales sanitarios, la información contenida en Redacción Médica está editada y elaborada por periodistas. Recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.