La
presión es una de la compañeras más fieles para los
aspirantes al MIR, independientemente de la convocatoria a la que se presenten. En muchos casos viene dada por la
autoexigencia, pero hay veces en las que los familiares y amigos -de manera consciente o inconsciente- añaden aún más peso a la mochila de
miedos e inseguridades con la que los futuros residentes llegan al examen de
Formación Sanitaria Especializada (FSE).
M. es una de las
casi 14.000 aspirantes convocadas este sábado 20 de enero, y su situación actual difiere del de la mayoría de compañeros de academia. "
Soy madre soltera con poca ayuda, tengo dos hijas y vivo con ellas", explica. En los últimos dos meses de estudio ha recurrido a la ayuda de algunos familiares para dedicarse "en cuerpo y alma al estudio", pero durante el resto de la preparación asegura haber hecho
"malabares" entre el examen y el cuidado de sus hijas.
Sostiene que ha sido "una decisión difícil" alejarse de ellas durante este tiempo, pero al mismo tiempo cree que ha hecho lo correcto ya que necesitaba afrontar sola la
recta final de estudio del MIR 2024. A eso hay que añadir la
posición de su familia y amigos, que ha hecho aún más duro este proceso. "Una vez un familiar me dijo que
no me veía concentrada y que no estaba dándolo todo", recuerda. Para ella esa conversación fue "un punto de inflexión", ya que seguidamente le preguntó qué pensaba hacer si no conseguía una vacante este año: "Me dijo que
no puedo postergarlo más porque soy mayor y tengo dos hijas que me necesitan", expone. "Quizá quería transmitirme que cogiera fuerzas, pero en el fondo me hundió", reconoce.
"Un familiar me dijo que no podía postergar más el MIR porque soy mayor y tengo dos hijas pequeñas. En el fondo me hundió".
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Miedo a decepcionar a familiares tras el MIR
La aspirante se siente "incapaz" de enfrentarse a la posibilidad de
decepcionar a sus familiares con un mal resultado en la prueba. "En mi caso creo que ya es suficientemente duro decepcionarte a ti misma para además cargar con comentarios que insinúan que no me esfuerzo lo suficiente", agrega. Reconoce que también juega en su contra el hecho de tener "la autocrítica y el perfeccionismo muy arraigados", algo que atribuye al itinerario basado en la excelencia que debe seguir cualquier
estudiante de Medicina.
Pero pese al impacto negativo que suponen para ella estos comentarios, M.
descarta la posibilidad de que tengan detrás una mala intención, y considera que son
fruto del desconocimiento. "No creo que las familias de los estudiantes de Medicina sepan la presión a la que están sometidos realmente, ellos simplemente esperan que lo saques todo como has hecho siempre", opina.
"No creo que las familias de los estudiantes de Medicina sepan la presión a la que están sometidos realmente".
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Precisamente esa 'costumbre a la excelencia' hace que el entorno de M. perciba las dudas que tiene sobre sí misma como "una pataleta", y no conciban la posibilidad de que r
epita el MIR en la convocatoria de 2025. Lejos de esa presión, echa en falta palabras de sus seres queridos que contemplen todos los desenlaces posibles y que
no aborden el resultado del MIR como algo decisivo e inamovible. Asegura que le gustaría haber escuchado mensajes como "No te preocupes, si no sale lo has intentado y ya está. Otro año irá mejor, para mí seguirás siendo la mejor porque lo fácil era rendirse", confiesa.
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