No todos los médicos tienen la determinación y valentía para dejar atrás a sus seres queridos y migrar a otro país en busca de cumplir sus sueños. Este fue el caso de
Edgar Quintero, facultativo colombiano, quien comenzó el primer año de
Cirugía Plástica en Colombia pero que, debido al elevado coste anual de la formación tuvo que desistir y
buscar otras vías para lograr su especialización. La opción clara fue España, y allí es a donde voló, pero cumplir con su objetivo fue más duro de lo que esperaba. Y es que este actual cirujano plástico tuvo que
repetir tres veces el examen MIR y
apuntarse a dos academias simultáneamente para lograr el puesto que le permitiese acceder a una plaza en esta disciplina sanitaria. Eso sí, todo esfuerzo tiene su recompensa, y tras años de sacrificio,
ahora tiene su propia clínica en Madrid. “
La perseverancia ha sido la clave”, ha reconocido.
Quintero sabía que quería dedicarse a la
Cirugía Plástica, prácticamente, desde que nació. Cuando empezó a formarse en esta especialidad estaba realmente motivado, pero esa ilusión se desvaneció más pronto que tarde debido al alto coste que le suponía allí la formación.
"Eran 20.000 euros anuales durante 4 años”, ha trasladado a
Redacción Médica. Por tanto, si un facultativo quiere convertirse en cirujano plástico en Colombia, lo más probable es que
tenga que abonar 60.000 euros, un gasto que no todos los aspirantes pueden permitirse.
Siendo consciente de que le resultaba imposible continuar con la formación en su país natal, decidió migrar a España por dos cuestiones principales. La primera,
porque durante el MIR los médicos cobran un salario. Y, por otro lado, porque en la prueba para acceder a una especialidad “no hay enchufes,
filtraciones de preguntas o entrevistas personales”.
En 2008, el año en el que Quintero abandonó su país, la
homologación de títulos extracomunitarios en España no padecía el atasco que sufre en la actualidad, y este médico
consiguió su certificación en seis meses. Pero, por desgracia, al ‘tocar tierra’ se dio cuenta de que no tenía suficiente dinero como para prepararse el MIR, por lo que
tuvo que buscar un trabajo. “Lo conseguí como
médico de Familia en Melilla y estuve trabajando mientras estudiaba para la prueba, ha afirmado.
Repetir el MIR para hacer Cirugía Plástica
Tras unos meses en esa situación llegó la esperada fecha del examen, pero la prueba
no fue como se imaginaba. El puesto que consiguió fue el
1.450 y aunque es un número más que decente, no era suficiente para acceder a la especialidad que considera “su pasión”.
A pesar del
abanico de posibilidades en cuanto a formación que se le abría por delante, Quintero tenía claro que no quería otro camino que no fuese el que se había marcado desde la meta de salida. Así que, decidió
volver a presentarse al MIR el año siguiente y, mientras tanto, continuaría trabajando como médico de Familia en Melilla. Eso sí, a pesar del tiempo que estuvo allí y la experiencia "tan enriquecedora" que fue, reconoce que
nunca se planteó dedicarse a esa rama sanitaria porque no era su sueño.
Frustración tras 'suspender' el MIR
Tras un año de espera, se volvió a presentar. Esta vez mejoró su puesto y logró el número de orden 1.030. “Seguía sin alcanzarme para lo que deseaba y
ahí me llegó la frustración. De hecho, pensé realmente
si era capaz o no de lograrlo. Me lo cuestioné. Mucha gente me decía que era muy buen puntaje y que hiciese otra especialidad, pero yo no quería”, ha subrayado.
Todavía con la resaca emocional de no haber logrado su objetivo, Quintero analizó la metodología de estudio que había utilizado durante los dos últimos años y
decidió cambiar rotundamente la fórmula que usaba. “Tenía que hacer
más simulacros así que deje de trabajar en los últimos seis meses antes del examen, ya que tenía ahorrado algo de dinero, y
me inscribí a dos academias. Si quería algo tan difícil como era entrar en Cirugía Plástica
tenía que dar algo más de lo que las academias me pedían”, ha enfatizado.
"Si quería entrar en Cirugía Plástica tenía que dar algo más de lo que las academias me pedían"
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Estudiar el MIR 16 horas al día sin descansar
Así, con esa idea en mente
hizo el doble de simulacros que un aspirante MIR común. “Si normalmente se hacen 26
yo realicé 52. Me tiraba estudiando
16 horas al día y no descansaba ningún domingo. Los resultados eran realmente buenos. Ahí ya tenía la certeza de que en mi último intento lo iba a conseguir”, ha reconocido.
Cuando llegó el momento del examen,
los nervios no se apoderaron de Quintero, de hecho, iba con una confianza que difícilmente se ve en este tipo de oposiciones. “Nada más terminar la prueba sabía que iba a conseguir la nota necesaria para entrar en Cirugía Plástica y así fue,
me coloqué en el puesto 262”, ha detallado.
Hasta conseguirlo, este facultativo ha asegurado que ha tenido que hacer muchos sacrificios. “
Sacar una nota casi perfecta en el MIR es muy difícil, sobre todo si quieres llegar a un número muy alto. Es semejante a lo que hacen los
deportistas de alto rendimiento, donde los pequeños detalles hacen la diferencia. Hay que entrenar al máximo, no desfallecer, no dar nada por perdido y encontrar un método que te ayude a llegar hasta el final”, ha aclarado.
Edgar Quintero durante una intervención.
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