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Un "mal número" en el MIR y cómo convertir la frustración en ilusión

Sentir emociones negativas al no conseguir la especialidad deseada es natural, pero hay que saber gestionarlo

La forma en que el estudiante MIR empiece a gestionar la frustración va a condicionar el resultado a medio y largo plazo.

05 feb 2023. 13.55H
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Después del examen MIR se plantean distintos horizontes que pueden llegar a ser una decepción o desilusión para los alumnos si no se obtienen los resultados esperados. Un número por debajo de lo previsto o la alternativa de tener que escoger una especialidad que no es la que deseaban en un primer momento pueden ser escenarios difíciles para los estudiantes. Aprender a gestionar estas emociones como la frustración o las ganas de “tirar la toalla” de una forma constructiva desde la Psicología es necesario para poder afrontar un futuro a corto y a largo plazo.

El psicólogo y profesor universitario en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Pedro Altungy, asegura que sentir frustración a corto plazo tras no conseguir el objetivo previsto es “innegable y natural”, pero “no es malo”. “La frustración es una emoción como tantas otras y eso es bueno porque nos da información. Lo importante es saber qué hacemos con ella, el mensaje que sacamos”, explica el profesional sanitario.

De hecho, la forma en que el estudiante empiece a gestionar esa frustración va a condicionar el resultado a medio y largo plazo. Altungy indica que, si se hace de forma constructiva, desde la escucha de esa emoción, no debería haber ningún problema en el futuro porque el alumno habría aprendido a gestionar y poder salir de ese estado. Aunque el profesor recomienda tener “mucho cuidado” con racionalizar las emociones.

“Decir constantemente que no ha pasado nada, o que el año que viene será mejor puede ser contraproducente. Si no hemos conseguido lo que queríamos con el MIR sí que hay un problema y no pasa nada. Es más peligroso cuando usamos esos mensajes de racionalización hacia nosotros mismos, sobre todo a corto plazo. Aunque desde fuera pueda parecer que esa persona lo está llevando y gestionando bien, puede que esos mensajes estén dirigidos a no reconocer esa emoción y a evitar sufrir”, sostiene Altungy.

Altungy: "La frustración es una emoción como tantas otras y nos da información. Lo importante es saber qué hacemos con ella"


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El profesor de la UCM recomienda trabajar la situación de estrés y de incertidumbre que vive un estudiante MIR con dos pasos en consulta. El primero, actuar desde el reconocimiento emocional y la apertura de esas emociones, algo que considera “básico y principal”. Asegura que “no existe un libro sobre cómo te tienes que sentir” y por ello hay que trabajar con el estudiante para que se abra a sus emociones y las pueda gestionar.

“Desde ahí, el siguiente paso sería ayudar a orientar los próximos objetivos, usando para ello las emociones como brújula, porque al final son las que nos guían. Con la razón siempre nos podemos hacer historias en la cabeza, pero a la emoción no la engañas. Si visceralmente sientes que tienes que probar a escoger esa especialidad que no te hacía tanta ilusión al principio, algo te está diciendo, y si te dice que te vuelvas a apuntar a la academia, pues hazle caso”, comenta.

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Respecto a decidir hacer una especialidad que realmente no gusta en un principio, Altungy aconseja “intentarlo”. Sin embargo, insiste en que es una decisión “muy personal” y que si ese alumno tiene claro que “aborrece” la única opción que tiene, lo más sabio entonces es esperar al año que viene para mejorar los resultados y ya con la experiencia previa de haber hecho el examen.

El psicólogo asegura que esto es algo que “se ve mucho en terapia”. Muchas veces, aquello que no se pensaba escoger de primeras, después es lo que les apasiona a los alumnos. No necesariamente conseguir “peores resultados” tiene que ser algo negativo.

“Si ese alumno no lo tiene tan claro, ¿por qué no probarlo? Puede que a lo mejor se sorprenda, ya no solamente por la especialidad en sí, también por la experiencia de conocer a otras personas y otras ciudades. Por ejemplo, a lo mejor un alumno se marcha a Murcia a hacer Hematología y piensa que es horrible al principio. Luego llega, tiene unos compañeros estupendos, le encanta la ciudad y resulta que no lo cambia por nada del mundo”, propone.

Como último consejo, Altungy influye en la importancia de los mensajes que se da uno mismo después de ver los resultados del examen. “Todos los alumnos tienen que tener claro que han superado seis años de Medicina, y eso ya es todo un logro”, concluye.

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